El asalto a la bodega Cepa 21 amenaza con iniciar un nuevo capítulo en el particular 'Falcon Crest' de la viticultura patria, un sector en el que los grandes bodegueros ya han protagonizado luchas públicas de poder, enfrentamientos familiares y algún que otro boicot. Aunque el propietario de la bodega, José Moro, descarta que haya sido un allegado suyo quien se ha encargado de derramar 60.000 litros de su caldo, sí hay una obviedad: quien cometió el delito es alguien que conocía bien por donde se movía, dada la velocidad de sus movimientos.
Desde la bodega estiman unas pérdidas de 2,5 millones de euros que aunque no supondrán el cierre de la empresa -de haber abierto más grifos esta conclusión sería distinta-, sí pone en serios aprietos a la compañía. El propio José Moro ha afirmado que se siente dolido por sus trabajadores, que ponen "todo su empeño" en elaborar el mejor vino. No descartó que el delito se produjese por "envidia", ya que el objetivo era hacer daño, dado que los dos caldos boicoteados eran importantes puntales para el crecimiento de la marca.
De tratarse de un delito por motivo personal, no sería el primero dentro del sector del vino. Porque el mundo de las bodegas está lleno de este tipo de tramas. Un ejemplo claro de ello son los Álvarez con Vega Sicilia: tras el fallecimiento en 2015 del fundador de la bodega, David Álvarez, sus seis hijos han estado peleando por repartirse su herencia. Una pelea descarnada y totalmente pública que se acentuó tras la muerte del patriarca. El pasado octubre se determinó que María José Álvarez se quedara con el grupo de seguridad y limpieza Eulen, mientras que sus cinco hermanos han pasado a controlar El Enebro, la matriz de Vega Sicili, poniendo fin a una guerra muy larga.
La familia Fernández Rivera, que vio nacer los vinos pesquera, es otro de los ejemplos de peleas internas por el control de la empresa. Un conflicto que se inicia en 2017 tras el despido como enóloga de Eva Fernández, la pequeña de las cuatro hijas de Alejandro Fernández, fundador junto a su esposa Esperanza Rivera de las bodegas. Tras posicionarse a favor de su hija, el patriarca es destituido de sus cargos en la empresa, lo que produce que denuncie a su esposa e hijas por ello. Una versión que la otra parte nunca aceptó como válida.
Tras el fallecimiento de Alejandro en 2019, su testamento abrió otra brecha familiar: desheredó a sus tres hijas días antes de morir y dejó a su hija Eva como heredera universal. El conflicto sigue abierto y hay varios litigios abiertos en los tribunales que prometen alargar la guerra entre ambos bandos del clan durante varios años más.
El propio José Moro, damnificado por el ataque a Cepa 21, protagonizó un enfrentamiento familiar. Decidió abandonar la gestión de la bodega por un choque en la gestión con su propio hermano Javier. Una situación similar a la que vivió el clan Pérez Pascuas, de la bodega Viña Pedrosa.
La familia Chivite, cuyo legado tiene más de 400 años -hay documentos que muestran cómo sus antepasados vendieron vino a Napoleón-, también tuvo un conflicto familiar que acabó con el dominio del clan sobre sus propios vinos. Aunque el único de los cuatro hermanos que vive, Julián, es quien dirige la bodega, lo hace bajo el mando de Perelada, el grupo que ahora posee la marca.
Entre los Raventós también hubo desavenencias por la venta de Codorníu al fondo Carlyle, dado que había un sector del clan que quería mantener la empresa bajo el control exclusivo de la familia. Una situación similar a la que se vivió entre las familias dueñas de Freixenet antes de su venta a Henkell.
DANIROCIO
Vaya Manera Mas Tonta Y Absurda De Hacer DaÑo, El Dialogo No Es Nuestra Forma De Entendernos En Todas Las Esferas,vamos Bien Si La Unica Razon Que Utilizamos Es La Violencia Y Hacer DaÑo Muy Poco Inteligente,somos Un Pais Cainista Y Sin Valores Y Vamos A Mas Todo Lo Queremos Solucionar A Guantazos
Cain
Por las imágenes de video, yo creo que es mujer.