Carlota Guindal (Madrid, 1982) es periodista experta en tribunales en La Vanguardia. Después de más de tres intensos meses cubriendo el juicio a los líderes del procés en el Tribunal Supremo, ha publicado un libro sobre todos los entresijos del proceso judicial más mediático de los últimos tiempos y el papel de sus protagonistas. Con estilo directo, no duda en retratar las mentiras de Rajoy, Soraya o Zoido en sede judicial o expone cómo la retransmisión en directo del juicio fue un éxito y contribuyó a prestigiar la justicia española en el mundo.
Pregunta. El libro está escrito en el mejor estilo periodístico: hechos expuestos con fidelidad notarial y relatados con habilidad literaria. Hechos que han constatado la existencia de unos delitos por los que han sido condenados los líderes del procés. Han perdido en su reto al Estado. Sin embargo, su libro se titula 'Ni vencedores, ni vencidos'. ¿Por qué?
Respuesta. Porque nadie ha ganado en todo esto. Es la historia de una tragedia. Aquellos que llevaron hasta el final el desafío independentista están en la cárcel o prófugos de la Justicia; Rajoy y su equipo se fueron por la puerta de atrás con una moción de censura; Pedro Sánchez se encuentra ahora atrapado, sin salida, con la obligación de pactar con un partido que le dejó tirado con los presupuestos; y la Justicia fue puesta en el punto de mira. Y yo me pregunto, ¿qué se ha sacado de todo esto?
A pesar de que la sentencia ha recibido duras críticas, afirma que la imagen de la justicia española ha salido fortalecida ¿Realmente ha sido así?
Los magistrados sabían que la sentencia no iba a contentar a nadie pero su papel es impartir Justicia no favorecer a unos u otros. Desde el independentismo se ha atacado duramente a la Justicia y se llegó a lograr que incluso internacionalmente ese sospechara si realmente en España se encarcelaba a la gente por sus ideas. El juicio ha permitido mostrar al mundo que eso no es así, que en el banquillo había doce personas que habían incumplido la ley y cometido delitos recogidos en el Código Penal. Que todas las sesiones del juicio, durante cuatro meses, se retransmitieran en directo ha sido un gran acierto para evitar manipulaciones.
Una de las conclusiones del libro es que, para arreglar la situación, una de las partes debe renunciar a la unilateralidad y la otra "a aplicar represalias". ¿Quiere esto decir que el juicio y posterior sentencia han sido una represalia?
El juicio era inevitable. Los acusados, y después condenados, habían incumplido la ley. El fiscal general del Estado de entonces, les dio de margen hasta la declaración unilateral de independencia del 27 de octubre de 2017. Se les había advertido que si daban ese paso ya no había marcha atrás. Lo sabían y siguieron adelante. Ellos mismos enterraron su propia tumba. Ahora hay que evitar, políticamente, que se llegue de nuevo a ese punto de no retorno, a ese lugar en el que la Justicia ya no puede mirar hacia otro lado. Hay que buscar puntos de entendimiento y para eso lo primero es recuperar la convivencia.
¿Puede existir negociación política con una élite gubernamental que ha sido condenada por levantarse contra un estado democrático?
Es que no queda otra opción. La independencia de Cataluña no es posible, por lo menos con el marco legal existente actualmente. Pero lo que es obvio es que no se puede mirar hacia otro lado porque hay un problema, este existe y hay que resolverlo, como se hizo en su día en Euskadi, y eso que allí ETA se cobró cerca de 1.000 víctimas mortales. De todas maneas, una de las claves puede ser los dirigentes catalanes que lleven la batuta en estas negociaciones. El president Quim Torra tiene muy cerca la inhabilitación por un delito de desobediencia y el presidente del Parlament, Roger Torrent, va por el mismo camino.
Viene a decir en el libro que tanto Rajoy como Santamaría y Zoido mintieron en sede judicial. Aunque es verdad que no fueron los únicos. ¿Es más grave en su caso? ¿Cree que de alguna manera dejaron a las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado a los pies de los caballos?
Es ante todo una falta de respecto a la Justicia. Un testigo está obligado a decir toda la verdad y en el juicio al procés vimos cómo mucha gente dio una versión bastante distorsionado de la realidad. En el caso de la Policía Nacional y Guardia Civil hicieron lo que debían, ellos cumplieron órdenes tanto de sus superiores como de la autoridad judicial. Ahora bien, es cuanto menos desleal que los máximos responsables políticos tiraran balones fuera de la actuación policial el 1-O.
Explica también que en los pasillos del Supremo todos convenían en que se debería haber aplicado el 155 después de los plenos del 6 y 7 de septiembre en el Parlament, cuando se aprobaron las leyes de desconexión. ¿Con la perspectiva del tiempo se ve más claro?
No lo dude. La propia sentencia sitúa en la aprobación de las leyes de desconexión el punto de partida de la actuación sediciosa. El Parlament, con el apoyo del Govern, había aprobado una legislación paralela para proclamar la república catalana y romper España. Ahí es cuando se tuvo que intervenir. Se hubiera evitado el 1-O y la DUI, con la tensión social y política y aquello conllevó, además de probablemente haber evitado el juicio. Los dirigentes independentistas estaban atrapados en su propia telaraña y el 155 hubiera sido una vía de escape, al igual que lo fue el 27 de octubre.
Este 19 de diciembre el TJUE se pronunciará sobre la inmunidad de Junqueras. Si se la otorgan, Puigdemont podría presentarse a unas elecciones en Cataluña e incluso hacer campaña electoral en Cataluña. Mientras Junqueras permanecería en prisión. Parece como que los que no han respondido ante la justicia serán más premiados que los que sí han comparecido. ¿Cómo lo ve?
La fuga era una opción. No se puede negar que sus asesores jurídicos han exprimido al máximo todos los recovecos legales y han sabido elegir los países más beneficiosos. Pero tarde o temprano Carles Puigdemont y el resto de exconsellers huidos, así como la número 2 de ERC, Marta Rovira, acabarán siendo enjuiciados y condenados. Es cuestión de tiempo.