La caída en un 40% de la fecundidad en España en la última década, de la que ha alertado esta semana el Instituto Nacional de Estadística (INE), forma parte de una tendencia sostenida con consecuencias ya pronosticables que ha llevado al Defensor del Pueblo a hablar de la necesidad de afrontar una "crisis demográfica".
Según las proyecciones del propio INE, basadas en las tendencias de los últimos años tanto de natalidad como de inmigración, el año 2048 probablemente marcará un antes y un después en la vida de España: será el primer año en el que el país empezará realmente a perder población.
Y eso porque será el año en el país tocará su techo poblacional, de unos 48 millones de habitantes frente a los 46 actuales. Se espera que al cabo de 2048, el país haya sumado más de siete millones de inmigrantes - frente a los seis actuales - y haya perdido cinco millones de nacionales.
El problema, en cualquier caso, es que el crecimiento de la inmigración que proyecta el INE, a partir de 2048, no alcanzará para paliar la caída de la población nativa, y el país empezará, literalmente, a perder gente. Eso es lo que sucederá, al menos, hasta 2068, el último año respecto al cual el INE proyecta cifras.
Cóctel explosivo
Según la proyección del INE, asimismo, la población será cuatro años más vieja de media en 2048. Los grupos más numerosos de población tenderán a concentrarse entre los 40 y los 84 años, hasta el punto de que en 2056, el segmento de edad más numeroso será el de los 75 a 79 años y el grupo entre los 85 y los 89 será más importante que el de 5 a 9 años. "Seguirá habiendo un número similar de personas entre las 16 y los 64 años, el problema es que los nacidos entre 1960 y 1976 serán muchos más", dice Pau Miret, del Centro de Estudios Demográficos de la UAB.
"Ahí está el mayor problema, algo a lo que contribuye un cóctel explosivo: el alto paro entre esas generaciones que luego habrá que mantener, la cada vez más tardía emancipación de los jóvenes y su precariedad laboral, las jubilaciones anticipadas - solo uno de cada cinco hombres llega trabajando a los 64 años (pese a que la ley establece la edad de jubilación en los 65 y, a partir de 2027, en los 67, "una cosa es la legislación y otra la realidad"), a las que contribuye esa mentalidad y runrún que parecen decir que después de los 50s ya no se puede ser igual de productivo cuando es todo lo contrario -, la baja fecundidad, que es un asunto que muy difícilmente se revierta por cuestiones culturales y más aún con una crisis económica como la que todavía vivimos, y el incipiente agujero demográfico de la España vacía, que solo podrá frenarse con inversiones en materia de conexión y tecnologías e inmigración".
Las estadísticas del INE, aunque algo menos optimistas que otras respecto a la subida que pueda aportar la inmigración, parten del supuesto de que tanto la fecundidad como la inmigración se mantendrán en los niveles actuales o crecerán, al igual que la esperanza de vida. Sin embargo, imponderables como una nueva crisis económica podrían incluso acelerar el 'apocalipsis' demográfico.
"Cuestiones como la baja poblacional atribuibles a una baja fecundidad parecen ya muy consolidadas: es una tendencia que se mantiene desde 1978 en adelante y que se agravó durante la crisis"
"En el período de tiempo del que hablamos se pueden proyectar cosas, pero muchas también pueden cambiar", dice Diego Ramiro, investigador de tendencias demográficas del Centro Superior de Investigaciones Científicas. "Es de notar por ejemplo, cuánto cambió la esperanza de vida en España en el último siglo: pasó de 35 años a principios del siglo XX a los 85 actuales. Ahora bien, cuestiones como la baja poblacional atribuibles a una baja fecundidad parecen ya muy consolidadas: es una tendencia que se mantiene desde 1978 en adelante y que se agravó durante la crisis".
De todas formas, de acuerdo a Miret, "la demografía no es todo y para ejemplo de ello la situación actual. En estos momentos, la población más numerosa es de 45 años. Este grupo tendría que estar cotizando a tope y, si así fuera, la Seguridad Social estaría recaudando más que nunca. La situación actual no se explica tanto desde la demografía como desde una caída importantísma de las cotizaciones por la falta de empleo y los sueldos precarios".
El actual ministro de Ciencia, Pedro Duque, ha abierto la puerta a abordar una fiscalidad de las nuevas tecnologías y la automatización, una medida que ya reivindican los sindicatos
Miret coincide así con Ramiro en que, con la proyección actual, un decrecimiento de la población podría ser hasta positivo si el mercado y la sociedad se adaptan a él. "El problema central es el alto paro que tenemos entre los jóvenes menores de 30 años - del 50% - y la tasa de abandono escolar, de las más altas de Europa. Ese es el problema central a futuro. El tener más población es esencial en economías que pendan de mano de obra o de ejércitos, pero incluso los soldados están empezando a ser reemplazados por robots", esgrime el investigador del CED.
Un informe de PWC augura de hecho que la robotización se comerá uno de cada tres empleos actuales en España a partir de 2030. El actual ministro de Ciencia, Pedro Duque, ha abierto la puerta a abordar una fiscalidad de las nuevas tecnologías y la automatización, una medida que ya reivindican los sindicatos, atendiendo a los 'enormes' márgenes de ganancia que permitirían e incluso ya permiten algunos robots. Tanto es así que el propio ministerio de Hacienda ya estudia la posibilidad de comenzar a emplearlos en su día a día.
La educación
Los defensores de la robotización advierten en cualquier caso de que las rentabilidades de los mismos generarán probablemente, y de forma indirecta, muchos otros empleos: Alemania y República Checa, los países actualmente con mayor tasa de robotización, son asimismo los que menores tasas de desempleo presentan. Eso sí, incluso los más acérrimos defensores de la automatización no niegan que pueda existir un impacto en la sociedad si esta no está formada para afrontar ese nuevo mercado laboral.
"La educación es el factor clave, central, para afrontar los retos del futuro al que estamos abocados", dice Miret. "Con educación y una mejora de la situación de precariedad de los jóvenes, y un mayor respeto y querencia por la productividad de los mayores de 50 años, consiguiendo que la mayoría trabaje realmente hasta la edad de jubilación o incluso más si pueden, no tendríamos por qué temer a una caída de la población".
Del camino casi inexorable hacia una mayor participación laboral de las personas pasados los 60s e incluso los 70s han empezado a dar cuenta en el resto de Europa. Finlandia, por ejemplo, ha fijado 'indexar' la edad de jubilación con la evolución de la esperanza de vida de forma directa a partir de 2030, fijando ya para 2027 una edad de jubilación de 70 años, siendo los 65 la mínima para jubilarse.
"El hecho de que perdamos población no es necesariamente malo, no tiene por qué ser ningún cataclismo"
En la misma línea, afirma Ramiro, "el hecho de que perdamos población no es necesariamente malo, no tiene por qué ser ningún cataclismo. Cualquier valoración del dato tiene más que ver con una mentalidad o visión de la vida que con cuestiones empíricas. Surgió a principios del siglo XX una corriente que asocia una mayor población a un mayor poderío, pero hay que tener en cuenta que esa corriente surgió en un período de la historia en el que tenía mucha importancia la cuestión militar. En la actualidad, se puede tener una economía rica y una sociedad saludable con menos población; la cuestión está en cómo esté estructurada esa menor población, ahí está la clave de la viabilidad económica de un país".
Pérdida de poder geopolítico
En lo último coincide parcialmente el sociólogo de la Universidad de Navarra, Alejandro Navas, quien advierte de que las "cuentas, actualmente, no cierran", ya que nos encaminamos a una población más envejecida y, por tanto, menos productiva, de mantenerse los estándares actuales. Paralelamente, este experto sí cree que una reducción de la población tendrá una "evidente" parte negativa y es una potencial pérdida de poder geopolítico y económico para España.
"Si repasamos la lista de principales potencias económicas por Producto Interior Bruto, encontraremos que la mayoría por no decir todos son países con gran población", dice Navas. "Eso sí, la población no lo es todo. El caso paradigmático es el de China, campeón del aborto ante su histórica y tamaña población: cuando empezó a educarla, creció hasta ser lo que es hoy. Desde hace unos años, de hecho, ha empezado a fomentar la natalidad, permitiendo más de un hijo por familia, lo que prueba la potencial fuerza de una población con una educación e industria que vaya en zaga".
China tiene una ventaja frente a las "democracias occidentales". "El Gobierno chino puede planificar a largo plazo"
Paralelamente, remacha el sociólogo, China tiene una ventaja frente a las "democracias occidentales". "El Gobierno chino puede planificar a largo plazo, no tiene uno de los pocos puntos flacos de la democracia: que todo se resume a políticas para cuatro años. La cuestión demográfica, en las condiciones sociales y económicas actuales, es un problema que requiere que todos los partidos se sienten a dialogar para consensos a largo plazo".