España

Albert Rivera enfría su relación con los grandes del Ibex: "Ya no admito presiones"

El cinturón financiero que ayudó a Albert Rivera a pegar el salto a Madrid le mira con recelo. “Ya no admito presiones”, ha respondido a algunos empresarios partidarios de que facilite la formación de Gobierno.

  • Albert Rivera y José Manuel Villegas, en el Congreso.

La mayoría de los patriarcas del Ibex que antes del 20D quisieron reunirse a solas con Albert Rivera para conocerle personalmente y medir sus capacidades, lo hicieron sin problemas, una facilidad que ninguno encontró con Pablo Iglesias. El líder de Ciudadanos, que fraguó durante su etapa catalana una estrecha relación con personas como Isidro Fainé o Josep Oliú, pegó el salto a Madrid y amplió el perímetro de sus contactos a César Alierta, Francisco González, Ignacio Sánchez Galán, Rafael del Pino y otros destacados empresarios, a los que sedujo con un  mensaje claro de regeneración política y de renovación de los patrones clásicos de la derecha. Ha pasado casi un año y este entusiasmo del cinturón financiero que ayudó a Rivera a costear su aventura nacional “ha disminuido de forma notoria”, aseguran fuentes empresariales.

"Recibe muchas llamadas todos los días y no puede atender a todas", se justifica el entorno de Rivera

“Ya no admito presiones”, ha sido la respuesta que han recibido de Rivera algunos de estos empresarios tras aconsejarle que se esfuerce en allanar a Mariano Rajoy la formación de Gobierno pasando de la abstención gratuita al voto afirmativo. A otros, ni siquiera les ha cogido el teléfono. “Recibe muchas llamadas diarias y no puede atender a todas. En ocasiones responde y en otras no, pero no hay en esta actitud ninguna actitud chulesca, sencillamente es que hay días en que no da más de sí”, justifica uno de sus colaboradores.

Atrapado en una ratonera

En las conversaciones que algunos dirigentes de Ciudadanos han mantenido en las últimas semanas con altos cargos del PP, les han trasladado su sensación de estar atrapados “en una ratonera”. Ello puede explicar que Rivera diga una cosa por la mañana y José Manuel Villegas, su mano derecha, otra totalmente distinta por la tarde. Los periodistas ya están acostumbrados a ello, tanto como a escuchar como algo coherente la exigencia de la retirada de Rajoy, algo que un sector de Ciudadanos consideraría un grave inconveniente para sus intereses teniendo en cuenta que un liderazgo en el PP como el de Alberto Núñez Feijóo, por ejemplo, probablemente colocaría a Rivera en dirección a la penosa senda recorrida hasta hace ocho meses por Rosa Díez (UPyD).

Fuentes empresariales vinculadas al circuito de Ciudadanos creen que, antes de enfrentarse a unas nuevas elecciones y arriesgarse a ver como mengua de nuevo su presencia parlamentaria, Rivera intentará vestir el muñeco durante el mes de agosto para justificar su voto afirmativo a Rajoy e intentar arrastrar al PSOE a la abstención.

Algunos empresarios próximos al líder de Ciudadanos todavía confían en que cambie la abstención por el voto afirmativo a la investidura

Esta operación, aseguran fuentes de la dirección del Partido Socialista, la tendrá que conducir Rivera en medio de crecientes dificultades, ya que su relación con Pedro Sánchez no es la que era en febrero pasado cuando firmó su “acuerdo de Gobierno” –el jefe de Ciudadanos comenta ahora en privado que su homólogo socialista es “un poco corto” – y su química personal con Rajoy es y ha sido siempre “inexistente”.

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