10 de mayo, pero de 1933; una fecha de la que este miércoles se cumplen 90 años y en la que Adolf Hitler asestó un golpe a la cultura alemana que pretendía ser definitivo o, cuanto menos, ejemplar: la sección estudiantil del Partido Nazi puso en marcha una campaña contra el "espíritu anti-alemán" y se lanzó, antorchas en mano, a la quema de libros contrarios a su extremismo. En una sola noche se calcula que quemaron 25.000 ejemplares, la principal hoguera en la Opernplatz de Berlín, y con autores como Stefan Zweig, Thomas Mann, Bertolt Brecht, Franz Kafka, Victor Hugo o Fyodor Dostoyevski -y otros muchos- entre sus principales 'víctimas'.
Hollywood ha plasmado en incontables películas la famosa quema de libros auspiciada por Adolf Hitler. ¿Recuerdan la escena en la que Indiana Jones se ve cara a cara con el dictador y salva de milagro el diario de su padre, con las claves necesarias para encontrar el Santo Grial? Pues esa violencia política contra la literatura también tuvo sus ramificaciones en España, con una mayor discreción cinéfila pero con el mismo objetivo de segar todo pensamiento literario que considerasen "anti-ario".
Una investigación recogida en la obra Allí donde se queman los libros: la violencia política contra las librerías (1962-2018), de los autores Gaizka Fernández Soldevilla y Juan Francisco López Pérez y editado por Tecnos, pone en negro sobre blanco las andanzas del 'Comando Hitler', que sembró el terror en España y centró algunos de sus principales atentados terroristas contra la literatura, inspirados en la quema de ejemplares del dictador nazi de quien tomaron el nombre.
España atravesaba un momento político convulso. La muerte de Francisco Franco abría el debate sobre el futuro del país y los grupos radicales azuzaban el avispero con el objetivo de imponer sus consignas. Un extremismo que se basaba en la violencia. Una violencia que también se cebó con las librerías.
Así nos ubicamos en noviembre de 1976. En una sola jornada, cuatro librerías sufrieron la explosión de artefactos caseros. Se ubicaban en Sevilla, Játiva, Sevilla y Albacete. A pesar de la distancia geográfica, había demasiados paralelismos para pensar que se trataban de episodios aislados. Una serie de llamadas telefónicas terminó por aclarar lo que ya se vislumbraba: un único grupo había perpetrado los atentados. Era el Comando Hitler.
El objetivo era claro: amedrentar. Evitar mediante la violencia que los libreros vendiesen ejemplares de ideología que no encajase en sus preceptos radicales. O lo que es lo mismo, quemar las ideas con fuego, como ocurriese en la Opernplatz de Berlín.
Un largo historial
Lo que ahora se contempla como un episodio extraordinariamente violento -el ataque contra esas cuatro librerías-, entonces era la rutina que salpicaba los periódicos y telediarios: "Aunque al principio estuvo circunscrita a Madrid y Barcelona, la bibliofobia violenta no tardó en contagiarse a ciudades más pequeñas del resto del país", destacan los autores de la investigación en un capítulo dedicado al "Partido Español Nacional Socialista y sus imitadores". Y el 'Comando Hitler' no era el único que perpetraba las agresiones.
Así, detallan el ataque que sufrió la librería Hispano-Argentina, de Santander, en 1971, por exponer obras del poeta Pablo Neruda. En 1972 prosiguieron los atentados y actos vandálicos en Valencia, Santander, Ancora (Lérida), Valladolid y la histórica librería Lagun -que también sufriría las embestidas de los proetarras-: "La agresión contra Lagun ocurrió apenas tres días después de un acto público de Fuerza Nueva en el frontón de Anoeta de San Sebastián -recuerdan los autores de la obra-. En él, ante un público de 2.500 asistentes, Blas Piñar se había lamentado de que la influencia marxista estaba entrando en España por medio de libros como los de Mao y Herbert Marcuse que 'sin el menor pudor podían verse en los escaparates de cualquier librería'".
Los autores de los ataques, por si quedaba alguna duda de los motivos políticos que sustanciaban sus acciones, dejaban en ocasiones mensajes en los que amenazaban a los libreros: "No a la literatura marxista demagógica. Es un primer aviso". O también: "Esto es la primera vez, ¡ojo!". La dinámica de 1972 se mantuvo en años posteriores: bibliofobia violenta como modelo para amedrentar.
Y así se llegó a 1975, el "año negro para las librerías". La salud de Franco empeoraba, habían caído las dictaduras de Grecia y Portugal, la oposición política se manifestaba con mayor impulso que en las décadas anteriores. Las dudas sobre el futuro político se traducían a menudo en convulsión. Y en violencia. Los libreros no se libraron de ella. Sólo en ese año sufrieron 42 atentados ultras, de acuerdo a la información recogida en esta investigación.
Los grupos ultras parecían competir entre sí para alcanzar mayores cotas de violencia contra los libreros, con una amplia amalgama de colectivos que se atribuían las agresiones. 'Comando Hitler' era uno de ellos. Y todos ellos se inspiraban, de un modo u otro, en la hoguera nazi de Opernplatz, en Berlín; episodio del que este miércoles se cumplen 90 años y que tuvo una influencia destacada en España.
LeonAntonio
"10 de mayo, pero de 1933; una fecha de la que este miércoles se cumplen 90 años y en la que Adolf Hitler asestó un golpe a la cultura alemana que pretendía ser definitivo o, cuanto menos, ejemplar: la sección estudiantil del Partido Nazi puso en marcha una campaña contra el 'espíritu anti-alemán' y se lanzó, antorchas en mano, a la quema de libros contrarios a su extremismo". Los nazis destruían los libros que consideraban contrarios. Aquí, dos años antes (mayo de 1931) los "defensores de la democracia, la libertad y la cultura" quemaron la Biblioteca de la Casa profesa de los jesuitas, considerada en aquel momento la segunda mejor de España. Contaba con más de 80 000 volúmenes, entre ellos incunables irreemplazables. En el incendio se perdieron para siempre ediciones príncipe de Lope de Vega, Quevedo, Calderón de la Barca o Saavedra Fajardo.
Republica-Rojigualda
Por favor, que den los nombres de los integrantes de ese comando. Es la primera vez que oigo hablar de él.
Lectorlector
Raymond Aron, testigo presencial de la "quema" de Berlín, lo cuenta en sus Memorias. Su relato, en absoluto sospechoso, pone en solfa lo que muchos repiten acríticamente. Los dos autores del libro -seguramente subvencionado- podría haber estudiado también otro episodio extraordinario y atroz de quema de libros: la destrucción de la extraordinaria biblioteca de la Universidad de Oviedo, quemada por los pirómanos revolucionarios del PSOE. Dice Aron que los nazis quemaron libros viejos en ediciones baratas. El PSOE destruyó tesoros bibliográficos, incluidos incunables.
Ansurez
Un blanqueo del auténtico terrorismo,hablar de 4 energúmenos que quemaban librerías,mientras eta,grapo y frap asesinaban me parece frivolo
Urenga
Una versión un tanto más anticuada y tosca del actual sistema de la cancelación por parte de la caterva woke.