La venta de Torre Picasso por parte de FCC ha sido un proceso largo y complicado debido principalmente a las dificultades que presentan los mercados de crédito. Pero además, la historia tuvo un punto más de suspense cuando Amancio Ortega, el inversor que finalmente se ha quedado con el preciado activo, sembró la incertidumbre al asegurar que le había surgido otra operación en el sector y que no compraría el emblemático inmueble.
La constructora controlada por Esther Koplowitz ha dado la vuelta al mundo para tratar de vender la imponente torre de oficinas que controlaba al 100% desde 2007, cuando adquirió a El Corte Inglés el 20% que aún no poseía. Sin embargo, el grupo se encontró con que los inversores tradicionales le pedían probablemente lo único que FCC no podía darles: tiempo.
La compañía quería cerrar la venta antes de que finalizara el año para alcanzar el objetivo anunciado por su presidente y consejero delegado, Baldomero Falcones, de cerrar 2011 con una deuda en el entorno de los 7.500 millones de euros.
Las restricciones de crédito derivadas de la crisis complicaban en exceso las opciones de los inversores, que precisaban de algunos meses más para intentar armar una oferta competitiva. Sin estos problemas, el fundador de Inditex y poseedor de una de las mayores fortunas del mundo se encontraba en el extremo opuesto. Es decir, no sólo no le hacía falta recurrir a la inaccesible financiación bancaria sino que buscaba con ahínco potenciales inversiones que le hicieran reinvertir el patrimonio extraído de sus grandes sicav y así evitar la correspondiente penalización fiscal.
Complicaciones de última hora
Ortega llegó “cheque en mano” y ofreció desde el principio los 400 millones de euros que finalmente ha pagado. Se mantuvo firme hasta hace un mes, cuando se descolgó con que otra operación le había hecho desistir de Torre Picasso. Sin el dueño de Zara, la maniobra se complicaba hasta límites insospechados porque el resto de los inversores seguían pidiendo tiempo a la espera de que la tormenta en los mercados amainara.
Pero Amancio Ortega rectificó a tiempo, justo para hacerse con Torre Picasso antes de que finalizara el ejercicio. De esta forma, continúa armando su particular Monopoly en el eje del madrileño Paseo de la Castellana mientras que FCC cierra el año con sus objetivos de deuda cumplidos, como reflejaban horas después los análisis de Caja Madrid, Cheuvreux y Banco Sabadell.
No obstante, el calado de la operación ha ocasionado un cierto impacto en la compañía, toda vez que Torre Picasso era una de las joyas de la corona del grupo. La maniobra deja bien a las claras, como indica Cheuvreux en su nota para clientes, que FCC está dispuesta a vender incluso “las vacas sagradas”, lo que la firma de análisis de Crédit Agricole considera como una “buena noticia”.
Pero FCC lleva tiempo vendiendo activos y algunos dentro de la casa se preguntan de dónde vendrán los ingresos cuando se haya liquidado el patrimonio. Las valoraciones de los analistas son más benévolas ya que mantienen sus recomendaciones de comprar. Bien es cierto que también suelen ser más frías.