Mitt Romney se acomodó hoy en el papel de claro favorito para asumir la candidatura republicana a la presidencia de Estados Unidos, en un debate en el que sus rivales llegaron a dirigirse a él como el virtual ganador de las primarias. La situación económica y los ataques en torno a las estrategias de campaña centraron el primero de los dos debates que los precandidatos republicanos mantendrán en Carolina del Sur antes de que se celebren las primarias en ese estado, el 21 de enero.
El blanco claro en el escenario -por encima del presidente Barack Obama- fue Romney, impulsado por la retirada y consiguiente respaldo el mismo lunes de uno de los aspirantes, Jon Huntsman. Sus cuatro contrincantes restantes, que compiten por acumular el voto conservador del partido frente al tradicional que encarna Romney, afilaron sus dardos contra el gobernador de Masachusets, instándole a ser más transparente en sus cifras de campaña.
"Mitt, necesitamos que divulgues tu declaración de impuestos para que la gente en este país pueda ver cómo ganas tu dinero. No podemos despedir a nuestro candidato en septiembre. Debemos saberlo ahora", dijo el gobernador de Texas, Rick Perry, quien aseguró que él ha hecho públicos sus datos al igual que otros aspirantes.
Preguntado al respecto por un moderador del debate, Romney se mostró visiblemente incómodo con la idea, aunque concluyó que "tradicionalmente, esos datos se han divulgado alrededor de abril de cada año, y eso es probablemente lo que haré".
Una ‘avalancha de ataques personales’
El fuego cruzado que los aspirantes han lanzado a través de los anuncios de su campaña también protagonizó el debate, especialmente después de que Huntsman lamentara, al retirarse, que la carrera hubiera "degenerado en una avalancha de ataques personales".
El ex portavoz de la Cámara de Representantes, Newt Gingrich, defendió su agresiva propaganda contra Romney al señalar que "hacer preguntas es de lo que se trata una campaña". "Debemos asegurar al país que quien nominemos tenga un historial que pueda enfrentarse al de Barack Obama con mucho éxito", indicó, apuntando a que ese candidato en cuestión será Romney.
Mientras que el congresista Ron Paul defendió los anuncios que "saquen a la luz la verdad" sobre un candidato, el favorito en la carrera se quejó de ser objeto de ataques "onerosos y completamente imprecisos".
En un candente duelo con Gingrich, Romney aseguró que las acusaciones que su rival hace contra él en uno de sus anuncios es "probablemente, la mayor patraña desde Bigfoot", y arremetió contra los Comités de Acción Política (PAC) que permiten recaudar dinero y hacer propaganda en nombre de un aspirante en particular.
Conscientes de que Carolina del Sur arrastra una tasa de desempleo del 9,9%, los aspirantes afinaron su perfil económico y de creación de empleo, y Perry se atrevió a asegurar que el estado "está en guerra con el Gobierno federal".
A su vez, Gingrich y Perry criticaron al ex gobernador de Masachusets por su etapa al frente de Bain Capital, una empresa de capital privado que compraba compañías con el fin de remodelarlas, tras lo cual muchas se declararon en bancarrota.
La bancarrota, “oportunidad de restructuración”
Romney insistió en que cuando él dirigió la compañía, en los años 80 y 90, ésta tenía sólidos resultados, y defendió que la bancarrota es, a veces, una "oportunidad de reestructuración" para las empresas.
Pero el momento más incómodo para el favorito en el debate llegó cuando un moderador preguntó si habría firmado la misma ley de gastos de defensa que Obama rubricó el 31 de diciembre, y que impone custodia militar a todo detenido por terrorismo.
La respuesta afirmativa de Romney desató un abucheo generalizado entre la audiencia. "Aquellos que han colaborado con Al Qaeda no tienen derecho a un proceso legal corriente. Deben ir a la cárcel", explicó.
El ex senador Rick Santorum disintió al señalar que "debería mantenerse el estándar de que los ciudadanos estadounidenses retenidos indefinidamente tengan derecho a ser juzgados".
Días después de emitir en Florida su primer anuncio en español, Romney se defendió frente a quienes le ven como un candidato opuesto a los intereses de los hispanos, especialmente por su promesa de vetar el "Dream Act", un proyecto de ley que abriría un camino a la ciudadanía para algunos indocumentados menores de 16 años.
"No debería haber favoritismos para aquellos que han entrado en el país ilegalmente, por encima de quienes han esperado pacientemente y de forma legal", subrayó.