Ximo Puig sigue jugando al despiste con sus socios de Gobierno sobre si utilizará o no la potestad que tiene de adelantar las elecciones autonómicas. Todo apunta a que, finalmente, no será así pero lleva toda la legislatura coqueteando con esa posibilidad y diferentes condicionantes han ido desaconsejándolo. Ahora, quizás esos factores externos aconsejarían que el segundo mandato del político castellonense se acortara cogido de la mano de alguna otra Autonomía y Puig valora esa opción.
El presidente autonómico no se ha decidido a apretar el botón de convocatoria de elecciones pero, de hacerlo, deberá ser en las próximas semanas. Las fuentes consultadas sitúan esa hipotética disolución de las Cortes en el mes de noviembre para celebrar elecciones autonómicas en el mes de enero pero solo Puig sabe si finalmente optará por esa opción o agotará la legislatura y se expone a que el desgaste de Pedro Sánchez, por un lado, suponga una mayor sangría de votos de la que ya se presume hoy y la caída de Compromís, moderada de momento, se acentúa por el caso Oltra.
El actual es un momento en que los tambores de adelanto suenan por última vez en esta legislatura, ya que de no ser ahora perdería eficacia y quedan apenas ocho meses para la cita autonómica si Puig decide retrasarla un mes para que coincidan con las municipales.
Desmarque de los socios y de Sánchez
Los condicionantes son distintos a las tres ocasiones anteriores en las que, desde noviembre de 2021, Puig ha valorado finiquitar la legislatura. El jefe del Consell ha percibido esta vez con fuerza que el desgaste de Pedro Sánchez empieza a ser un lastre de verdad y se consolida en los estudios demoscópicos que analizan desde el Palau. Esto ha llevado al presidente valenciano a meditar qué hacer en este tramo final. La decisión de presentar una reforma fiscal sin el consenso de sus socios es bastante indicativo del fin de la colaboración en este mandato entre PSOE, Compromís y Podemos que ya se limitan a aparentar cierta unidad de acción.
Puig ha puesto al PSPV a trabajar para sus siglas porque la recuperación económica no ha llegado en los términos que esperaba hace un año. Además, sus socios no recuperan terreno en las encuestas y el descrédito de Sánchez a ojos de los ciudadanos parece crecer. Por eso, se ha "enfrentado" a su jefe a cuenta de la carrera por bajar los impuestos quedándose con las manos libres por si decide adelantar las elecciones y desmarcándose de la estrategia de Ferraz. Y es que todo apunta que o Puig consigue mantener el tirón del PSOE valenciano o será difícil que sus socios le aporten la cifra necesaria para llegar a los 50 diputados que marcan la barrera de la mayoría absoluta en las Cortes Valencianas.
Adelantar junto a otras autonomías
En el comité federal del PSOE celebrado en Zaragoza este mes, ese runrún del adelanto electoral se extendió con los responsables de otras Autonomías lideradas por los socialistas como Javier Lambán (Aragón). Puestos al habla con el entorno más cercano al presidente aragonés aseguran a Vozpópuli que, de momento, no piensan en adelantar las elecciones. Ir juntos de la mano en esa decisión permitiría a Puig abrir un ciclo electoral en el que los barones territoriales que se sumaran a ella marcarían el paso y se alejarían, o no, de la sangría de votos que Sánchez le está costando a los socialistas y que reflejan todas las encuestas.
Y Compromís, que ya se ha visto en estas circunstancias y con el mismo actor, no se fía. La coalición nacionalista debe ahora confeccionar unos Presupuestos con Puig pero con la desconfianza previa del anuncio de rebaja fiscal que el presidente autonómico valenciano ha hecho sin contar con ellos. Trasladar al papel la aplicación real de esta medida va a costar de encajar porque Compromís y Podemos son contrarios a ella.
Los problemas de Compromís
La gestión, pues, se ha complicado. En clave electoral y partidista Compromís anda enfrascado en cerrar la herida del juicio a Mónica Oltra y busca heredero. Iniciativa, el partido de Oltra y de su sustituta en la vicepresidencia del Gobierno valenciano, Aitana Mas, quiere lanzar a ésta como candidata a presidir la Generalitat. Y la pata principal de la coalición Més (antiguo Bloc) ha lanzado ya a Joan Baldoví.
El anuncio del diputado nacional de que se presenta a las primarias para liderar la candidatura autonómica cumple dos objetivos que los referentes de Més (los más experimentados de la coalición) buscaban. Por un lado, intentar taponar la candidatura de Aitana Mas y así liderar la coalición que creen que por peso de su militancia les corresponde.
La segunda, y no menos importante, es que las primarias autonómicas de Compromís están previstas para el mes de febrero y un adelanto electoral los cogería, como en 2019, a contrapié. Con Baldoví, los nacionalistas valencianos se cubren las espaldas.
Primer presidente valenciano en adelantar
El fantasma del adelanto electoral ha acompañado a Puig desde que llegó a la Presidencia de la Generalitat en 2015. Ya en esa primera legislatura disfrazándolo de acto de "valencianía" utilizó por primera vez la capacidad para disolver de manera anticipada las Cortes Valencianas y convocar las elecciones autonómicas para abril de 2019. Entonces ligó esas votaciones a las generales –con Pedro Sánchez en una situación de privilegio– y activó la participación ciudadana con un resultado satisfactorio porque le permitió reeditar el pacto del Botànic con Compromís y Podemos al frente de la Generalitat.
Ese primer adelanto cogió con el pie cambiado a Compromís que prefería celebrar las elecciones un mes después con las municipales donde el discurso valencianista siempre tiene más fuerza. Y así fue, Compromís bajó 2 diputados y 5 Podemos, pero el ascenso del PSPV de Puig fue innegable y se colocó como primera fuerza y en una posición de solvencia a la hora de negociar frente a sus socios de Gobierno.
Ya entonces Oltra recriminó este adelanto y aseguró que "no hay razones políticas" para acortar la legislatura. Puig tiró de argumentario y lo justificó por el hecho de que "es importante situar la Comunidad Valenciana en el centro de España, de singularizarnos. El adelanto nos permite proyectar valores como el diálogo, la honestidad y la eficacia”. Palabrería que escondía una oportunidad que Puig, con su experiencia, supo ver.
Tres amagos este mandato
Y con esos antecedentes históricos tan recientes Puig ha encarado su segunda legislatura como presidente navegando entre crisis inesperadas. La del COVID 19, muy dura, y ahora la que replica los efectos económicos de la invasión de Rusia en Ucrania. Ya ha habido en lo que llevamos del mandato 2019-23 tres momentos en los que Puig ha dudado. El primero y, quizás, el que mejores perspectivas le ofrecía fue en octubre de 2021 cuando los números que ofrecían los tres partidos del pacto de Gobierno eran suficientes y además coincidía con una crisis de Ciudadanos de la que ya no se ha recuperado, y al PP en plena reconstrucción con Carlos Mazón apenas elegido presidente hacía dos meses.
Puig explicó a quienes dentro de su equipo se afanaban en propiciar ese adelanto que tenían "estabilidad" en ese momento entre los socios y que la aprobación de los Presupuestos garantizaban un tramo final de la legislatura encarado a "gestionar la recuperación económica de la mano de la llegada de los fondos europeos".
Pasado ese primer intento; llegó el segundo. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se veía más acorralado y el ciclo electoral empezaba a dar la impresión de que el viento de cambio soplaba en dirección a las fuerzas de centro derecha. Sánchez le pidió con insistencia a Puig que adelantara las elecciones autonómicas para hacerlas coincidir con las andaluzas donde Juanma Moreno acabó arrasando.
El presidente valenciano aguantó la presión entre marzo y abril de este año convencido de que adelantar en ese momento era lanzar una moneda al aire por lo incierto del resultado. Y llegó el tercer momento de la actual legislatura donde Ximo Puig valoró disolver la Cámara y así se lo trasladó a sus socios (la única vez) y fue con ocasión del caso de presunta corrupción que afectaba a su entonces vicepresidenta, Mónica Oltra, quien acabó dimitiendo en junio.
Los números tampoco garantizaban la reedición del pacto por lo que finalmente decidió seguir adelante para alivio de los más de 330 altos cargos y asesores que aglutinan entre los tres partidos que sustentan al Gobierno valenciano. Veremos si a la cuarta va la vencida o Puig se lanza a una campaña larga de resultado incierto pero donde la tendencia le marca que el bloque de izquierdas va a la baja y el de derecha se estabiliza en números que pueden darle la Generalitat.
Kj26
Los valencianos no deben olvidar que Puig les ha engañado. Ganó las elecciones en 2014 acusando al PP de la mala financiacion autonomica valenciana que Zapatero habia impuesto en 2009. Puig ha tenido 7 años para mejorar la financiacion y no lo ha hecho. Valencia sigue entre las comunidades castigadas. Ahora Puig no dice que la mala financiacion es responsabilidad de él y del PSOE. Puig tiene la cabeza con fecha. En el duelo Susana/Pedro se posicionó al lado de Susana. Pedro llamo a una alcaldesa del PSOE de Gandia a un ministerio. Esta es la tapada para la futura Generalidad.
farmyardcheek
Qué bien le queda el peluquin, lo puede perder.
farmyardcheek
Sánchez es un lastre
MkGregor
Pero qué ganas de enredar tenéis. Puig ni lo ha valorado ni lo va a hacer. Ruido inútil de periodistas de derecha para tratar de socavar un gobierno autonómico que no es pepero.