Este jueves 17 de octubre se producirá, tras semanas de tensiones, la esperada reunión entre el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, y el ministro de Transportes, Óscar Puente. El motivo, como no podía ser de otra forma, es el inicio de las obras para soterrar la A5.
El primer edil de la capital se juega mucho en los próximos meses. Por un lado, la mencionada labor, la cual entrará en la lista de las grandes obras civiles llevadas a cabo en la ciudad de Madrid. Este soterramiento conseguirá reducir en gran medida los ruidos y emisiones contaminantes esparcidas a la atmósfera por los más de 80.000 vehículos que atraviesan este tramo a diario.
Aunque el tiempo para llevarlas a cabo será de dos años, la obra se hará en dos fases. En primer lugar, el túnel cubrirá desde la Avenida de Portugal hasta la Avenida del Padre Piquer, teniendo que finalizar en 2027 a más tardar. Después, ya inmersos en plena segunda fase, comenzará la Operación Campamento, extendiendo el soterramiento hasta la Avenida de la Aviación.
La inversión de esta primera fase asciende a 408 millones de euros, totalmente financiada por el Ayuntamiento de Madrid. Además, en 2026 se ejecutarán las obras en superficie del Paseo Verde, que transformará la actual autovía en espacios verdes con parques y zonas infantiles. Respecto a la segunda, el costo rondará los 400 millones, de los cuales el Estado aportará 150.
Almeida y Puente se reúnen para hablar de movilidad
Ambas administraciones tenían pendiente desde hace mucho tiempo sentarse para poner encima de la mesa un plan de movilidad común que aborde las necesidades de los madrileños durante los dos próximos años. Aunque el Ayuntamiento ya ha presentado el suyo, el cual consta de un incremento de los autobuses de la EMT, los interurbanos y una mayor frecuencia en los trenes del Metro. Sin embargo, queda por saber qué pasa con Cercanías, el gran medio de transporte para corta y media distancia que depende, íntegramente, del Ministerio de Transportes.
El tira y afloja entre Almeida y Puente gira en torno a la línea C5, la cual se espera sea reforzada durante los próximos meses. Además, está el inconveniente del automóvil. En diciembre, los usuarios pasarán de tener cinco carriles por sentido a solo dos, lo que perjudicará gravemente al tráfico, provocando atascos y retenciones kilométricas. Por ello, la M-40 juega un papel clave en todo ello.
La R5, autopista de peaje que conecta la M-40 con la entrada a la ciudad, se alza como la alternativa para solventar, en gran medida, el caos circulatorio. Al estar gestionada por la Sociedad Estatal de Infraestructuras del Transporte Terrestre, depende del Gobierno de España.
Almeida propone la gratuidad de la misma, pero Puente no está por la labor, y sigue mareando la perdiz, llegando incluso a proponer que el Ayuntamiento cubra una parte del gasto y el Ejecutivo, otra. Algo que en el consistorio no contemplan en absoluto. Como ejemplo, la gratuidad de la AP-7 a su paso por Alicante desde el pasado julio, situación que se ha prorrogado hasta febrero de 2025 para descongestionar la A-70.
Al igual que con la Consejería de Transporte de la Comunidad de Madrid, Óscar Puente ha ignorado durante mucho tiempo las cartas del Ayuntamiento, donde le habían pedido, por activa y por pasiva, una cita donde poder consensuar soluciones a un futuro automovilístico tan incierto.
Por tanto, el alcalde de Madrid afrontará esta reunión con Puente con la idea de cerrar, en las mejores condiciones posibles para los madrileños, un plan de movilidad que permita a los madrileños lidiar con estas obras sufriendo el menor impacto posible. Algo muy complicado, pues la complejidad de lo que se va a acometer cerrará, por fin, uno de los grandes capítulos pendientes de la capital en materia de urbanismo.