Felipe VI tomó las riendas de la Casa Real en un momento convulso para la Corona: Juan Carlos I abdicaba -era necesario remontarse tres siglos atrás para encontrar al último monarca que tomaba la misma decisión-, cercado por las polémicas, desde su caída en Botswana hasta el trastabillado discurso que pronunció en la Pascua Militar de 2014. Después llegarían los escándalos judiciales que acorralaban al emérito y su posterior traslado a Emiratos Árabes Unidos, así como la imputación de la infanta Cristina.
Tiempos turbulentos para la Casa Real y para un Felipe VI que se estrenaba como monarca. El objetivo inmediato: devolver la confianza a la institución. En esta década, el Rey ha trasladado una imagen de templanza y alejada de los escándalos personales que precedieron a su padre. También ha expresado firmeza ante el desafío separatista dirigido por Carles Puigdemont con el referéndum ilegal de 2017 y ha abierto a la Corona a la transparencia, con auditoría pública de cuentas y su propio patrimonio.
Superada la primera década de Jefatura de Estado, Felipe VI afronta nuevos desafíos y amenazas, ya sea contra la institución o contra la nación. “Por muchos años más de servicio”, afirmaba este martes, en la víspera del décimo aniversario de su proclamación, ante la cúpula militar, en la clausura del XXV Curso de Estado Mayor de las Fuerzas Armadas, en el Centro Superior de Estudios de la Defensa (CESEDEN). Una frase que no sólo aludía a su década como Jefe del Estado, sino también al papel de la Corona en los tiempos venideros.
Años próximos en los que los independentismos aún mantienen su pulso al Estado. Tras la aprobación de la Ley de Amnistía, con la que Pedro Sánchez ha logrado sumar los apoyos necesarios para sacar adelante su legislatura, el separatismo catalán -principalmente a través de Junts, con Carles Puigdemont al frente, y de ERC- mantiene su intención de celebrar un referéndum de independencia.
Y tienen intención de hacerlo en la presente legislatura. Así lo deslizan tras cada uno de los acuerdos suscritos con el Gobierno de coalición -como la citada Ley de Amnistía-. Fuentes políticas consultadas por Vozpópuli inciden en que los partidos separatistas retomarán esta vía cuando se conforme un nuevo Gobierno en Cataluña, tras las ajustadas elecciones en las que el candidato socialista, Salvador Illa, se proclamó vencedor, aunque sin los apoyos necesarios para alcanzar un acuerdo.
Cataluña, no obstante, no es la única región donde el separatismo lanza su órdago contra el Estado. El vuelco electoral vivido en Euskadi en las últimas elecciones dan una representación mucho mayor a EH Bildu. En los comicios autonómicos, EH Bildu y PNV, independentistas y nacionalistas, sumaron siete de cada diez votos. Y en las elecciones europeas los abertzales se erigieron como primera fuerza, tras el desplome de los jeltzales.
El republicanismo en España
A ese contexto político hay que sumar la creciente influencia de fuerzas políticas que se declaran abiertamente republicanas y mantienen una postura beligerante contra la Corona: Podemos, primero, y Sumar, después, formaron parte de los dos Gobiernos de coalición dirigidos por Pedro Sánchez. Algunos de sus diputados no dejan de exigir la celebración de un referéndum sobre la monarquía.
A todo ello hay que añadir la creciente influencia de los populismos en España. Los expresidentes Felipe González y Mariano Rajoy, a pesar de sus diferencias políticas, coincidieron en un reciente foro celebrado en Lisboa en alertar del desafío que suponen los movimientos populistas para las democracias occidentales. Una tendencia que ha quedado patente en las últimas elecciones europeas, con el consecuente riesgo de fractura en pleno desafío de Vladimir Putin sobre el Viejo Continente, tras la invasión de Ucrania.
Un escenario de incertidumbre en el que Felipe VI aspira a mantener intacto el papel institucional de la Corona. Y, para ello, tendrá que ser capaz de retener el prestigio de la Casa Real entre los jóvenes, entre los que cunde una creciente desconfianza hacia todas las instituciones que representan el Estado; una postura que está ligada con el auge de los citados populismos.
Una responsabilidad que no sólo recae en Felipe VI, también en la Princesa Leonor, llamada a ocupar la Jefatura de Estado, y que ya está inmersa en su formación militar. Encarrilar este relevo es, precisamente, otro de los grandes retos a los que se enfrenta la monarquía.
Desafíos, todos ellos, a los que se enfrentará Felipe VI tras cumplir su primera década como Rey de España: “Mi dedicación y compromiso son totales -reiteró este martes en el acto celebrado ante la cúpula militar-. Por muchos más años de servicio”.