Algunos consejeros de la antigua Cajamadrid están ya al tanto del problema y dudan de que, con la contabilidad real sobre la mesa, Bancaja sea sostenible dentro de Bankia. “Nos damos un ejercicio” aseguran.
Sin embargo, los términos de la fusión no permiten la marcha atrás, lo que significa que el lastre de la caja mediterránea puede ser fatal para Bankia. El contrato de fusión establece que “a partir del 1 de enero de 2011, la Sociedad Central asume la obligación de atender al pago de las pérdidas (antes de impuestos) generadas en la explotación del negocio” y que la disolución de Bankia antes de un período de 15 años sólo está justificada por “incumplimiento grave y reiterado de obligaciones” y conllevaría “una penalización por importe equivalent a un 30% del total de los recursos propios computables del Grupo consolidado multiplicado por la participación de la Caja incumplidora en el Banco”.
Esos términos contractuales significan –según los consejeros de Cajamadrid—que Bankia es responsable a todos los efectos y que Bancaja no puede pagar la disolución en ningún caso.
Algunos de esos consejeros aseguran que hay que antes de tomar una decisión sobre el futuro de la entidad se toman ese ejercicio de plazo.