Lo advirtió Fernando Grande-Marlaska: la localización del autor de las amenazas con balas que marcó el transcurso de la campaña electoral no sería "sencilla". Un augurio que se ha cumplido a rajatabla. Se han cumplido tres semanas desde que el Gobierno anunciase la recepción de las cartas y no hay rastro del individuo que las envió. Las fuerzas de seguridad mantienen abiertas las pesquisas, aunque ahora están encalladas ante la falta de avances en las diferentes líneas de actuación.
Fuentes policiales consultadas por Vozpópuli insisten en que "no hay novedad" en el caso. La noticia tuvo lugar el pasado 22 de abril, en un contexto de tensión política por la campaña electoral madrileña. El Ministerio del Interior informó de que el titular de la cartera, Fernando Grande-Marlaska, el candidato de Unidas Podemos a estos comicios, Pablo Iglesias, y la directora de la Guardia Civil, María Gámez, habían recibido sobres con balas. La recepción fue posible gracias a un fallo de seguridad de Correos, que no detectó el contenido prohibido a través de los habituales sistemas de control.
Las pesquisas han avanzado poco desde entonces. En la mesa de los investigadores hay un puñado de piezas con el que intentan reconstruir el puzle, aunque de momento son insuficientes para hacer una composición total. Las pistas más relevantes son las que contenían los propios sobres: se han cotejado huellas dactilares y otros elementos que se han cruzado con las bases de datos policiales. Sin éxito.
Otro elemento que los investigadores tienen en cuenta en investigaciones de este tipo es la caligrafía del autor. Algunos rasgos característicos pueden servir para obtener datos del autor, aunque en la mayoría de las ocasiones los datos derivados de estas pesquisas son ínfimos. Más todavía en el caso de las cartas amenazantes, cuyo remitente evitó escribir la dirección de su puño y letra, y utilizó la plantilla de una regla escolar para redactar el mensaje: "Pablo Iglesias Turrión has dejado morir a nuestros padres y abuelos [sic] tu mujer, tus padres y tú estáis sentenciados a la pena capital tu tiempo se agota". Sin comas ni signos de puntuación.
La trazabilidad de las amenazas
La tercera vía para encontrar al autor es la trazabilidad de los mensajes. Las amenazas contra Iglesias, Marlaska y Gámez superaron los controles de los equipos de inspección de Correos en el Centro de Tratamiento Automatizado de Vallecas. Al margen de las decisiones que se adoptaron -Correos abrió expediente a la empresa subcontratada, que se quedó fuera en la última adjudicación en los servicios de vigilancia-, a los investigadores les sirvió para determinar de qué zona procedían las cartas.
En este sentido, hay que recordar que Correos tiene varios centros de tratamiento en España, que analizan el contenido de los paquetes en función de la zona geográfica desde la que se envió. Las amenazas se enviaron desde un buzón -no desde una oficina comercial- y las fuerzas de seguridad pidieron las grabaciones de las cámaras de seguridad próximas. Por el momento no hay novedades respecto a este frente de investigación.
Un caso similar es el de Isabel Díaz Ayuso. Los Mossos d'Esquadra intervinieron otra carta en Sant Cugat con balas en su interior. Como en el caso anterior, también se localizó el buzón desde el que se envió la misiva. Tampoco se ha identificado al autor de la amenaza, si bien se descarta que sea el mismo de las anteriores misivas.
Mención aparte para la navaja "aparentemente ensangrentada" que recibió la ministra Reyes Maroto. El autor fue identificado como un vecino de El Escorial diagnosticado de esquizofrenia que había enviado más cartas a otras figuras públicas. Había escrito su propio nombre en la carta y las autoridades le tomaron declaración en compañía de un familiar.
Crisis en la campaña electoral
Las cartas amenazantes dinamitaron la campaña electoral en la Comunidad de Madrid. La gestión de la pandemia dejó de ser el objeto central del debate y se comenzó a hablar sobre la seguridad de los candidatos, la condena de los hechos y la polarización social, supuesto caldo de cultivo de gestos como las amenazas.
Terremoto político que, más de tres semanas después, no ha encontrado respuesta con la identificación de los remitentes de las cartas. Una investigación que avanza a marchas forzadas. Expertos en seguridad sugieren que la excesiva publicidad de las amenazas dificulta las pesquisas, propiciando un perfil mucho más discreto del autor. Un extremo que desde el Ministerio del Interior se encargaron de desmentir: "Es bueno que se hable de estas cosas", valoró Rafael Pérez, secretario de Estado de Seguridad.