Hace poco más de cuatro meses, recién elegido Pedro Sánchez secretario general del PSOE, se entrevistó con Mariano Rajoy en La Moncloa y ambos acordaron lo que tanto en el Gobierno como en las filas socialistas se ha dado en llamar un “pacto de lealtad” mutuo que obligaba a ambos a caminar de la mano durante el recorrido del desafío soberanista en Cataluña. Este acuerdo se ha mantenido intacto hasta el pasado domingo, a través de numerosos contactos personales y también de los interlocutores designados por el Gobierno y el PSOE que han mantenido un hilo de comunicación constante.
Pero el pacto ha sufrido después del 9N su primera grieta importante, admiten fuentes socialistas, debido a la falta de respuestas políticas por parte del Gobierno a la consulta del domingo y a la elección de la vía judicial, a través de la Fiscalía, como única alternativa de Mariano Rajoy para encarar el problema catalán.
El PSOE parece condenado a quedarse solo en su defensa de una reforma constitucional como solución el problema catalán
La presión del Partido Socialista de Cataluña (PSC) sobre Pedro Sánchez y su ejecutiva es fuerte, ya que ambos se mueven en coordenadas políticas diferentes. El PSC apoyó a mediados de septiembre en el Parlamento catalán la ley de Consultas promovida por Artur Mas y ahora participará, con Miguel Iceta al frente, en la ronda de contactos abiertos por el presidente de la Generalitat con las fuerzas soberanistas para ganar tiempo y evitar unas elecciones anticipadas. En este juego de equilibrios, explican fuentes socialistas, a Sánchez le quedaban dos opciones: o romper con el PSC y retornar a las tensiones internas que se vivieron con el PSOE en la etapa de Alfredo Pérez Rubalcaba o, por el contrario, alinearse con Iceta y marcar distancias con Mariano Rajoy. Sánchez, después de consultar a los barones de su partido, ha elegido la segunda. La estrategia socialista se hará oficial este domingo en Zaragoza durante la primera reunión del Consejo Federal, presidido por la andaluza Susana Díaz.
Esto no implica, añaden las fuentes, que vaya a producirse una incomunicación entre la dirección del partido y La Moncloa en un tema que las dos partes consideran de Estado. Más bien lo que conlleva es que Pedro Sánchez va a promover iniciativas del PSOE no pactadas de antemano, orientadas a recuperar protagonismo, como partido de Gobierno que sigue siendo, “en un conflicto que puede terminar teniendo una trascendencia histórica para España”.
El Gobierno espera que se pronuncie la Fiscalía
A Sánchez le hubiera gustado que Rajoy hubiera llamado este lunes a La Moncloa a Artur Mas. Después, que ambos hubieran salido en rueda de prensa dando cuenta de la reanudación del diálogo. Sin embargo, si se analizan las declaraciones que ayer hizo en Madrid el presidente del Gobierno antes de partir para Australia, se concluye que esto es pedir tanto como un imposible. Rajoy tendió la mano al diálogo al presidente de la Generalitat, pero no para cuestionar la soberanía del pueblo español ni tampoco para saltarse la Constitución. El Gobierno, muy a su pesar, espera pacientemente ahora que se pronuncie la Fiscalía y que ésta confirme la querella contra Mas y varios miembros de su Gabinete. Esperaba en ella mayor diligencia, pero el mundo de los fiscales es pantanoso y más si se roza el de los que deciden sobre cuestiones catalanas, se admite en el Ejecutivo. A los socialistas les parece ésta una contestación pobre, necesitada, sobre todo, de condimento político. De ahí que Sánchez explore ahora la posibilidad de volver a hacerse la foto con Artur Mas.
Pedro Sánchez tantea una entrevista con Artur Mas y promoverá más iniciativas sin contar con el Gobierno
En la fractura parcial del “pacto de lealtad” entre el Gobierno y el PSOE ha influido también la negativa de Rajoy a bendecir en estos momentos una reforma constitucional bajo presión del independentismo catalán. El presidente emplazó ayer a Mas a recorrer este camino legalmente, si quiere, a través del Parlamento autonómico, y a Pedro Sánchez a precisar donde quiere ir con su modelo federal repleto de imprecisiones. Rajoy y Sánchez habían acordado el calendario para asomar este proyecto reformista en el Congreso de los Diputados, pero después del 9-N y de la reacción del PSC, es altamente improbable que el líder del PSOE inicie esta carrera contando con el Gobierno. De ahí que se proponga activar la ponencia que tendría que ocuparse de esta tarea. Estos y otros movimientos no se entenderán, admiten en el Partido Socialista, sin tener en cuenta que España ha entrado en un ciclo electoral prolongado – locales y autonómicas en mayo y legislativas, previsiblemente, en noviembre– y que el PSC necesita coger aire en Cataluña para salir del bocadillo en el que le han introducido el frente soberanista, por una parte, y los contrarios a la independencia, por la otra. Objetivo: no salirse para muchos años del campo de juego.