A las puertas del 20-N es hora de pasar facturas y hacer evaluación de resultados. Zapatero ofreció ayer una rueda de prensa a la salida del G-20 en la que reconoció que ya es imposible que rescaten a España estando él al frente del Gobierno. No le falta razón, ya que por ahora, los mercados tienen a nuestra economía en un sitio algo menos dramático que Grecia, Italia o Portugal. Además, los inversores están descontando ya lo futuro y el cambio de inquilino en Moncloa abre cierto resquicio a la esperanza. Tiempo muerto… de momento.
ZP garantizó que España tiene capacidad para financiarse por sí misma sin nuevos ajustes y se ha mostrado convencido de que los sacrificios realizados le alejan del grupo de países periféricos con problemas, como Grecia e Italia.
Aunque sacó pecho, es preciso reconocer que los sapos que se ha tragado han tenido un cierto efecto en nuestra economía. Y es razonablemente medible: 80 puntos básicos de diferencial a favor de España respecto a Italia.
Nuestro presidente dijo, sin cortarse, que es "extraordinariamente importante" lo logrado en España, ya que al menos no se tiene que pedir ayuda y se ha evitado "un plan de condicionalidad (sic) muy duro". Y, ojo, "no va a ser necesaria ninguna medida más", se ha permitido decir. Total, para lo que le queda.
Zapatero, que reconoció que las decisiones de estos últimos tiempos no han sido fáciles, hizo hincapié en que el Gobierno no estará satisfecho hasta lograr reducir el desempleo, un problema "que va a costar más trabajo superar". Un asunto que ya no arreglará él y que sin duda, además, no tiene la menor gana.
El paro, demoledor
Es cierto que desde Moncloa ya no verá un rescate sobre España (salvo cataclismo, que todo podría ser) pero también que esos mismos ojos han visto los cinco millones de parados. Qué poco duró el tiempo de negar la crisis a voz en grito.
Después de penar en el valle de lágrimas de la crisis y ser señalado de manera vergonzante por Obama, Merkel y los mercados, el amigo Berlusconi ha echado un capote. Italia nos ha adelantado en torpeza, lo cual ha dado algo de oxígeno a España. Al líder mediático no le aguantan ni en su propio partido y está afrontando una crisis de Gobierno similar a la de Papandreu en Grecia.
Aun así, conviene recordar que el 5,50% en que está nuestra deuda es una cifra dramática. El año que viene hay fuertes vencimientos, por encima de los 150.000 millones de deuda y será vital que Rajoy o quien sea, emprenda reformas que rebajen la rentabilidad de referencia y, así, permita al Tesoro refinanciarse lo más barato posible. Nos va mucho a todo.
El líder de la oposición ya ha dejado más o menos claro por dónde van a ir los tiros y la música parece que no les está sonando del todo mal a los grandes inversores. Seguro que por ahí se manejará más o menos bien el hasta ahora líder de la oposición. Su gran asunto será meter en cintura a la banca y aflorar de una vez las pérdidas que tienen en balance... sin que llegue el cataclismo. Atentos. La oleada de segundas fusiones se pondrá en marcha el 21-N, con toda certeza.