Ante la crisis global desatada por el coronavirus, numerosos países han resuelto cerrar sus fronteras. Esta decisión, según algunos expertos, implicaría el fracaso de la globalización. Sin embargo, para el historiador israelí Yuval Noah Harari, autor del célebre Sapiens: de animales a dioses, el camino a seguir es exactamente el contrario. “Si bien la cuarentena a corto plazo es esencial para detener las epidemias, el aislacionismo a largo plazo conducirá al colapso económico sin ofrecer una protección real contra las enfermedades infecciosas”. Así lo ha explicado Harari en un extenso ensayo publicado este domingo en la revista Time bajo el título En la crisis del coronavirus, la humanidad carece de liderazgos.
Una de las principales tesis del texto es que el “verdadero antídoto contra la epidemia no es la segregación, sino la cooperación”. En él, además de analizar las consecuencias de la pandemia y prestar atención a las lecciones de la historia, Harari alerta de que nos enfrentamos a una crisis global sin contar con líderes solventes. “En los últimos años, los políticos irresponsables han socavado deliberadamente la confianza en la ciencia, en las autoridades públicas y en la cooperación internacional. Como resultado, ahora nos enfrentamos a esta crisis desprovistos de líderes mundiales que puedan inspirar, organizar y financiar una respuesta global coordinada”, sostiene.
Estados Unidos, incapacitado para asumir el liderazgo
En este sentido, Harari recuerda el papel central que jugó Estados Unidos en la crisis financiera de 2008 y en la epidemia del ébola en 2014. “No obstante, en los últimos años, Estados Unidos ha renunciado a su papel de líder mundial”, afirma. Harari recuerda que el actual Gobierno norteamericano se ha encargado de dejar claro en los últimos tiempos que “ya no tiene amigos reales, sino solo intereses”. Así, si Estados Unidos quisiera ahora asumir el liderazgo en la lucha contra la pandemia —cosa que no ha hecho—, la “confianza en su Ejecutivo actual se ha erosionado hasta tal punto que pocos países estarían dispuestos a aceptarlo”.
Por otra parte, señala que la historia nos enseña que el cierre de fronteras no es un factor determinante en el combate contra la pandemia. Harari hace hincapié en que en el siglo XIV no había aviones ni cruceros, y la peste negra se extendió por Europa y Asia. En solo diez años, acabó con la vida de cerca de 100 millones de personas —el 60 por ciento de la población europea—. Luego, en 1918, la gripe española provocó 40 millones de muertes. Desde entonces, subraya Harari, ha habido muchas epidemias pero ninguna ha causado tanta mortandad gracias a los avances científicos. “Esto se debe a que la mejor defensa que los humanos tienen contra los patógenos no es el aislamiento, sino la información”, destaca.
La solución pasa por la “solidaridad global”
Por todo ello, el historiador defiende que la humanidad “no puede protegerse cerrando permanentemente sus fronteras” y “que la protección real proviene del intercambio de información científica confiable y de la solidaridad global”. “Si esta epidemia”, concluye Harari, “resulta en una mayor desunión y desconfianza entre los humanos, será la mayor victoria del virus. Cuando los humanos se pelean, los virus se duplican. Por el contrario, si la epidemia resulta en una cooperación global más estrecha, será una victoria no solo contra el coronavirus, sino también contra todos los patógenos futuros”.