Patricia Aguilar estuvo año y media cautiva por una secta en Perú. La historia parece que se repite. Anna Marín, una joven de Elche de 21 años, ha desaparecido de forma súbita del lado de su familia y su entorno sospecha que detrás está una secta pseudoreligiosa, según explica a Vozpópuli su hermano David. La Policía Nacional ya está investigando el caso y ha pedido colaboración a sus homólogos peruanos para tratar de localizar a la española.
Anna Marín Sánchez nunca había dado problemas a su familia. Es una joven normal que siempre ha vivido en la más absoluta normalidad. Cursa 4º de Historia en la universidad y tiene un círculo reducido de amigos. Sin embargo, esta chica de Elche llevaba desde noviembre con una doble vida.
Cada tarde salía de su casa para ir a clase, según manifestaba a su familia, pero la realidad era todo lo contrario. No acudía a la universidad y fue cayendo poco a poco en una espiral de mentiras que ahora han sido descubiertas.
En ese mes rompió su vínculo con su círculo más íntimo. Bajo excusas banales de cometido falsos que tenía que hacer dejó de quedar con ellos, según explica su hermano a Vozpópuli. Sin embargo, la relación con sus padres y familia no cambió.
Todo ello explotó en verano. Aseguró a sus padres que el viaje de fin de curso en la universidad se celebraría del 24 de julio al 8 de agosto y que el destino era Perú. "Al principio nos extrañó ese país pero al ser futuros historiadores no le dimos importancia. Luego a toro pasado vas atando cabos", relata David.
Después de ese viaje no sucedió ningún cambio en su mentalidad. Tuvo otros dos desplazamientos con sus padres a Santa Pola y al norte de España. "Estaba normal, tenía una actitud normal. Solo nos podía extrañar que trajo algún regalo bendecido de Perú", ha añadido.
Los mensajes de Anna
El cambio radical se produjo el 29 de agosto. Dijo a sus padres que se iba a una casa de campo de una amiga para celebrar su cumpleaños. Nunca volvió a su domicilio. Mantuvo mensajes de WhatsApp con su madre "como si nada", también se preocupó por su estado de salud porque se había hecho un esguince.
El día 5 de septiembre era la fecha escogida para su vuelta. Hasta las cuatro de la tarde no dio señales de vida; las llamadas no llegaba a recibirlas y solo entraban los mensajes de WhatsApp y las videollamadas. A esa hora dijo que salían para casa.
Una hora después su discurso cambió. En un mensaje comunicó a sus padres que había encontrado trabajo en Madrid y que se quedaba a vivir en la capital. En un armario de su habitación dejó una nota "con un lenguaje que no tiene nada de sentido" y con expresiones "latinoamericanas" que nunca utilizaba.
Después de ello su móvil ya no dio señal. "Sí que ha intercambiado mensajes con su prima y con amigas a través del correo electrónico", añade su hermano. Ese mismo día 5 de septiembre fueron a denunciar a la Policía Nacional.
Los agentes descubrieron que ese mismo 29 de agosto, Anna ya había viajado a Perú. El día 7, su familia formalizó la denuncia a la Policía con toda la información del caso. Todas los indicios apuntan que detrás de su marcha se encuentra una secta pseudoreligiosa. Una historia que guarda similitudes con el caso de Patricia Aguilar.
La Policía Nacional, la sección de Desaparecidos, ha iniciado una investigación y ha solicitado la colaboración de sus homólogos peruanos. También ha puesto la carne en el asador la Asociación SOS Desaparecidos. Su presidente Joaquín Amills está en todo momento pendiente del caso y en la parte jurídica cuentan con la asistencia de Juan Manuel Medina.
Similitudes con Patricia Aguilar
La familia de Anna está "totalmente destrozada". Sospechan que la captación se inició a través de las redes sociales por algún tipo de foro. Un caso del que supuestamente está detrás una secta. Su desaparición se considera de alta vulnerabilidad por estas circunstancias.
El jefe de la UDEF de Elche se puso este domingo en contacto con la familia. La desaparición de Anna también se ha puesto en conocimiento de la Embajada. "De ahí tenemos que ir avanzando y disponibilidad máxima", subraya el hermano de la joven.
Un caso que recuerda mucho al de Patricia Aguilar; "tiene demasiadas similitudes". "Se han puesto en contacto con nosotros para darnos su apoyo y consejos", agradece David. "Para que se aproveche todo el trabajo que se hizo en su investigación y podamos reutilizarlo", añade.
El hermano de Anna quiere enviarla un mensaje: "aquí tiene su casa, su familia, comprendemos perfectamente que pueda hacer su vida. Puede hacer lo que quiera pero estamos extremadamente preocupados. No es lógico hace las cosas de esta manera".
El perfil de una secta
Su principal petición es que asegure que está en Perú por "voluntad propia". "Puede venir a visitarnos o ir nosotros allí. Tiene aquí su casa con sus padres, a su hermano, a su perrito, a sus tíos, a sus primos y sus amigos", manifiesta.
El presidente de SOS Desaparecidos, Joaquín Amills, explica a Vozpópuli que las personas de entre 18 y 25 años son el objetivo "más fácil" para una secta. Hacen una labor de captación a fuego lento y las víctimas, sin pensarlo, ya adoptan el mensaje de estos grupos coercitivos. "El contenido de la nota es pura de una secta por su forma de hablar y ya se encienden todas las alarmas", detalla.
Las autoridad españoles también cuentan con la ayuda de la Asociación Profesional de Detectives Privados en España (APDPE) y con la asociación peruana CHS. Todos reman por un objetivo común: dar con Anna Marín y alejarla de esta posible secta.