El centro de Barcelona se despertó este viernes con sensación de domingo. Los negocios estaban parcialmente cerrados, incluyendo algunas cadenas de ropa conocidas o lugares emblemáticos como el Mercado de la Boquería, en la Rambla. Los turistas recorrían sus angostos pasillos sin actividad y parecían preguntarse qué día es. La huelga general convocada en toda Cataluña por la sentencia del procés no ha tenido un seguimiento unánime en cualquier caso y para muestra sirvan las tiendas oficiales del Fútbol Club Barcelona, abiertas de par en par a los clientes.
El club azulgrana emitió un comunicado censurando la condena a los líderes independentistas. Tiene una tienda ubicada en pleno Paseo de Gracia, la zona en la que anoche se registraron numerosos incidentes por esas condenas otra vez entre elementos violentos y los Mossos d’Esquadra. Su escaparate se salvó de la iras de los radicales o las pintadas. Al otro lado del mostrador atiende, con un polo del club, un chico que parece poco más mayor que Ansu Fati, la última perla de la cantera culé. “Estamos pendientes de cerrar si pasa algo”, dice.
Mientras coloca artículos en el mostrador donde hay unos llaveros de Messi, otros dos compañeros atienden a los clientes. En la puerta, un guardia de seguridad entra y sale del local. Parece inquieto. Ese “algo” que puede pasar son los piquetes informativos de la huelga a los que temen todos los negocios que han apostado por prestar servicio este viernes. Muchos de ellos tienen la chapa metálica medio cerrada en un sí pero no. Por la mañana la situación estaba tranquila, recuperándose de la borrachera violenta de la noche. Se dejaba notar también en el asfalto dañado por las barricadas calcinadas.
"Estamos para proteger a los clientes"
Grupos de independentistas pasean con esteladas por la ciudad. El escenario es parecido a las primeras horas de una ciudad que va a albergar la final de un campeonato importante y sus aficionados, engalanados con banderas, comienzan a tomar posiciones. En este caso hacen tiempo a la espera de que por la tarde confluyan las distintas marchas convocadas por la ANC y Ònmium que llevan varios días recorriendo a pie Cataluña y cortando carreteras. Se da por hecho que esta noche volverán a registrarse actos violentos.
Casi todos los locales que están abiertos tienen un guardia de seguridad en la puerta y a veces hay más de uno. Es el caso de un supermercado de La Rambla. “Nosotros hoy estamos aquí para proteger a los clientes. No sé si vamos a tener que cerrar. A ver si nos dejan tranquilos. De momento estamos abiertos”. De momento. Ese matiz se repite en casi todos los comerciantes. La consigna es clara: si vienen los piquetes no habrá enfrentamiento. Cerrarán y punto.
El Café El Fornet está en la calle Aragó, zona caliente esta semana de violencia. “¿Está mañana teníamos algo roto? No, hoy no. Ayer sí”, hace memoria una de sus camareras. Trabajan a toda velocidad sirviendo cafés. “Hemos venido a trabajar voluntariamente, porque si no vienes te descuentan ese dinero y porque no estamos de acuerdo con la huelga. Pero que quede claro que no nos han obligado”. Al salir, en la misma acera, hay varias señales de tráfico arrancadas la noche anterior por los radicales para hacer sus barricadas.
A pocos metros de ese lugar está Il Café de Francesco. Tanto las jardineras como la carpa de su terraza fueron arrasadas por los radicales para la enésima barricada. Tal fue la violencia contra el local que hubo un conato de enfrentamiento entre dos de los exaltados. “Llevamos 70 horas de protestas y esto no va de destrozar restaurantes”, le gritó uno a otro. Hubo que separarles para que no llegasen a las manos entre ellos. A pesar de los estragos que le provocaron las protestas por la sentencia del procés, Il Café de Francesco amaneció ese viernes cerrado con un cartel en la puerta: “Cerrado por dignidad”.