Teresa Rodríguez se presenta por tercera vez como candidata a la presidencia de la Junta de Andalucía, tras una separación amistosa primero y un divorcio traumático después de sus socios políticos, en una convulsa etapa en la que ha mostrado la constancia y resistencia de sus ideales sociales. El nuevo andalucismo que representa Adelante Andalucía, la organización que lidera, camina de forma independiente, al margen de la confluencia de formaciones de izquierda aglutinadas en Por Andalucía, confiando en la atracción de un partido sin "ataduras" en Madrid y del discurso combativo y afilado de su cabeza de cartel.
Nacida en 1981 en Rota, en Cádiz, donde sus padres regentaban una perfumería, Rodríguez es licenciada en Filología Árabe y dio el salto a la política desde su temprano activismo social. A los 18 años no pudo votar, porque no estaba en el censo, pero su nombre figuraba ya en una papeleta de IU. De esta organización se separó porque no estaba de acuerdo, ya entonces, con su estrategia de asociarse con el PSOE. Fue entonces cuando su grupo de activistas constituyó Anticapitalistas, organización desde la que después contribuyó a la fundación de Podemos.
La vida de esta profesora de Educación Secundaria que acababa de aprobar las oposiciones y a la que le encantaba leer y pasear, dio un vuelco cuando se presentó en 2014 a las elecciones europeas, las primeras a las que concurrió Podemos. Para su sorpresa, salió elegida eurodiputada. Recuerda que, del susto, fue "llorando como una Magdalena" en el tren hacia Madrid. En Bruselas estuvo nueve meses, hasta que se convocaron las elecciones en Andalucía y fue la candidata a la presidencia de la Junta por Podemos Andalucía. En aquel momento de expansión de Podemos, su pareja, José María González 'Kichi', también profesor de Secundaria y activista, fue elegido alcalde de Cádiz. En la ciudad de la ironía no faltó quien llegó a "bautizarles" como "Los Clinton de Cádiz".
Cuatro años después Rodríguez encabezaría de nuevo la papeleta electoral en la que Podemos, IU y otras formaciones de izquierda confluyeron bajo la marca Adelante Andalucía. Las desavenencias que habían salpicado sus relaciones con Podemos culminaron el 30 de octubre de 2020, cuando Pablo Iglesias y Rodríguez escenificaron una separación amistosa en un vídeo: la líder de Anticapitalistas, que en alguna ocasión llegó a espetar a Susana Díaz: "Con el PSOE-A, ni muerta", no estaba de acuerdo en la alianza que la formación morada había suscrito con Pedro Sánchez para formar un Gobierno de coalición. Pocos meses después de aquella separación sellada con un abrazo público, cuando estaba de baja por maternidad, Rodríguez se enteró por televisión de que sus compañeros del grupo parlamentario que presidía la expulsaban, junto a otros ocho diputados afines a ella, en aplicación de un pacto antitransfuguismo fraguado en Madrid.
Aquella traumática expulsión fue, dice ahora, el "empujoncito" que necesitaba "para empezar algo que queríamos hacer hace mucho tiempo, construir un partido andaluz y andalucista. Lo intentamos una y mil veces en Podemos", cuenta. Con ese "empujoncito" ha refundado Adelante Andalucía, un espacio que se estrena en la carrera electoral autonómica y que aspira a llegar a las generales con el objetivo de que la región más poblada del país cuente en el Congreso de los Diputados con una fuerza puramente andalucista, como las hay vascas, catalanas, canarias o, incluso, de Teruel.
Los intentos de que se incorporara al "frente amplio" de la izquierda fracasaron pronto, porque no se aceptó su condición: la "restitución" previa de los expulsados al grupo parlamentario. "Es como si se le pide a una mujer maltratada que vuelva con su marido", describió.
Su grupo se quedó con la marca, pero perdió derechos y fondos. La Junta Electoral de Andalucía le ha negado también los que había solicitado para esta campaña por haber formado parte de la coalición que encabezó en las elecciones de 2018 y de la que su grupo fue expulsado.
En contra de su intención de estar en política institucional solo dos legislaturas, encara esa tercera a partir de las elecciones del 19 de junio acogiéndose a la "excepcionalidad" de que la última se ha visto limitada, entre la baja maternal por su segunda hija y el "ostracismo político total" al que considera que ha sido condenada tras su expulsión. Pero asegura que no estará más de tres. Después se imagina continuar como militante de base y activista, participando en el AMPA del colegio de sus niñas, en la asociación de vecinos de su barrio... combatiendo, sin el maquillaje al que le obliga ahora su exposición pública y televisiva, por una Andalucía sin privilegios.
Isabel Laguna