En El Ángel exterminador, el clásico de Luis Buñuel, un grupo de aristócratas invitados a una cena no pueden salir de casa por motivos inexplicables. Como el encierro se alarga durante varios días, el trato refinado es remplazado poco a poco por formas rudas y egoístas. Aunque se trate de un film surrealista, retrata bien las consecuencias psicológicas que puede acarrear una reclusión indeseada, situación en la que se encuentra ahora mismo gran parte de los ciudadanos a causa del coronavirus. Sin embargo, y pese a la excepcionalidad del contexto actual, seguir los consejos que en estos casos nos brindan los profesionales de la psicología puede hacer el confinamiento mucho más llevadero.
En primer lugar, según los psicólogos, resulta prioritario mitigar la angustia que puede despertar un contexto de estas características. “Si la angustia es provocada por el miedo a contagiarte, lo mejor es seguir al pie de la letra las precauciones que recomiendan los expertos y autoridades sanitarias: lavarte las manos, evitar el contacto innecesario, lavarte las manos con frecuencia, etcétera”, explica a El Liberal la psicóloga especialista en Inteligencia Emocional Ester Delgado. A juicio de esta profesional, es preciso confiar en nuestro sistema y no situarse en el peor de los escenarios. “Es una situación grave, pero debemos ser racionales y no dejarnos llevar por miedos infundados. Ante todo, mantengamos las cosas en su sitio”, aconseja.
Establecer rutinas para eludir conflictos
Una vez atajada la ansiedad, nuestra principal inquietud debe ser que la reclusión forzosa no malogre la convivencia con nuestros familiares o compañeros de piso. Para ello, señala Delgado, además de mantener una “comunicación fluida y adecuada” con ellos, es básico “establecer rutinas que nos ayuden a organizarnos, como establecer turnos para realizar las tareas de la casa o para ocupar determinados espacios”. Asismismo, Delgado sugiere que podemos buscar actividades que nos permitan disfrutar todos juntos, pero también reservar momentos para estar solos. “Y cuando nos sintamos abrumados por el roce permanente”, recomienda, “es importante recordar que afrontar los momentos duros en compañía es mucho mejor que hacerlo solos”.
En el caso de que tengamos niños, el confinamiento aún puede ser más dificultoso, tanto para ellos como para nosotros. Según Marta Guardiola, psicológa perinatal, infantil y adolescente, una de las claves para manejarse con niños es “cuidar el ambiente emocional”. “En la medida de lo posible”, destaca, “debemos vivir el encierro con tranquilidad. No olvidemos que los niños son espejos de los adultos: si nosotros estamos inquietos, ellos también lo estarán”. Asimismo, Guardiola recomienda “flexibilizar los límites” que solemos establecer dentro del hogar. “Si no pueden saltar y correr en el parque, es normal que tengan ganas de moverse. Seamos un poco más permisivos para que puedan desahogarse”. Del mismo modo, conviene ser realista y “ajustar expectativas”: “Atender las demandas de los hijos y teletrabajar es posible, pero no siempre funcionará. Ser conscientes de ello nos ayudará a no frustrarnos”.
Evitar la sobreinformación acerca del coronavirus
Otro elemento que puede generarnos problemas es la adicción a la información sobre el virus. “Debemos estar informados porque la desinformación en situaciones de emergencia genera emociones primarias como angustia y miedo. Pero hay que evitar la sobreinformación. Permanecer pendiente todo el tiempo de las últimas novedades, a través de los medios y redes sociales, mantiene el cuerpo en estado de alerta, lo que dispara la ansiedad”, advierte Delgado. La experta opina que lo ideal es reservar un momento concreto del día a informarse. “Y hacerlo siempre a través de fuentes fiables, porque la información no contrastada a menudo es contradictoria y acrecentará nuestra confusión”, añade.
Por último, las personas mayores que viven solas deben intensificar el contacto telefónico con sus seres queridos. “Como son un grupo de riesgo, muchos de ellos están angustiados y atribulados. Por eso, deben entablar una comunicación constante con sus amigos y familiares. Aunque no sea físico, el contacto les proporcionará aliento y atenuará la sensación de aislamiento”, expone Delgado. Por su lado, la psicóloga de adultos Eva Velázquez alerta de que, mientras una parte de la gente mayor encara el confinamiento con más serenidad incluso que los jóvenes gracias a su experiencia vital, otros no hacen caso de las indicaciones y adoptan conductas temerarias. “Son un grupo que carece de percepción de riesgo y que rechaza los apoyos que se les ofrecen porque han interiorizado que todo el mundo trata de engañar a los mayores. En este caso, es importante que aprendan a confiar y no desdeñen la ayuda que puedan otorgarles conocidos o vecinos”, apunta Velázquez.