Mucho se habla en estos días de la cruzada del Gobierno contra el diésel y otras sustancias que contaminan el aire exterior. Sin embargo, hay quienes creen que el mayor enemigo de la calidad del aire que respiramos "está en casa". Y nunca mejor dicho.
El experto en mediciones de calidad del aire interior Carles Surià alerta de que ocho de cada diez hogares que visita tienen un aire "más contaminado o potencialmente tóxico" que el que se encuentra en la calle en los principales contaminantes. Surià cita asimismo un informe de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA), que estima que el 72% de la exposición a químicos se produce en interiores.
El experto en contaminación del aire del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Xavier Querol, que "no se puede decir que a nivel general el aire de las casas esté más contaminado que el de las calles" sino que "depende de qué contaminante se esté hablando" aunque es evidente que el aire interior "es el gran olvidado por la Administración".
En este sentido, Surià destaca la importante mejora que supuso en el año 2006 el Código Técnico de la Edificación, que implantó la obligación de un aporte exterior de aire para extraer el aire interior contaminado. El problema es, según afirma, "el limbo en que se encuentran los edificios construidos con anterioridad y que constituyen la mayoría del parque de viviendas".
"La Administración no aborda el tema en parte por aquello de no meterse en el ámbito privado de las familias pero lo cierto es que tenemos un gran foco de contaminación en los hogares, y yo me pregunto ¿por qué las administraciones no amplían los estándares de calidad de los productos de consumo para asegurar que no emitan contaminantes al espacio interior? ¿Por qué no se realizan campañas de sensibilización? Es evidente que reducir la contaminación interior disminuiría el gasto sanitario y los periodos de baja”, apunta Surià. "Hace falta mucha más sensibilización en materia de aire interior", comparte Querol.
Los contaminantes
"Estamos hablando de sustancias reconocidas por la Legislación como el plomo, el cadmio, el arsénico, el benzopireno o el benceno, que según otro estudio de la EPA, pueden encontrarse en las casas en cuotas de entre dos y cinco veces más que en la calle, donde se están dirigiendo ahora la mayor parte de los esfuerzos", insiste Surià.
Tanto él como Querol coinciden en que los principales emisores de contaminación del aire interior son los productos de limpieza y desinfección, los materiales de construcción y los productos de tratamiento de superficies como por ejemplo las pinturas, y los barnices de los muebles. Dichas emisiones se ven agravadas con hábitos no adecuados de ventilación, aunque Querol añade que sustancias contaminantes como el monóxido de nitrógeno, el ozono y las partículas de suspensión pueden infiltrarse desde el exterior. El ozono, añade Surià, también se genera en interiores a partir de la luz ultravioleta de las fotocopiadoras láser o las lámparas de descarga.
Entre los contaminantes más frecuentes con valores más altos en los hogares sobresalen las sustancias orgánicas o compuestos orgánicos volátiles como el limoneno o el benceno- derivados, por ejemplo, de los disolventes o los hidrocarburos aromáticos-, que causan problemas respiratorios, irritación en los ojos y la garganta, mareos, irritabilidad y dificultad de concentración.
La contaminación biológica o de desechos orgánicos, provocada por hongos, ácaros, heces y acumulaciones de agua, puede causar asimismo problemas en las vías respiratorias. Su presencia, explica Surià, "se está incrementando en los hogares a medida que se rehabilitan viviendas y se incrementan los aislamientos térmicos de las carpinterías para ahorrar energía sin la debida precaución. Se reforma frecuentemente sin permitir la permeabilidad del vapor de agua, que se condensa en las paredes frías de fachada donde se expanden los hongos. En estos espacios se incrementa la humedad y se forman las condiciones adecuadas para la proliferación de ácaros en colchones o cortinas".
Otra fuente de problemas son las partículas en suspensión. "Penetran en el sistema respiratorio con la respiración. Son de los peores contaminantes para la salud humana y más frecuentes cuanta más carga electrostática haya en el ambiente", dice Surià. "Las partículas más finas pueden llegar a los alvéolos pulmonares y desde allí llevar sustancias nocivas en zonas muy sensibles y agravar patologías".
Sustancias cancerígenas
Capítulo aparte, en cualquier caso, merecen ciertas sustancias hogareñas que están consideradas como cancerígenas. Es el caso por ejemplo del gas radón, la segunda causa de cáncer de pulmón, y especialmente problemático en zonas con suelos graníticos como Galicia - donde el clima frío suele impedir una correcta ventilación de los hogares, Extremadura, Castilla y León, Madrid o con arenisca como en El Maresme en Cataluña.
El Gobierno tramita en estos momentos un decreto con medidas dirigidas a regular este gas - Bruselas le había puesto febrero como límite para hacerlo -. Según ha estimado el experto Luis Quindós, el radón estaría afectando a unos 200.000 hogares españoles y provocando más de 1.000 muertes al año.
Otra sustancia sobre todo presente en zonas interiores que está considerada como cancerígena es el formaldehído, que, según apunta Surià, se puede encontrar en cosméticos por su función conservante y antibacteriana, en adhesivos que unen tableros de melamina y en barnices de la madera. En la ropa y en productos de limpieza se puede utilizar para su función antibacteriana.
A bajas concentraciones el formaldehído puede provocar náuseas e irritaciones en los ojos, la piel y el tracto respiratorio. La inhalación de formaldehído a altas concentraciones puede resultar incluso cancerígena según la Comisión Europea y la OMS. "Para un interior el valor óptimo debería ser 0,0 ppm", dice Suria. "Afortunadamente el uso de formaldehído se encuentra regulado en algunos de los productos que lo generan si bien se siguen encontrando edificios con niveles altos de formaldehído".