La incertidumbre generada por el anuncio del Gobierno heleno de someter a referéndum la decisión de aceptar un segundo rescate acordado por Bruselas ha afectado también a Portugal, uno de los tres países europeos -junto con Grecia e Irlanda- que solicitó la ayuda financiera de la UE y el Fondo Monetario Internacional (FMI).
El Tesoro luso, que tenía previsto colocar entre 1.000 y 1.500 millones de euros, decidió cortar la emisión de hoy en 1.244 millones, la mayor cantidad que estaban dispuestos a comprar los inversores a un interés inferior al 5 por ciento.
La demanda total para adquirir estos títulos a tres meses duplicó la oferta, igual que en la última ocasión.
La penalización de hoy, del 4,99 por ciento, es la más alta de todo el 2011 en subastas de letras a tres meses y casi triplica la obtenida en una emisión similar hace justo un año, cuando vendió 500 millones de euros a una tasa del 1,82 por ciento.
La presión de los inversores se hizo más patente en el mercado secundario, donde los compradores de deuda ponen a la venta los títulos adquiridos en subastas públicas.
Las obligaciones lusas a dos años cotizaban al 20,3 por ciento de interés, apenas unas centésimas por debajo de su máximo histórico, alcanzado a mediados de julio.
Los mercados ejercían mayor presión sobre estos títulos que a la deuda a cinco y diez años, lo que refleja que sus dudas son mayores a corto que a largo plazo.
Portugal continúa así sumergido en la llamada crisis de la deuda soberana, responsable de un progresivo encarecimiento de su financiación que le llevó en abril a solicitar el rescate de la UE y el FMI.
Las instituciones internacionales acordaron con las autoridades lusas un préstamo de 78.000 millones de euros -concedido en condiciones más favorables que las que actualmente podría obtener en el mercado-, aunque como contrapartida exigió la adopción de un severo plan de reformas que el actual Ejecutivo aplica a rajatabla.
De hecho, este programa de ajustes ya ha sido considerado como insuficiente debido a la aparición de dos "agujeros" en sus cuentas públicas por más de tres mil millones de euros, lo que provocará la adopción de nuevas y más profundas medidas de austeridad para los presupuestos de 2012.
El Gobierno luso, de signo conservador desde las elecciones celebradas en junio -desalojando así a los socialistas tras seis años en el poder-, confía todavía en cumplir con los objetivos pactados con la UE y el FMI, entre ellos el de rebajar su déficit público en más de tres puntos, hasta el 5,9 por ciento del PIB.