José Enrique Abuín Gey, un delincuente de medio pelo conocido como 'El Chicle', siempre se ha creído el más listo del lugar. Se lo creyó en agosto de 2007, cuando la Guardia Civil encontró en su coche dos kilos de cocaína y él pensó que sería una buena idea delatar a su tío, Rafael Rivas, y señalarle como el líder del clan de Os Fanchos, para el que Abuín trabajaba como transportista. Su testimonio permitió a los agentes intervenir diecinueve kilos de droga y desmantelar la organización criminal. Abuín salió bien parado –fue condenado a dos años y medio de prisión– judicialmente, pero en el micromundo del narcotráfico de las rías altas gallegas quedó marcado para siempre como un chota, un bocachancla, un chivato.
Dos años antes, en enero de 2005, Abuín agredió sexualmente a la hermana de su mujer, Vanessa, una chica que entonces solo tenía diecisiete años. La amenazó con una navaja, le quitó el teléfono, la desnudó y la obligó a ponerse un picardías antes de violarla. Como siempre se creyó el más listo del lugar, presionó a su mujer, Rosario, para que le encubriese y difundiese la falacia de que su hermana había denunciado a José Enrique porque estaba enamorada de él y se sentía despechada.
Cuando la Guardia Civil le pidió a Abuín su teléfono móvil, entregó uno que no utilizaba en la fecha de la desaparición de Diana Quer
'El Chicle' también se creyó el más listo del lugar la madrugada del 22 de agosto, cuando secuestró y mató a Diana Quer. Pensó que arrojando el teléfono móvil de la chica al mar y escondiendo su cadáver en una nava industrial abandonada, su crimen quedaría impune. Para asegurarse y dejar bien claro lo listo que era, tres meses después del asesinato, Abuín llamó a un guardia civil para preguntarle si estaba siendo investigado por la desaparición de Diana Quer y para decirle que esa noche él había estado robando gasóleo con su esposa, Rosario, y nada tenía que ver con la chica a la que se buscaba. 'El Chicle' tenía todo bien atado y le había dicho a su mujer lo que tenía que contar si le preguntaban.
Cuando la Guardia Civil le pidió a Abuín su teléfono móvil, entregó uno que no utilizaba en la fecha de la desaparición de Diana Quer y cuando los agentes se dieron cuenta y le volvieron a pedir el aparato, 'El Chicle', siempre tan listo, se lo dio minutos después de resetearlo por completo y borrar todos los datos, como si la Guardia Civil no se fuese a dar cuenta de ello.
Abuín también se creyó el más listo del lugar el 25 de diciembre de 2017, cuando intentó meter en el maletero de su coche a una joven a punta de navaja. Al darse cuenta de que dos personas iban a auxiliar a su víctima, El Chicle pensó que bastaría, para volver a salir impune, con simular que estaba gastando una broma a la chica. Por algo era el más listo del lugar.
Primera sesión del juicio
Cuando, cuatro días después, fue detenido por la Guardia Civil, Abuín pensó por primera vez que, quizás, no era tan listo. Cuando su mujer le dejó sin coartada y cuando los investigadores le abrumaron con las pruebas que le convertían en el único sospechoso de la muerte de Diana, 'El Chicle' llevó a los agentes al lugar donde dejó el cadáver de Diana, a la que dijo haber matado accidentalmente, tal y como previsiblemente sostendrá en su declaración, prevista para este martes, en la sede de Santiago de Compostela de la Audiencia Provincial de La Coruña.
Hoy, en la primera sesión del juicio por el asesinato de Diana Quer, el procesado ha conocido los rostros de los nueve ciudadanos que tienen en sus manos su destino. Si el jurado considera probado que Enrique Abuín agredió sexualmente a Diana antes de matarla, será condenado a prisión permanente revisable, tal y como solicitan el fiscal y la acusación particular. A lo largo de las próximas dos semanas, medio centenar de testigos y cuarenta peritos pasarán por el salón de bodas de los juzgados de Santiago de Compostela y dejarán claro que 'El Chicle' nunca fue tan listo como él pensó.