Madrid ocupa páginas destacadas en la prensa internacional. Y no es por la "relaxing cup of café con leche" en la Plaza Mayor ni por la exposición velazqueña y la familia de Felipe IV que ofrece el Prado. Son las basuras. Diez días sin limpieza han convertido a la ciudad en una cochiquera. La acción de piquetes sembrando de inmundicia las aceras y la ausencia del servicio tienen la culpa. Las empresas concesionarias de los trabajos, Valoriza, OHL y FCC no se avienen a alcanzar un acuerdo con los trabajadores. Cuestión de Eres y de despidos. Como suele ser habitual, un asunto muy mal menejado por las tres partes.
La alcaldesa decidió este miércoles reaccionar finalmente. Dio un ultimátum de 48 horas, utilizó palabras de calibre grueso como "huelga salvaje", "sabotaje" o "actitudes vandálicas" y anunció que se presentará denuncia ante el fiscal para que actúe contra quienes impiden el trabajo de los servicios mínimos. Contundente el mensaje pero, ¿algo tarde?
Martínez Pujalte fue más duro al destacar la responsabilidad del Consistorio en la huelga, al que recomendó más firmeza y mano dura al tratar con las concesionarias
Ana Botella se había ya sobrepuesto de los pitidos y los recuerdos ensordecedores del primer aniversario de la muerte de cinco adolescentes en el Madrid Arena. Aquel drama fue para la alcaldesa un zarpazo terrible que le sacudió recién instalada en el sillón que dejó libre Ruiz Gallardón para irse al Ministerio de Justicia. Cuando se había recuperado de aquel mazazo demoledor aconteció otro episodio negativo. Madrid quedaba por detrás de Estambul en la designación de la sede olímpica para 2020. Un revés que pasaría factura psicológica a una ciudad herida por las deudas y crucificada por las tasas y los impuestos.
Ocurre ahora la huelga de basuras, previsible según los sindicatos, previsible según los conocedores de las concesionarias, previsible según los viejos de la Casa Consistorial. La alcaldesa, nuevamente mal informada y peor aconsejada, demoró cuatro días en dar señalaes de vida ante este desafío que ha alterado decisivamente la vida de toda una población. Su salida a los medios no pudo resultar menos acertada ya que se centró en culpar a empresas y huelguistas y en ponerse ostensiblemente de perfil. Un empeño inútil.
Preocupación en Moncloa
Para entonces, las calzadas de la ciudad hedían y las basuras desbordaban las papeleras y algunos containers ardían por la noche. Grupos de animosos voluntarios esparcían la mugre por los parques infantiles con un saldo de quince detenidos y doscientos identificados. No funcionaban los servicios mínimos, nadie se hacía cargo del problema y los madrileños empezaban a mostrar signos de hartazgo. En Moncloa, donde la esposa del expresidente Aznar no goza de enormes simpatías, se seguía el conflicto con evidente preocupación. La mayoría del PP en la capital de España está en juego en las próximas elecciones municipales. Ana Botella no resulta por ahora muy bien parada en los sondeos.
Con la mayoría del PP en Madrid en juego, Ana Botella no resulta por ahora muy bien parada en los sondeos
En Génova, la sede del partido, tampoco se han volcado en el respaldo a la alcaldesa. Ayer se escuchó a Manuel Cobo, secretario de Política Local y exmano derecha de Gallardón, lanzar un cable a Botella con una determinación burocrática. Más que hacer piña con la alcaldesa, su intervención parecía un compromiso inevitable. El portavoz del partido en el Congreso, Alfonso Alonso, no se esforzó tampoco en mostrarse solidario con la alcaldesa y, como exalcalde de Vitoria, recordó los inconvenientes de una huegla de limpieza para una ciudad. Martínez Pujalte, portavoz económico del PP en el Congreso, fue más duro al destacar la responsabilidad del Consistorio en la huelga, al que recomendó más firmeza y mano dura al tratar con las concesionarias. La oposición, naturalmente, entró a saco en la huelga, se ha ensañado con la alcaldesa y pretende cobrar pieza política del desaguisado.
La esposa de Aznar
No le agrada a Rajoy aparecer en la prensa internacional por causas negativas. En el patio interno aguanta las embestidas, los ataques y hasta las puñaladas. Es su carácter. Pero ser objeto de crítica en el exterior le incomoda hasta la irritación. Botella, además, no es precisamente una de sus "chicas preferidas" dentro del partido. Es más, el presidente procura disimularlo lo justo. Es la esposa de Jose María Aznar, quien le designó como sucesor y, sin embargo, posiblemente su enemigo más íntimo. Un detalle que sería anecdótico de no estar en juego la plaza de Madrid, símbolo del poder territorial del PP y clave para alcanzar una victoria en las elecciones generales.
Aguirre ofrece más tirón electoral y arde en deseos de volver a la primera línea de la política
Rajoy no tendría impedimento alguno en designar a Botella como candidata a la alcaldía si tuviera garantías de triunfo. No las tiene. Y dado el pragmatismo de que ha hecho siempre gala el presidente del Gobierno, cobra fuerza en la rumorología y los mentideros la opción de Esperanza Aguirre para encabezar el cartel del PP a las municipales madrileñas. Ninguna gracia, tampoco, le haría a Rajoy tener que recurrir a la expresidenta de la Comunidad y actual presidenta del PP madrileño que aceptara presentarse a la alcaldía. Pero Aguirre ofrece más tirón electoral y arde en deseos de volver a la primera línea de la política. Ahora pasa el tiempo entre la redacción de artículos, conferencias y una ocupación poco exigente en la esfera privada. Su nombre recorre ya los pasillos y los despachos de Génova. Junto a los de Cristina Cifuentes, la otra mujer en juego, actual delegada del Gobierno de Madrid que se recupera raudamente de un accidente de motocicleta.
No es tiempo de pensar en listas, advirtió el lunes María Dolores de Cospedal, mirando a la Comunidad Valenciana pero quizás con el rabillo del ojo orientado a Madrid. Primero tocan las europeas. Luego ya se hablará de si Botella, Aguirre, Cifuentes o quien toque. Pero la basura ha salpicado el perfil de Botella, le ha movido el suelo y Aguire empieza a sacar brillo a su retrato. Falta aún tiempo pero Rajoy elabora en silencio sus planes paa el futuro. También él "toma nota".