A las 17.00 horas de este viernes, se cerrarán las votaciones de la consulta telemática de Junts para decidir si continúa o no en el Govern y, cinco minutos después, el partido proclamará los resultados provisionales. La pregunta que desde el jueves están llamados a responder 6.465 militantes es la siguiente: "¿Quieres que Junts continúe formando parte del actual Govern de la Generalitat de Cataluña?".
La expectación es máxima en la Generalitat y en ERC: un núcleo de dirigentes de confianza del presidente Pere Aragonès, según fuentes republicanas, analiza los distintos escenarios que pueden derivarse del resultado para "estar preparados" para reaccionar. Estos son los posibles escenarios si prevalece el sí o bien se imponen aquellos sectores que quieren romper la coalición con ERC:
Si gana el sí
1. Consellers reforzados y dimisiones
Después del terremoto político provocado por la decisión del presidente catalán, Pere Aragonès, de destituir al vicepresident y número uno de JxCat en el Govern, Jordi Puigneró, una victoria de los partidarios a no romper con ERC podría considerarse una sorpresa, teniendo en cuenta que la opción de pasar a la oposición es avalada por figuras como Carles Puigdemont o Laura Borràs. Si se consumara la sorpresa -que hace una semana parecía irreal-, saldrían reforzados los consellers Jaume Giró y Victòria Alsina, que se han volcado en defensa del sí y que podrían aspirar a la vicepresidencia del Govern, vacante desde el cese de Puigneró. En cambio, Gemma Geis, partidaria del no, tendría las puertas abiertas para abandonar el Govern -JxCat debería cubrir su puesto y el de Puigneró- y podría postularse como alcaldable por Girona.
2. Govern unido, JxCat debilitada
El pulso que JxCat pretendía echar a Aragonès al exigirle que cumpliese puntos clave del acuerdo de gobierno ha acabado derivando en una pugna interna que ha dividido el partido en dos bandos, por lo que si decide quedarse en el Govern su posición con respecto a ERC estará inicialmente más debilitada que hace unos meses. Aun así, según fuentes republicanas, Aragonès estaría dispuesto a evitar una imagen de rendición absoluta de sus socios y se abriría a abordar aspectos como retomar un espacio de coordinación estratégica independentista -sumando a más actores y con el papel del Consejo de la República diluido- o actuar con más complicidad entre ambos partidos en Madrid para defender la acción de la Generalitat.
3. Los grandes perdedores
Para Laura Borràs y su entorno -que han defendido con vehemencia el no-, una derrota en la consulta significaría un descalabro, que se sumaría a la pérdida de poder dentro de la dirección desde el congreso de la pasada primavera y confirmaría que el partido ya no se parece al que era en 2020, cuando la presidenta de JxCat barrió en las primarias para elegir cabeza de lista a la Generalitat. Pero también sería un golpe para Puigdemont, que en las últimas semanas ha elevado el tono contra Aragonès y que vería desautorizada por la militancia su estrategia de "confrontación", mientras que Josep Rius, vicepresidente de JxCat y persona de su confianza, quedaría tocado al haber abanderado abiertamente el no. Más precauciones ha tomado el secretario general, Jordi Turull: antes del verano defendía continuar en el Govern, pero la negativa de ERC a hacer gestos de aproximación y la postura de Puigdemont en este debate lo han movido hacia posiciones más drásticas, aunque finalmente ha evitado desvelar su voto, consciente de que mojarse y acabar perdiendo la apuesta lo obligaría a sopesar su dimisión.
4. ¿Hacia una ruptura interna?
Las discrepancias estructurales en JxCat entre dirigentes pragmáticos y rupturistas -muchos de los primeros tienen pasado en la antigua Convergència, muchos de los segundos no lo tienen- llegarían a su máxima expresión. Eso podría arrastrar a Borràs y su círculo a escindirse y buscar una confluencia con los sectores más unilateralistas del movimiento independentista, como la ANC, una hipótesis que no ha descartado Jaume Alonso-Cuevillas, afín a la presidenta del partido. Puigdemont, por su parte, ya se ha ido desligando de la vida orgánica de JxCat, un alejamiento que se acentuaría, para centrar sus esfuerzos en el Consejo de la República, espacio con el que pretende crear una institucionalidad paralela a la autonómica. Una fractura interna en JxCat podría afectar directamente a la estabilidad del Govern, ya que si el grupo de Junts en el Parlament se dividiese en dos, la suma de diputados que lo apoyan menguaría.
Si gana el no
1. Renovación de medio gobierno
Una victoria del 'no' conllevaría, a priori, la salida inmediata de los seis consellers de JxCat que quedan, con carteras clave como Economía, Salud o Acción Exterior. Para ERC no sería tarea fácil encontrar suficientes cuadros para sustituir no solo a los consellers, sino también a centenares de altos cargos de JxCat, aunque Aragonès puede ofrecer algunos de ellos -por debajo del rango de secretarios generales- que continúen.
2. Geometría variable para sobrevivir a la inestabilidad
Con 33 diputados, lejos de la mayoría absoluta de 68, un Govern de ERC en minoría se caracterizaría por su fragilidad e inestabilidad; por ello, se abriría la posibilidad de un acercamiento a los comunes -con los que se negocian los presupuestos y se comparte la apuesta por el diálogo e incluso por un referéndum a la canadiense- para que entraran en el Govern y, así, alcanzar los 41 diputados juntos. El socialista Salvador Illa ha garantizado que, pase lo que pase, seguirá tendiendo la mano al Govern para aprobar los próximos presupuestos; fuentes del PSC no descartan permitir la aprobación de las cuentas en un contexto de crisis energética y económica, aunque no contemplan que ese margen se extienda más allá de un año. Además, los socialistas necesitarán del apoyo de ERC a los presupuestos del Estado para 2023. ERC, no obstante, quiere evitar quedar cautiva de los votos socialistas, confía en la "geometría variable" -pactos con distintos grupos en función del tema- e incluso espera lograr acuerdos puntuales con JxCat aunque esté en la oposición.
3. Golpe a los pragmáticos de JxCat
Las voces que más se han significado a favor de continuar en el Govern, como Giró, Alsina o dirigentes cercanos a Turull, quedarían descolocadas frente al empuje del sector rupturista -autodenominado a menudo "octubrista", por sus reiteradas apelaciones a cumplir el "mandato del 1-O"-, que enarbola la bandera de la "confrontación" con el Estado, una estrategia que lidera el Consejo de la República. JxCat podría marcar perfil propio y presentarse al próximo ciclo electoral ofreciéndose como el independentismo irreductible frente a la "rendición" de ERC, pero buena parte de los cargos territoriales prefiere llegar a las elecciones municipales de 2023 desde el Govern y, además, podría verse frustrada la operación para convencer a Xavier Trias para que se presente como alcaldable por Barcelona.
4. ¿Oportunidad para una alternativa moderada?
Desde que en 2020 rompió con JxCat, el PDeCAT se ha ido residualizando como fuerza del soberanismo moderado, ensayando una confluencia con otros grupúsculos, bajo el nombre de Centrem, que se ha acabado estrellando tras la dimisión en agosto de Àngels Chacón, que dejó la política harta de "luchas internas". Desde 2020, ha habido un trasvase de cargos y militantes de un cada vez más irrelevante PDeCAT hacia JxCat, pero la radicalización de Junts fuera del Govern abriría una oportunidad para facilitar el viaje de vuelta de los perfiles más moderados.
Roger Mateos y Àlex Cubero. EFE.