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Génova se había preparado para una 'cocina' del CIS desfavorable, un barómetro que acortara la distancia entre PP y PSOE a modo de balón de oxígeno para el candidato socialista, Alfredo Pérez Rubalcaba. Incluso aseguraban que un sondeo más ajustado les venía bien para que los suyos no se durmieran en los laureles. Pero hete aquí que el CIS ha batido al más favorable de los sondeos para el PP disparando a Rajoy hasta los 190-195 escaños, acercándolo a esa cifra imposible de los 202 diputados de Felipe González de 1982 y llevando al PSOE a resultados preconstitucionales (116 diputados).
La barrida de los populares, con 16,7 puntos de distancia con respecto a los socialistas, no tiene precedentes. Tampoco lo tiene que, por vez primera, el CIS coloque al PSOE por debajo del 30 por ciento de los votos o que el 61,5 por ciento de los ciudadanos crea indispensable un cambio de gobierno frente a un exiguo 19 por ciento que opina lo contrario. Las claves del espectacular resultado del CIS residen en la diferencia entre el recuerdo de voto y en voto más simpatía, que benefician al PP, según analizan en Génova.
Sin embargo, en el cuartel general de los populares no se ha descorchado el champán. Es más, creen que puede ser el dato que les falte a un buen puñado de indecisos votantes socialistas para intentar evitar la avalancha popular y la debacle del PSOE. "A lo mejor lo que buscan es movilizar al voto de la izquierda" señala desde Génova uno de sus expertos en sondeos que advierte que "nunca hay que parar hasta que la carrera ha terminado", en alusión a la campaña electoral. Rajoy suele usar otro símil deportivo cuando, ante las confianzas excesivas, dice aquello de "el partido está cero a cero".
La susceptibilidad de los populares en cuanto a la tan llevada y traída 'cocina' del CIS quedó plasmada a media mañana cuando el vicesecretario de Comunicación, Esteban González Pons, escribió en twitter "CIS: empate PP-PSOE en intención directa de voto de 25% y sin embargo dan 17 puntos al PP. La cocina del CIS huele a tostada". Con menos eufemismos lo dijo el líder de los populares andaluces y vicesecretario de Política Territorial del PP, Javier Arenas, que cuestionó los resultados del sondeo por entender que éstos responden a “una estrategia del PSOE para desmovilizar a los votantes del cambio”.
Un buen escenario para Rubalcaba
La abrumadora distancia PP-PSOE no recoge siquiera los efectos de la última EPA, el pasado viernes, que situó al país al borde de los cinco millones de parados. En cambio, los últimos días del muestreo (del 6 al 23 de octubre) sí coincidieron con el anuncio de ETA de cesar definitivamente su actividad terrorista, lo que, en teoría, debería haber beneficiado al candidato socialista. No era el peor de los escenarios para él.
En Ferraz se aferran a la mejor valoración del Rubalcaba sobre Rajoy (4,54 frente a 4,43) para pensar que aún hay posibilidades de escalada electoral. El candidato socialista señaló en un acto con jóvenes que la “indiferencia” “es muy mala para la izquierda porque la izquierda, si tiene algún poder, es el poder de la gente. No tiene poder económico o mediático. Si nuestros votos se quedan en casa porque la gente cree que no valen nada, la izquierda tiene un problema”.
Quizá se le olvida decir al candidato socialista que, en ese escenario, él mismo también tiene un problema, desde el momento en que federaciones poderosas como las de Andalucía, Madrid, Cataluña y Extremadura, quieren la celebración inmediata de un congreso del partido si la bofetada es similar a la que anuncia el CIS, según informó Vozpópuli.