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Europa y EE.UU, ante un vencimiento de deuda de 10 billones de dólares en 2012

Un fantasma recorre Europa: el fantasma de la deuda. El año que viene vencerá una cantidad descomunal de deuda bancaria y de deuda pública, un volumen desconocido que amenaza con enterrar los cimientos del sistema financiero. Según Moody´s, la banca global (no sólo la europea) necesita colocar tres billones y medio de dólares en bonos y obligaciones en 2012. Palabras mayores.

Un fantasma recorre Europa: el fantasma de la deuda. El año que viene vencerá una cantidad descomunal de deuda bancaria y de deuda pública, un volumen desconocido que amenaza con enterrar los cimientos del sistema financiero. Según Moody´s, la banca global (no sólo la europea) necesita colocar tres billones y medio de dólares en bonos y obligaciones en 2012. Palabras mayores. A esto hay que sumarle al menos otros 6,5 de vencimientos no bancarios y soberanos a ambos lados del Atlántico, hasta un total que roza o incluso supera los 10 billnoes (en términos españoles) de dólares. 

¿Dónde emplazarla? “Las cifras son mareantes”, reconoce el economista Alejandro Inurrieta, que ha publicado estudios sobre el tema. Las deudas bancarias llamadas a extinguirse en países como Irlanda o Alemania suponen, respectivamente, el 40% y el 50% de su deuda total. En Estados Unidos, Reino Unido, Portugal o España las cifras no andan lejos.

En nuestro país, con una deuda total, pública y privada, próxima al 400%, tal como avanzó en su momento Vozpópuli, los vencimientos de deuda en 2012 superarán el 40% del PIB, donde aproximadamente 150.000 millones de euros corresponden a las administraciones públicas, 200.000 millones al sistema financiero, y el resto a empresas no financieras.

También es llamativo el vencimiento de deuda pública y privada en Estados Unidos para 2012, que al igual que el caso Español, se situaría por encima del 40% del PIB. Sin embargo, en vólúmen es descomunal, sobre los 5 billones de dólares.

Ante este panorama, cualquier comprador puede exigir en una subasta unas condiciones que lleven a las entidades financieras emisoras a perder dinero. “Se avecinan tensiones en los mercados de deuda muy bruscas”, plantea Inurrieta, a quien se le ocurren dos escenarios: o bien se incrementa el interés de la colocación, “lo que puede encarecer la financiación estatal”, o bien aumenta tanto el riesgo “que las probabilidades de impago se hacen realidad”. El francés Franck Biancheri, gurú de la actual crisis y director del think-tank Leap / Europe 2020, lleva tiempo avisando de que el año que viene quebrarán entre un 10% y un 20% de bancos occidentales. 

Del mayorista al corto

Paradójicamente, el pasivo bancario de Grecia no es tan elevado –menos del 10%-; pero éste se ve brutalmente desestabilizado por su deuda pública. Las necesidades de financiación soberana helena se arrimarán al 30% de su PIB en 2012.

Las entidades financieras suelen (o solían) financiarse en los mercados mayoristas: un 45% de la banca europea acudía a esta fuente, percibida ahora como más peligrosa; pero casi todos estos mercados han echado el cierre y restringido el grifo del crédito. Así que acuden a los mercados a corto, donde la rentabilidad en teoría exigida es baja, pero en la práctica no: el bono griego a cinco años se emite al 5%. Y luego están los fenómenos de rollover –elevado ratio de refinanciación- y repricing –la deuda vence en poco tiempo y los tipos suben- para agravar más las cosas.

La solución no es buscar más nichos donde financiarse. Ya no los hay. Y todo apunta a que los países emergentes no van a adquirir deuda sin la seguridad de que ésta vaya a ser devuelta. El propio Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF), dotado de un billón de euros, carece de la triple A. “Hay países que pueden quedar fuera del mercado”, lamenta Alejandro Inurrieta.

“La posible solución puede llegar a través de una quita a la banca alemana, después a la francesa –ambas son las más apalancadas- y luego a la banca periférica”, opina este economista. Él y otros defienden las quitas desde 2007, cuando abogar por la reestructuración significaba estar chalado. Hoy, las cosas han cambiado.  

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