El escritor y periodista Juan Pablo Cardenal, que fue diez años corresponsal en Asia, acaba de publicar La Telaraña (Editorial Ariel), un absorbente libro que desentraña la trama exterior del separatismo en Cataluña. En sus páginas, el lector descubre cómo el secesionismo ha conseguido extender sus redes de influencia en el extranjero, tanto en la esfera política como en la mediática. ¿Cómo lo ha logrado? Para Cardenal, la respuesta es sencilla: con mucho esfuerzo y, sobre todo, con mucho dinero.
Según el Tribunal de Cuentas, la Generalitat gastó al menos 417 millones de euros en acción exterior entre 2011 y 2017. ¿A qué dedicaron ese dinero?
Nadie duda de que una parte de ese dinero se utilizó para actividades que están dentro del ámbito de sus competencias. Pero lo que queda claro de la lectura del informe del Tribunal y también me quedó claro a mi durante la investigación, es que la promoción y difusión del procés fue la principal prioridad de su acción exterior desde 2012. Fue un esfuerzo coordinado y prioritario al que se destinaron ingentes fondos públicos para promover la secesión de Cataluña en el extranjero.
Califica de “imperdonable” la renuncia de Mariano Rajoy a dar la batalla del relato.
Para entender por qué el procés tuvo tanto recorrido en el extranjero hay que entender tres claves. Una, la gran cantidad de recursos humanos y financieros invertidos por la Generalitat para ese fin. Dos, la ignorancia de las audiencias internacionales, que no saben nada de España ni de Cataluña. Y tercera, la incomparecencia del gobierno español. Y ésta fue una cuestión clave, porque mientras unos ponían gran cantidad de recursos para intoxicar con su propaganda a una audiencia que lo desconoce todo de la crisis catalana, el gobierno de Rajoy tenía la obligación de haber neutralizado las mentiras. No hacerlo explica por qué la propaganda independentismo tuvo tanto recorrido en la opinión pública internacional.
Se destinaron ingentes fondos públicos a promover la secesión de Cataluña en el extranjero
En cambio, señala que uno de los aciertos de los secesionistas en el extranjero fue no centrarse en la independencia sino en el supuesto “derecho a decidir”.
Tenían la lección bien aprendida. Y, con la ayuda de profesionales de la comunicación, como la empresa de lobby Independent Diplomat, llegaron a la conclusión de que la independencia tenía mala venta en Europa, mientras que el relato de la democracia, del votar y del derecho a decidir se entiende muy fácilmente y nadie puede oponerse a ello. El derecho a decidir fue uno de los puntos clave de su argumentario para convencer, tanto a los catalanes como en el extranjero.
¿Qué papel han jugado las embajadas catalanas y el Diplocat?
Han sido los dos arietes del procés para promover la independencia de Cataluña en el extranjero. Las delegaciones en el exterior hacían trabajo de campo en su ámbito: identificar aliados en el mundo político, mediático y académico, principalmente. Y Diplocat financiaba los programas que debían atraer a su causa a todas esas figuras internacionales que luego apoyaron la causa independentista. Entre las delegaciones y Diplocat lo financiaron casi todo. La tercera pata fue la propia Generalitat a través de la Secretaría de Acción Exterior.
El Gobierno de Rajoy tenía la obligación de haber neutralizado las mentiras del independentismo
La gestión informativa del Gobierno durante el 1-O ha sido ampliamente criticada. ¿Cómo debió encarar aquella crisis el Ejecutivo?
De entrada, debió haber previsto un plan de control de daños, porque el 1-O no fue algo sobrevenido sino que se había anunciado en junio de 2017. Ese día pudieron, por ejemplo, haber explicado la cuestión de fondo: el atropello del 6-7 de septiembre, que la Generalitat hacía caso omiso de las sentencias del Tribunal Constitucional, o la propia situación de Cataluña, para que se entendiera el contexto en el que acontecía ese referéndum ilegal. Y ya que era una batalla por el relato, también pudo haber desmentido la cifra de heridos que dio la Generalitat, que era una farsa; podía haber sacado las imágenes grabadas por la policía y la guardia civil en la que se veían las agresiones de los supuestamente pacíficos votantes; y pudo decir que hubo sólo episodios de violencia, porque tenía el dato de que sólo hubo violencia en 17 colegios electorales.
Las imágenes de la policía golpeando a manifestantes el 1-O dieron la vuelta al mundo. Sin embargo, ¿conoce alguien fuera de nuestras fronteras lo que ocurrió en Cataluña el 6 y 7 de septiembre?
No. Por inaudito que parezca, el día más importante del procés, el día objetivo en el que se abolió la legalidad española y catalana en el Parlamento de Cataluña con los votos de representantes del 47% de la población catalana, no existió para la comunidad internacional. Eso demuestra lo bien que se trabajó los independentistas a la opinión pública internacional y lo mal que lo hizo el gobierno español. Durante la investigación de “La Telaraña” tuve a varios juristas o columnistas que atacaron duramente a España en sus informes o artículos. La mayoría no conocía lo que pasó el 6-7 de septiembre, lo que demuestra su frivolidad.
El 6 y 7 de septiembre, días en que se abolió la legalidad española y catalana, no existieron para la comunidad internacional
¿Por qué Ginebra es un centro de operaciones ideal para los secesionistas?
Por la cultura política que hay, porque es el epicentro europeo de las organizaciones internacionales, porque la mediación y la supuesta neutralidad son la marca-país de Suiza, por la mirada condescendiente que hay en ese país hacia España y porque a muchos de los que se significaron a favor de la Generalitat se los trabajaron bien.
En su opinión, la cobertura más desafortunada la hizo el New York Times. ¿Cómo se explica en un diario de tanto prestigio?
No sé si fue la más desafortunada pero sí fue la que más daño nos hizo, principalmente porque es el periódico que leen los que dudan y los que no saben —sobre la crisis catalan—. Su influencia es enorme, de ahí que tendría que haber sido mucho más cauteloso de lo que fue, porque en mi opinión su cobertura llevaba a los lectores a simpatizar con los independentistas. El New York Times nunca ha tenido una mirada amable hacia España.
El 'New York Times' nunca ha tenido una mirada amable hacia España
¿Y qué opina de que España Global vaya a dejar de rebatir los argumentos separatistas en el exterior para centrarse en la diplomacia económica?
Pues una prueba más de la desorientación del Estado al tratar la cuestión catalana. No sé qué más tiene que pasar para que el Estado tome cartas en el asunto, porque es inaudito que después de lo que ha pasado durante los últimos años, después del daño ocasionado, la misma política de apaciguamiento que no ha servido para nada y que ha debilitado al Estado durante 40 años sea la que ahora vaya a prevalecer.
Sostiene que el golpe catalán dista mucho de haber concluido. ¿En qué sentido?
Nada ha cambiado. Siguen en el poder, su infraestructura en el extranjero sigue intacta, su posición de dominio en la sociedad catalana no ha cambiado, dominan la educación y la comunicación, está consolidada la discriminación de los no nacionalistas en todos los ámbitos y ni siquiera han recibido el escarmiento penal que habría correspondido a quienes trataron de tirar abajo el sistema constitucional español. En ese contexto, no dude de que lo volverán a intentar.