Si hay una conclusión clara de la convención #Creemos que ha dado por concluida el PP este domingo en Valencia es: "¡Viva Pablo Casado!". Todos los intervinientes, máxime tras el pulso de Isabel Díaz Ayuso por la Presidencia del partido en Madrid, se han sentido en la obligación de mostrarle adhesión personal a lo largo de la semana; algo que en la última sesión de trabajo, el sábado en el Palau les Arts, y sobre todo este domingo en la plaza de toros ante más de 10.000 personas -Casado ha tenido que improvisar un discurso para miles que se han quedado fuera por falta de aforo- alcanzó su clímax.
Una calculada ola emocional orquestada por el equipo del secretario general de los populares, Teodoro García Egea, para dejar claro extramuros del partido que solo hay una alternativa a Pedro Sánchez tiene un objetivo claro: que los 1,6 millones de españoles todavía votantes de Albert Rivera en aquella repetición de las elecciones general el 10 de noviembre de 2019 se pasen al PP. Por eso Egea se trajo a la convención al Nobel Mario Vargas Llosa -aunque a la postre haya resultado controvertida en su apelación a "votar bien"- o al exportavoz de Ciudadanos en el Congreso, Juan Carlos Girauta.
Y además, Rivera en la sombra. Aunque se barajó meses atrás su presencia en esta cita, finalmente se desechó para no ahuyentar el regreso del voto útil procedente de Vox. Tampoco hace falta porque todo el mundo sabe que el exlíder de Ciudadanos ahora metido a abogado de postín, trabaja para los populares. Tampoco ha hecho falta porque el mensaje les ha llegado claro a los pocos votantes naranja que le puedan quedar a Inés Arrimadas: el cambio pasa por Pablo Casado.
Casado trata de forzar a Arrimadas a tirar la toalla antes de las próximas elecciones generales porque, si Ciudadanos llega ‘vivo’ y saca uno o dos escaños, puede dar al traste con la estrategia de sumar 25 diputados más para el PP
Se trata de forzar a Arrimadas tirar la toalla antes de las próximas elecciones generales porque si Ciudadanos llega vivo, aunque saque uno o dos diputados, puede echar al traste la estrategia de la Dirección Popular en Génova: que esos 1,6 millones de votos al Rivera crepuscular de 2019 se transformen no en los 10 escaños que logró Ciudadanos -47 menos que seis meses antes- sino en 25 más para el PP para empatar con el PSOE por efecto de la Ley d’Hont sobre los restos de voto en cada provincia.
Antes de eso habrá elecciones autonómicas en el feudo del PP que es Castilla y León -Alfonso Fernández Mañueco baraja la fecha del 27 de marzo para convocar esos comicios- y también muy probablemente en Andalucía para que Juan Manuel Moreno Bonilla consolide su gobierno haciendo sorpasso al todopoderoso PSOE andaluz. Si eso ocurre, si se dan esas dos victorias, Casado y los suyos creen que será la puntilla a las posibilidades de reelección de Sánchez como presidente del Gobierno.
Lo demás de esta convención #Creemos, la oferta programática ha quedado en segundo plano; es la letra de esa música emocional anteriormente descrita. La defensa de "la libertad" que hizo el vicesecretario de Comunicación, Pablo Montesinos, en la presentación de las conclusiones fue el resumen: "Defensa de la España constitucional, la concordia y el patriotismo" así como el estado autonómico, "frente a los nacionalismos y el separatismo".
El PP lanza al Gobierno de no reformar el Poder Judicial hasta que Sánchez cambie el sistema de elección de los vocales porque "el bloqueo es su responsabilidad, no la nuestra"
Casado se siente fuerte, o eso parece, como para haber lanzado esta semana a Pedro Sánchez el enésimo órdago a propósito de la renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ): o cambia ya el actual sistema parlamentario de elección de sus 20 vocales para dar protagonismo a los jueces, o no habrá renovación y lo hará él cuando llegue a La Moncloa.
Y en materia económica, la vicesecretaria de Sectorial y responsable de Economía del PP, Elvira Rodríguez, resaltó el sábado por la noche el compromiso de su partido con el libre mercado y la propiedad privada "frente" a la "regulación extrema" de las izquierdas, en alusión a la Ley de Vivienda que prepara el Gobierno.
Entre las conclusiones de esta convención, destacó que con "el déficit estructural más alto de Europa la solución no viene subiendo impuestos sino siendo más eficientes en el gasto público". Y calificó de "contrarreforma" y la subida del IRPF y del impuesto de sociedades que prepara el Ejecutivo ya que "adaptar los sistemas tributarios no tiene porque suponer subirlos".