De plantear celebrar los conciertos con auriculares para no molestar a hacer de las fiestas del Orgullo Gay la “tarjeta de presentación” de Madrid. El nuevo Gobierno municipal promete romper con muchas de las políticas anteriores transformando el estilo que el PP ha imprimido a la capital a lo largo de más de 20 años en el poder y una de las primeras demostraciones de cambio se esperaba ver en dos semanas. Si bien a principios de la década (con Gallardón como alcalde) estas fiestas se consolidaron como un referente madrileño, durante la última legislatura Ana Botella pareció declararle la guerra a la celebración del Orgullo. Con la llegada de Manuela Carmena y su equipo a Cibeles, el festejo anhela volver a su mejor versión de acuerdo con la voluntad de la alcaldesa, pero aunque la implicación del Gobierno de Ahora Madrid es total dentro de su compromiso de hacer de Madrid “la capital de los derechos sociales”, no hay margen para hacer cambios profundos y el verdadero resurgir del Orgullo tendrá que esperar al año que viene.
Este jueves tuvo lugar un encuentro entre los colectivos organizadores de la fiesta y el concejal del distrito Centro. Una reunión “larga e intensa” en la que se certificó la voluntad de colaboración por parte del Ayuntamiento y la firme intención de mejorar la organización del evento que más gente mueve en Madrid en todo el año. “Después de tres años de colaboración prácticamente nula, la impresión de la reunión es realmente positiva”, confiesa a Vozpópuli Jesús Grande, presidente de COGAM (Colectivo de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales de Madrid), uno de los organizadores de la manifestación estatal. Aunque no contaban con hacer demasiados cambios por falta de tiempo, sí tienen el compromiso del Ayuntamiento de poder mejorar el año que viene, recuperando aspectos que antes formaban parte del evento e incorporando otros nuevos. “El Gobierno anterior dejó atado este tema y no hay margen para que el nuevo pueda cambiar la legislación aprobada y tampoco sería bueno tomar decisiones precipitadas. Tendremos que esperar un año más para tener el Orgullo que todos queremos”.
Ayuntamiento y colectivos orgaizadores estudian la posibilidad de desplegar una bandera multicolor en la fachada de la sede de Cibeles
Aun así, sí se han concretado algunos progresos de cara a la fiesta que se desarrollará del 1 al 5 de julio. Según explica Grande, gracias a esa colaboración que han encontrado en el Ayuntamiento de Madrid, se ha acordado mejorar los transportes, aumentar la instalación de urinarios públicos (una de las carencias de la pasada edición) y contar con más ayuda de la Policía Municipal. Este año se ha suscrito un acuerdo de cooperación entre Policía y el voluntariado de las entidades con el objetivo de reforzar la seguridad de la marcha.
Imagen de marca
El cambio es un hecho y así lo ha confirmado a este diario el nuevo edil del distrito Centro, Jorge García Castaño. “El Ayuntamiento va a ofrecer la máxima colaboración porque queremos mayor participación ciudadana y de los colectivos de igualdad”, asegura. El desfile del Orgullo Gay de Madrid, considerado el más importante a nivel internacional, es un escaparate al mundo, un imán para miles de turistas, una enorme fuente de ingresos y una seña de identidad de tolerancia y convivencia, en definitiva, “marca Mardrid”. Aunque también insiste en que la falta de margen hace inviables grandes cambios, García asegura que habrá “más implicación institucional” para hacer unas fiestas más reivindicativas y culturales. “Queremos que Madrid sea la ciudad de los derechos civiles, la capital del cambio”. Para lograrlo, -sostiene- trabajarán para garantizar la convivencia de todos los sectores: colectivos, visitantes, comerciantes, hosteleros y trabajadores de emergencias, pero comprometidos especialmente con los vecinos del barrio de Chueca, epicentro de la fiesta pero también motivo de conflictos a cuenta del ruido y las molestias. “No queremos revisar la regulación para sortearla, sino para no privar a los vecinos de sus derechos y encontrar la manera de que lo pasen lo menos mal posible”, explica el edil.
Otra de las novedades, aún en estudio, nada tiene que ver con la logística y el desarrollo del evento. Se trata de algo icónico, un gesto de cercanía y complicidad con el que el Gobierno madrileño -y no solo la ciudad- se declararía públicamente ‘gay friendly’. La idea de desplegar una enorme bandera multicolor -símbolo del orgullo homosexual- en la fachada de la sede del Ayuntamiento está siendo valorada y su aprobación dependerá, entre otras cosas, de que entre dentro de los parámetros de tamaño. La bandera que se mostraría tiene además cierto carácter romántico al tratarse de la insignia de 2,25 por 20 metros que se utilizó en la primera manifestación estatal cuando corría el año 1995. Pero hay que reconocer que vestir Cibeles de arcoíris en un acto de camaradería con la comunidad gay podría incomodar a la población más conservadora de la capital. “Puede molestar, pero lo agradecerán con el tiempo y se darán cuenta de su importancia y su repercusión porque España es un referente en cuanto a derechos. Solo la manifestación se contradice con la imagen rancia que en ocasiones tiene el país”, advierte Jesús Grande. Lo que sí se hará por primera vez es el izado de la bandera arcoíris en el Palacio de Cibeles para inaugurar el Orgullo 2015.
El principal objetivo, sumar más barrios a la fiesta
Una de las primeras medidas que se quiere introducir es diversificar los espacios para evitar la masificación ampliando la fiesta a otros barrios
Consciente de la importancia turística, económica y social del Orgullo Gay, el nuevo Ejecutivo municipal quiere explotar todas sus posibilidades. Según las fuentes consultadas, el gran compromiso para el año que viene es diversificar los espacios para evitar la masificación ampliando las zonas de festejo. Así, para evitar las habituales aglomeraciones en Chueca, que seguiría siendo el corazón del Orgullo, la celebración podría expandirse al barrio de Lavapiés, Sol e incluso la zona de Madrid Río. “Lo que más nos importa es la seguridad”, dice el concejal de Ahora Madrid. Preguntados por el consecuente aumento de las zonas que sufrirán las consecuencias de la fiesta en términos de limpieza, no consideran que vaya a suponer un trastorno mayor que cualquier celebración deportiva de las que tienen lugar en la capital.
Con la confirmación de que no habrá cambios de última hora, este año la manifestación del sábado 4 de julio mantendrá el mismo recorrido que en los últimos años y se desarrollará desde Atocha hasta la plaza de Colón evitando la Gran Vía. Asimismo, las actuaciones al aire libre se ubicarán en zonas como la Plaza del Rey o Callao después de que la pasada edición las restricciones sonoras de Botella obligaran a los organizadores a trasladar las actuaciones, históricamente emplazadas en Chueca. A diferencia de otros años, el Ayuntamiento, escudado en las protestas de los vecinos, consideró que los conciertos iban a superar el límite de 45 decibelios que marca la ley, dado que la céntrica plaza está clasificada como área de Zona de Protección Acústica Especial (ZPAE). Después, impuso sanciones por un importe total de casi 160.000 euros por superar los niveles máximos de ruido permitidos.
No fue la única restricción. 2014 fue el segundo año en el que se tuvo que modificar el tradicional recorrido del desfile por orden de la Delegación del Gobierno sin pasar por la Gran Vía como siempre. Aunque desde COGAM ven lógica esa decisión por el peligro que supone el trayecto ante la gran afluencia de gente y la dificultad de evacuación en caso necesario. Por eso consideran más acertada la opción actual. “El recorrido está cerrado y modificarlo a estas alturas sería inviable. Además, si este año ocurriera algo sería una diana de diversos sectores de población y los medios de comunicación”, reconoce su presidente.
En todo caso, el Orgullo y sus incondicionales dejan atrás la época más oscura de la festividad. Botella aún recordará la sonora pitada que le dedicaron los asistentes al pregón del año pasado, su último Orgullo como alcaldesa.