"Él es una apuesta irreversible". Con estas palabras ha querido el expresidente del Gobierno José María Aznar reclamar el apoyo de "todos" para Alberto Núñez Feijóo, en el Partido Popular, como si en el caso de producirse algún fallo, o error venidero, no hubiera vuelta atrás. Tras el convulso interregno de Pablo Casado, forzado a dimitir como presidente nacional tras la cruenta batalla que le enfrentó a Isabel Díaz Ayuso, Aznar ha establecido un paralelismo con el 10 Congreso del PP –el de la refundación– para asegurar que "nuestra tarea no es muy distinta".
Tras la proyección de un vídeo como homenaje a lo que representó aquel cónclave, también celebrado en Sevilla, hace ahora 32 años, la persona que acabó con catorce años de 'felipismo' (1982-1996) ha sido claro en lo que le espera a partir de ahora al principal partido de la oposición: "no podemos fallar y estoy seguro de que no vamos a fallar".
Quien atesora el gran logro de haber reunificado el centroderecha en España en torno a unas solas siglas, las del Partido Popular que sucedió a aquella Alianza Popular de los 'siete magníficos' (con Manuel Fraga al frente), le ha dicho a Alberto Núñez Feijóo que él "tan sólo" es un expresidente del Gobierno y "no necesitas consejos de mí". Ha sido poco antes de destacar ante el sucesor de Pablo Casado que "llevas mucho tiempo en política", ha elogiado sobre la experiencia del político gallego.
Por si el todavía presidente de Galicia tuviera alguna duda acerca de cómo será su llegada a Génova 13 y lo que le espera allí a partir de ahora, como líder de la oposición frente a Pedro Sánchez, Aznar le ha transmitido que el PP es "sólido como una "piedra" por lo que -ha proseguido el expresidente- "puedes tener la confianza en que este partido responde".
En el marco de lo que representa este 20 Congreso, calificado como "el reinicio", que no la "refundación" del Partido Popular, como lo ha definido el presidente del Comité Organizador, Esteban González Pons, Aznar ha recordado al gran patrón de la derecha española, Manuel Fraga, para decir que "quisiera romper la carta que tú no quieres escribir". Para quien no sepa a qué se refiere el expresidente, el 1 de abril de 1990 Fraga rompió la carta en la que Aznar firmaba su dimisión sin fecha, en caso de que algo saliera mal y quisieran destituirle al frente de Génova. De aquella histórica jornada proviene el famoso "aquí no hay tutelas, ni hay tu tías", bramó el político de Perbes ante un plenario que aplaudió enfervorizado.
Sobre Casado, aquel del que Aznar dijo que "si alguien me tiene que retirar que me retire Pablo Casado", el expresidente ha derrochado palabras de elogio: "dio el paso cuando tenía que darlo, se hizo cargo de la responsabilidad cuando no era fácil ni halagüeño".
A juicio de Aznar su pupilo y discípulo en las ideas liberales, que llevó primero a la práctica de la mano de Esperanza Aguirre en las Nuevas Generaciones de Madrid, "ha tenido que hacer frente al Gobierno más sectario y radical que ha tenido España en democracia. Y con su renuncia, ha dado paso a esta nueva situación. Donde quiera que estés, gracias Pablo, por tu esfuerzo", ha destacado para dirigirse a su paisano castellano "allá donde quiera que estés", cuando Casado todavía no había hecho su entrada en el cónclave.
"En Sevilla iniciamos un camino nuevo, no abandonamos lo que habíamos construido", ha expuesto mirando al pasado de hace 32 años. En aquella cita hispalense "construimos una alternativa de Gobierno, centrados en la libertad, ensanchando el partido y a partir del impulso de Fraga sentamos las bases del cambio político en España".
El que fuera también presidente de Castilla y León entre 1987 y 1989 ha querido subrayar tres palabras a la hora de encauzar la nueva etapa que empieza ahora: "generosidad, ambición y responsabilidad". La primera de ellas para "abrir incorporar y sumar". Todo ello encaminado a "ensanchar" el Partido Popular en unos tiempos, como los actuales, en que Vox atenaza al PP en plena expansión demoscópica y tras haber logrado entrar en el Gobierno de Castilla y León.
Para Aznar el nuevo rumbo a marcar, similar al que él impuso, busca "no sólo abrir puertas, sino que todos puedan tener acomodo" en lo que ha definido como "la casa común del centroderecha", después de haber reunido en su momento a "conservadores, liberales y democristianos".
"No jugamos a ser minoría cómoda y descomprometida, éramos y somos un partido de mayorías". Desde esa "ambición", ha recalcado Aznar, "no aceptamos superioridades morales de nadie, ni antes, ni ahora ni nunca". Una frase que vale tanto para Vox, como cuando el expresidente dijo que "nadie a la cara me llama derechita cobarde", como para toda la izquierda por extensión y su pregonada superioridad moral.
A modo de lo que ha parecido en todo momento una terapia de grupo, ante los retos del futuro y los malos momentos vividos recientemente, con la 'guerra civil' interna de fondo vivida, Aznar ha recordado cuando "se hablaba de los techos electorales infranqueables, que decían que nos mantendríamos siempre en la oposición", durante los años de Gobierno de Felipe González. "Rompimos el mito de la izquierda invencible y acabamos con el tabú de que el centroderecha no sería alternativa" en España. Todo en modo de imagen retrospectiva al mirar hacia su carrera de fondo hasta llegar a Moncloa en 1996, al tercer intento, tras fracasar en 1989 y 1993.
Como era de esperar "la derrota del terrorismo", como así se ha definido al principio del fin de ETA en el marco de la lucha policial, también ha marcado el discurso de Aznar, con especial mención a las 24 víctimas, miembros del PP –descritos después como "mártires" por Casado en su dicurso– que fueron asesinados por la la banda, entre ellos Gregorio Ordóñez, cuya imagen ha sido proyectada en la pantalla, porque estuvo presente en este recinto hace 32 años, en aquella cita bajo el lema de 'Centrados en la libertad'.