El partido de Albert Rivera crece en las encuestas como la espuma. Tanto que amenza con arrebatarle la preferencia del voto no nacionalista al Partido Popular. La valentía de su presidente en sus punzantes intervenciones en el Parlament (siempre en castellano) y en las televisiones y tertulias le han ganado la enemiga de la Generalitat. En todos los frentes. El último episodio promovido desde las instancias soberanistas catalanas ha tenido como excusa un malentendido sobre la minúscula fundación llamada Tribuna Cívica que no ha facilitado sus cuentas a la Sindicatura de la Generalitat.
Ubicada en Madrid y registrada en el Ministerio de Cultura, las cuentas de esta entidad no aparecían en el global de las cuentas de Ciutadans, en contra de lo que estipulan las disposiciones oficiales que obligan a fiscalizar todo tipo de organizaciones vinculadas con partidos con representanción en la Cámara catalana, cual es el caso.
Al hilo de este evidente despiste asdministrativo, los medios de comunicación, dirigentes políticos soberanistas (en especial de Convergencia y de ERC) y por supuesto las instituciones oficiales como la Sindicadura de Cuentas y la Oficina Antifraude, se lanzaron obsesivamente contra Ciutadans, con un éxito descriptible. En la comunidad del "tres por ciento" que dijo Maragall en sede parlamentaria y del partido en el Gobierno con su sede embargada por corrupción, semejante asunto resulta a todas luces irrelevante.
Error e inexperiencia
Tras varias jornadas de bombardeo mediático, el partido de Albert Rivera reconoció su error, atribuyó el despiste a la "inexperiencia" y entregó las cuentas de Tribuna Cívica a la Sindicatura. Ha trasladado su sede a Barcelona una vez que el portavoz del partido, Jordi Cañas, declarara que "este hecho no tiene nuinguna incidencia en la naturaleza jurídica y el ámbito de actuación de la entidad".
Pese a todo, la venganza política no va desaparecer rápidamente del panorama informativo catalán. Ayer mismo, el presidente de la Generalitat, en el debate del Parlament, y después de dejar plantado a Mariano Rajoy en el Foro del Mediterráneo, restregó a Rivera este asunto al advertirle que "tenga cuidado con las reglas del juego, porque últimamente las cumplen muy poco". El líder de Ciutadans le había recordado al President que "ustedes no tienen competencias para cambiar las fronteras, no engañe a la gente".
Pese a la maniobra para contaminar al joven partido con el estigma de la corrupción (tan frecuente en el panorama político catalán), la intentona parece haber fracasado. "Lo volverán a intentar, con otras excusas".