La marca Compromís se define como una coalición de "estricta obediencia valenciana" y arriesga desde hoy su espacio político en la investidura de Pedro Sánchez. La fallida segunda intentona de Alberto Núñez Feijóo (hoy a las 14 horas se confirmará) abre un periodo de dos meses en el que los representantes de Compromís en el Congreso de los Diputados van a tener sobre su espalda la responsabilidad de defender los intereses de los valencianos.
Roto el planteamiento constitucional de la igualdad entre los españoles que Feijóo blandía como argumento para aglutinar voluntades mayoritarias en la Cámara Baja en torno a su figura, llega el turno de Sánchez de escuchar –lleva semanas haciéndolo– las peticiones de los nacionalistas vascos y catalanes para recibir sus votos a cambio.
La Ley de Amnistía, referéndum de autodeterminación, más competencias transferidas o condonación de la deuda histórica e inversiones bilaterales del Estado son algunas de las exigencias que han aireado los diferentes partidos nacionalistas como ERC, Junts, PNV o Bildu.
El dilema de Compromís
¿Y Compromís? Pues bien en esta especie de mercadeo en el que Sánchez ha convertido su carrera hacia la investidura donde ha afirmado que buscará los votos "debajo de las piedras", la coalición nacionalista está comprometiendo su 'cliente' en la Comunidad Valenciana en función de qué actitud tome en este periodo de incertidumbre.
Hace apenas tres meses los negociadores de Compromís para llegar a un acuerdo con el proyecto Sumar de Yolanda Díaz para las elecciones generales del pasado 23 de julio –Amparo Piquer (hoy secretaria general de Més Compromís) e Iván Castañón (Iniciativa)– advertían antes de certificar esa entente en tierras valencianas que “Compromís existía antes del 15-M, somos una realidad, tenemos militancia, estructura y el aval de 350.000 votos”.
Efectivamente, esos votos son los que consiguieron en la cita autonómica del pasado 28 de mayo y no fueron suficientes para que Compromís revalidara con el PSPV de Ximo Puig seguir al frente del Gobierno valenciano.
En retroceso
Ese fue el primer toque de atención por la pérdida de 90.000 votos frente a la cita de cuatro años atrás. Por eso, en el acuerdo con Sumar, los citados negociadores insistieron en que "nosotros somos el único partido con matriz valenciana”.
Con ese punto de partida y con el reto de que “solo haya una papeleta alternativa al bipartidismo y a la extrema derecha”, según expusieron los dos coportavoces de la coalición, Águeda Micó y Alberto Ibáñez (a la postre elegidos como diputados) arranca ahora la capacidad negociadora de Compromís, hasta ahora inédita a nivel nacional, para darle su apoyo a Sánchez.
Águeda Micó lleva desde 2017 asegurando que su formación es "el único proyecto político de estricta obediencia valenciana" y que "no tenemos a nadie que nos dé órdenes desde Madrid". También ha explicado en numerosas ocasiones que esta independencia "hace que tengamos una situación privilegiada para ser los garantes de la defensa de los intereses de los valencianos".
Micó defendía el papel de la coalición nacionalista cuando Joan Baldoví era el único representante de Compromís en el Congreso y éste se enfrentó al exministro de Hacienda Cristóbal Montoro. El propio Baldoví acusó a Montoro de "impresentable" por llamar "llorones" a los valencianos "por reclamar una mejor financiación".
Es cierto que en los años que han pasado de Gobierno, con Pedro Sánchez al frente, la situación no ha mejorado, por lo que ahora la exigencia para prestarle los dos votos de Compromís en el Congreso debe ser igual o mayor.
Consenso general
La infrafinanciación autonómica endémica que sufre la Comunidad Valenciana, la falta de inversiones del Estado en la región, la garantía de un plan hídrico que blinde los recursos con especial necesidad en el sur de Alicante, la condonación de la deuda histórica, el reconocimiento del Derecho Civil valenciano y de preservar la identidad del pueblo valenciano están sobre el tapete y forman parte del ramillete de reivindicaciones que, con carácter general, tiene asumida la sociedad valenciana.
Águeda Micó y Alberto Ibáñez tienen ante sí la oportunidad de seguir apostando por el espacio político que reivindican en la Comunidad Valenciana. Lo contrario sería diluirse entre el resto de integrantes de Sumar en el Congreso e iría contra el espíritu de la coalición y es algo que, las fuentes de Compromís consultadas por Vozpópuli, observan con "mucha preocupación".
Congreso refundacional a la vista
Renunciar a ese espacio puede afianzar el retroceso electoral de Compromís que se ha acentuado en los últimos cuatro años y además sería un factor más de desestabilización con vistas al congreso que la coalición debe celebrar en el primer semestre de 2024 (probablemente en abril) en el que deben sentarse las bases de su proyecto político a corto y medio plazo.
Voces como la del presidente de la Confederación Empresarial Valenciana, Salvador Navarro, han pedido a los cuatro miembros de Compromís en el Congreso que defiendan los intereses valencianos y que hagan valer el peso de la economía de la región en sus peticiones a Sánchez.
En realidad, sólo Águeda Micó y Alberto Ibáñez pueden tener independencia en el voto dentro de Sumar llegado el caso, ya que los otros dos a los que hacía referencia Navarro representan a Izquierda Unida en Valencia, Nahuel González y Txema Guijarro a Sumar en Alicante. La "estricta obediencia valenciana" no les afecta.
El resto de diputados valencianos, alicantinos y castellonenses están enrolados en las filas del PP y el PSOE, partidos de ámbito nacional y, por lo tanto, 'prisioneros' de la política global de sus formaciones. Compromís pues se halla en una encrucijada que marcará su futuro a corto plazo, según las mismas fuentes, ya que de lo barato o caro que brinden a Sánchez su apoyo depende el discurso con el que se podrán dirigir desde entonces a los valencianos que ocupan un espacio a la izquierda del PSPV que cada vez está más fragmentado y confuso.