La sucesión de Ximo Puig al frente del PSOE valenciano ha frenado la velocidad de crucero que cogió tras los resultados de las elecciones autonómicas del pasado 28 de mayo. La pérdida de todo el poder autonómico y provincial (la Generalitat y las tres diputaciones) a manos del PP, así como de 8 de las 10 principales ciudades de la Comunidad Valenciana abrió el debate de par en par.
El factor que ahora ha puesto en pausa el posible relevo no es otro que el hecho de haber aguantado en pie las elecciones generales del 23 de julio y crecer en número de votos, casi 150.000, con apenas dos meses de diferencia.
Este detalle ha permitido a Ximo Puig diseñar con más calma su sucesión, si es que decide finalmente dejar paso a otro militante, y detener el ímpetu de los críticos que querían que el secretario general pasase ya a manos de alguien diferente.
Credibilidad de expresidente
Los 8 años como presidente de la Generalitat han concedido a Puig un estatus de credibilidad que en buena parte se esfumó el pasado 28-M pero no del todo. La segunda posición en las elecciones generales –pero creciendo en apoyo y mejorando las expectativas después de un bajonazo tan reciente– han animado a aquellos que creen que Puig debe aguantar e, incluso, volver a presentarse como candidato de los socialistas valencianos a la cita electoral de 2027.
El propio Puig ha alimentado esa posibilidad al seguir como presidente del grupo parlamentario en las Cortes Valencianas, mantenerse al frente de la secretaría general del PSPV-PSOE y ha logrado ser designado como senador territorial en detrimento de otro expresidente de la Generalitat, Joan Lerma, que ha cumplido un larguísimo ciclo en la Cámara Alta.
Medios suficientes para continuar
El político morellano también ha hecho uso parcialmente del Estatuto de expresidentes del Gobierno valenciano, ya que no forma parte del Consejo Jurídico consultivo pero sí ha pedido dos asesores, oficina y chófer que le garantizan tener una infraestructura que muy pocos tienen a día de hoy en el PSOE valenciano.
La intención de Puig sobre su futuro sólo la sabe él. Y si opta por la sucesión quiere dirigirla y favorecer a quienes han sido colaboradores leales en los últimos años.
Bernabé, Torró y España
El nombramiento de Pilar Bernabé como vicesecretaria general del PSOE valenciano para cubrir la prolongada vacante dejada por Manolo Mata fue a propuesta del expresidente autonómico y resultó aceptada por unanimidad.
Ese último movimiento que Puig ha realizado antes del verano deja a Bernabé como número dos del PSPV y además con la plataforma institucional de delegada del Gobierno que la encarama como la principal cara visible de los socialistas en la legislatura recién inaugurada.
No quiere decir ello que Bernabé sea la persona elegida para suceder a Puig pero sí que la coloca en la línea de sucesión con las mismas o más aspiraciones que cualquiera que desee intentarlo. Además, desde su posición orgánica como número dos tendrá un papel relevante en la preparación del congreso, veremos si ordinario o extraordinario, de los socialistas valencianos.
Otra colaboradora de Puig, la exconsellera Rebeca Torró, será la otra voz, junto a Bernabé, que se escuchará con más fuerza entre los socialistas valencianos. Su nombramiento como portavoz en las Cortes Valencianas del grupo socialista le ha permitido alzar la bandera del 'ximismo' desde el minuto uno de la legislatura.
Defiende con convencimiento que Puig debe seguir e intentarlo de nuevo hasta 2027, pero si el veterano político decide dar un paso al lado, también tendría sus opciones de convertirse en la primera mujer candidata a la Presidencia de la Generalitat por el PSOE valenciano.
Ahora bien, si hay una persona a la que Ximo Puig ha mimado y promocionado desde su llegada a la máxima responsabilidad autonómica ese es Arcadi España. El exconseller está en el grupo de elegidos por Puig en las Cortes Valencianas. Como Torró, fue ungido por el expresidente, como portavoz, en este caso, adjunto.
Su carácter más pausado le convierte en un serio candidato a la sucesión si lo es por 'aclamación'. España no parece muy proclive a entrar en guerras intestinas y Puig lo sabe. Por ello, lo ha situado en un segundo plano respecto a Torró, mucho más 'guerrera' y combativa desde las tareas de oposición al PP y a Bernabé que tiene mayor ascendencia orgánica y representa una institucionalidad muy valorada en algunos sectores del PSPV.
Los críticos, Bielsa y Soler
Los tiempos parecen ahora jugar a favor de Puig por el margen que se ha ganado después del 23-J. Esto perjudica principalmente al presidente provincial del PSOE de Valencia, Carlos Fernández Bielsa, quien fue el primero en lanzarle un pulso a Puig tras el fracaso de las autonómicas.
Bielsa, sin embargo, se ha quedado sin la Presidencia de la Diputación de Valencia como plataforma de proyección y su precipitado reto a Puig puede haberle granjeado algunas enemistades gratuitas. No obstante, aún tiene predicamento en la provincia y es una figura que, si da el paso para llegar a la secretaría general del PSPV, hay que tener en cuenta.
En parecidas circunstancias se encuentra el líder provincial alicantino, Alejandro Soler, quien también le dobló el brazo a Puig en la elaboración de las listas electorales. A diferencia de Bielsa no ha sido tan frontal y ha jugado sus cartas en Ferraz donde mantiene muy buenos contactos.
Esa baza, de hecho, lo coloca también en el podio de candidatos a la sucesión de Puig, ya que la estructura federal del PSOE, donde tiene sus grandes apoyos –junto a buena parte de la provincia alicantina– le hacen ser una persona a seguir en los próximos meses.
Morant y Ábalos
Y al margen de la vía de los críticos, de los 'ximistas' y de la posible continuidad de Puig, hay que recordar que uno de los grandes beneficiados de los resultados del 23-J fue José Luis Ábalos quien seguirá en el Congreso y mantiene aún buena sintonía con el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.
La visión interna del partido del que fuera secretario de Organización del PSOE aún tiene bastante más peso del que se le atribuye en asuntos valencianos y ahora no va a ser menos.
La otra gran favorecida por la resistencia de Pedro Sánchez es la gandiense Diana Morant. Quien ha sido ministra de Ciencia y fue alcaldesa de la ciudad ducal, tiene un gran predicamento con el presidente del Gobierno quien ya la intentó colocar como candidata a la Alcaldía de Valencia.
Llegado el momento, la que fue el pasado 23-J cabeza de lista al Congreso por Valencia –secundada por Ábalos– también está en la quiniela de ese ramillete de aspirantes al trono del PSOE valenciano que aún no se sabe si cambiará de manos, aunque el descalabro del 28 de mayo así lo aconsejaría a juicio de muchos militantes socialistas.