España

Un grupo de agencias busca desbancar a S&P, Fitch y Moodys

Todo seguidor de la información económica sabe del peso de las agencias de calificación anglosajonas. ¿Quién no ha leído estos años sobre recortes de nota crediticia auspiciados por Fitch, Moody´s, Standard & Poor´s?

Todo seguidor de la información económica sabe del peso de las agencias de calificación anglosajonas. ¿Quién no ha leído estos años sobre recortes de nota crediticia auspiciados por Fitch, Moody´s, Standard & Poor´s? Pero este oligopolio no disuade a otras menos influyentes pero que quieren ocupar, sin prisa pero sin pausa, su hueco: ahí están la norteamericana AMBest, la india CIBIL, la nipona Japan Credit Rating… o la china Dagong, cuya interpretación de la solvencia de países y entidades puede dar al traste con antiguas creencias económicas occidentales. 

Todas quieren crecer y ganar peso específico, al calor del desprestigio creciente de las entidades dominantes. Sus diferentes modelos para calificar, su independencia y su prudencia son las banderas que enarbolan. Son muchos ya los analistas que creen que ha llegado el momento de darles más cancha.

“Hay espacio para auditorías mejores. Cuando evaluamos algo nos tomamos nuestro tiempo. No somos de la opinión de que si la economía crece hay que subir automáticamente la nota de la deuda y viceversa”, responde al teléfono Fergus McCormick, responsable de calificación crediticia de DBRS, otra de esas agencias –es canadiense- que ahora salen a la palestra gracias al desprestigio de las tres mastodónticas.

DBRS, que sigue las pautas de S&P, Fitch y Moody´s –es decir: valorar por encima de todo la fluidez del crédito o la capacidad de financiarse asumiendo más deuda-, apuesta por vender su “cultura canadiense”, “más conservadora, más flemática”, dice Mc Cormick. Está en casi 30 países y tiene 200 empleados.

Números parecidos a los de la china Dagong: 500 trabajadores y una forma de evaluar a Estados y empresas que rompe moldes. Aunque nace en 1994, ha sido a raíz de la crisis sistémica cuando esta entidad ha emergido. La agencia china, por ejemplo, concede especial relevancia a la “capacidad de crear riqueza” y a las “reservas internacionales” –algo en lo que Pekín, es cierto, juega con ventaja, pero en lo que Fitch, Standard & Poor's, o Moody's apenas reparan, como les acusó la propia Dagong-.

La versión europea

“[Las tres anglosajonas] deberían garantizar la seguridad del sistema financiero mundial”, acusó a finales de septiembre Guan Jianzhong, presidente de Dagong. “Y sus criterios están cargados de errores”, añadió. “Es completamente falso que la evaluación de un Estado dependa de si fluye el crédito. O de que la insolvencia de ese mismo Estado lleve a sus empresas a la quiebra”.

Ni qué decir tiene que la nota que la agencia china asigna a Reino Unido o EE UU –dos países con deudas más abultadas que la de España- es mucho más baja que la de las tres anglosajonas. “La capacidad de Estados Unidos para reembolsar su deuda es muy débil”, justificaba Jianzhong. 

Quizá por motivos similares en Bruselas llevan desde abril preguntándose si no sería mejor crear una agencia de calificación europea. Por eso y porque Moody´s, S&P y Fitch no han dado ni una desde que se desencadenó la tormenta en el sistema financiero (en 2008 Lehman Brothers mantenía la triple A; y hay decenas de casos más).

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