Joan Puig, en su digital laRepublica.cat, destaca una curiosa efeméride. Catorce años hace de una profecía fallida de Rodríguez Zapatero sobre Cataluña. El director de El Mundo le preguntó, en una entrevista publicada el 17 de abril de 2006: "¿Se sentirá responsable si dentro de 10 años Cataluña inicia un proceso de ruptura con el Estado?" A lo que el entonces presidente del Gobierno contestó: "Dentro de 10 años España será más fuerte, Cataluña estará más integrada y usted y yo lo viviremos". Es curioso cómo una respuesta bastante convencional resulta elevada a la condición de profecía. Profecía que, en todo caso, tampoco sería muy fallida, porque al cabo de catorce años no se puede decir que España sea menos fuerte, al menos por lo que respecta al conflicto catalán.
Tal vez consciente de eso, Joan Puig invoca al historiador aficionado Alexandre Deulofeu, inventor de la matemàtica de la història, que anunció en 1977 la posibilidad de la independencia de Cataluña para el 2029. Que una especulación sobre ciclos históricos se haya convertido en un estímulo para la movilización política demuestra bien a las claras cuál es el nivel de nuestros polemistas.
El Estado profundo contra Cataluña
En el imaginario independentista, la derecha española es lo peor del mundo entero, y la izquierda española, incomprensiblemente sumisa a la derecha. Un artículo de Xavier Díez en el Punt-Avui lanza rayos y truenos contra el Gobierno actual: "Una izquierda que obedece por encima de sus posibilidades ha cometido el error de encomendarse a los sectores más reaccionarios del estado profundo". Con lo de “estado profundo” se refiere al Deep State, una hipotética red de poder e intereses que impone decisiones a los gobiernos legalmente establecidos.
La ventaja de sostener el argumento en conspiraciones ocultas es que ya no hace falta presentar pruebas de nada. En la crisis actual, sostiene el analista, "las llamadas a la unidad son un simple eslógan vacío de contenido. Ya sabemos que el principal problema español se llama independentismo, presos políticos e involución. Si realmente quería unidad, Sánchez tenía la oportunidad de hacer el gesto de una amnistía y de apostar por una mesa de diálogo con Cataluña donde proponer una solución de compromiso. Sin embargo, la unidad la ha hecho en contra de Cataluña".
Añádasele "las élites madrileñas sumergidas en el reaccionarismo", «"a corrupción sistémica", "los postulados neoliberales y neofranquistas de Vox" y "una dinastía hundida en el descrédito" y el cóctel está servido.
"Cataluña lo habría hecho mejor, o no"
Andanada de la directora del diario Ara al presidente de la Cámara de Comercio de Barcelona, Joan Canadell, que dijo que "si Cataluña hubiera sido independiente lo habríamos hecho mucho mejor". Dice Esther Vera: "Desgraciadamente, la complacencia es un enemigo sibilino y Cataluña lo habría hecho mejor, o no. Es cierto que controlar las bases fiscales daría más recursos a la administración, pero la capacidad de hacer una gestión seria no está en un supuesto ADN".
Y prosigue con una enumeración de problemas que podrían haberse afrontado sin necesidad de remitirse a la independencia: "¿Se podría haber previsto la necesidad de tests, mascarillas, respiradores?, ¿se podría haber revertido la falta de inversiones en Salud aprobando un presupuesto?, ¿se podrían tomar medidas de ayuda a los autónomos que no fueran burocráticamente imposibles?, ¿se podrían gestionar mejor las residencias?, ¿dar cifras de muertes de Covid-19 transparentes?, ¿se podría tener un consejero de Interior serio?". Parece que las disensiones internas del independentismo no amainan.
De la pandemia al comunismo
El arqueólogo Eudald Carbonell, en una entrevista en Vilaweb, reclama "una revolución en la evolución de la especie" y "una conciencia crítica de especie". Al lado de preocupaciones bien legítimas, como que "no tuviéramos un protocolo universal para una pandemia como ésta", asoma el impulso transformador del marxismo: "La pandemia ayudará a ver que este sistema es viejo, acabado, prehistórico, tiene doscientos cincuenta años. La pandemia pone sobre la mesa que el sistema no resuelve el problema".
La vieja idea de la revolución basada en el conflicto entre clases parece haberse transformado en un proyecto planetario. "Ahora, mientras la conciencia de clase sea la que aún domina, y la de especie aún no, pues no vamos a conseguir nada. Porque ahora ya lo vemos: en la pandemia los más perjudicados serán los más pobres. Y aquí tenemos las clases extractivas, que se dedican a quedarse las plusvalías. Todo esto se debería eliminar con una conciencia crítica de especie. Y, aprovechando la ocasión, debemos eliminar los líderes. No físicamente. Hablo de la estructura social. Tener líderes es lo peor que nos puede pasar, y ahora se ve".
Es dudoso que en un mundo sin líderes pueda existir organización sanitaria o investigación científica. Con Eudald Carbonell uno no acaba nunca de entender si aboga por un gobierno mundial autoritario o por un comunismo libertario basado en la dieta paleo.