El engranado y voluminoso agit-prop separatista, que llevó la Vía Catalana por la independencia hasta las páginas del Wall Street Journal o el Financial Times incluso días antes del 11-S, no se entiende sin una figura, Carmen Forcadell, presidenta de la Asamblea Nacional Catalana (ANC), plataforma organizadora de la hilera secesionista. Conocedora de las estratagemas mediáticas para lograr la repercusión deseada, esta militante de ERC ha sido la cara visible y principal impulsora (en la sombra, lo ha sido el Gobierno de Artur Mas) de la cadena humana, articulada en torno a una campaña que buscaba amplia resonancia y remover conciencias. Maneja toda una red tejida en torno a su figura, emergente entre los suyos, pues despierta enorme empatía en ellos. Una vestal del secesionismo que se eleva sobre el jefe de la Generalitat. Es ella a la que veneran como su verdadera lideresa, su alma máter, más que Oriol Junqueras, presidente de ERC, o el propio Artur Mas, al que sólo ven enfrascado en un juego de equilibrios entre el nacionalismo y el sepatarismo. Si los independentistas vascos confían su futuro a Arnaldo Otegi, sus homólogos catalanes lo ponen en manos de Carme Forcadell.
La considerada –así la conciben los suyos– musa de la independencia comenzó sus andadas en el cuarto poder, paradójicamente, trabajando al servicio de la televisión pública española en los albores de la Democracia, a la vez que colaboraba con otros medios de comunicación catalanes. En concreto, esta licenciada en Filología y Ciencias de la Comunicación por la Universidad Autónoma de Barcelona, formó parte del programa Giravolt (Voltereta) en TVE entre 1979 y 1982. Una especie de Informe Semanal a la catalana que ya por el año 1976, todavía con el franquismo, hacía reportajes con el testimonio de representantes de las centrales sindicales y partidos aún no legalizados, asociaciones de vecinos, colectivos sociales y otros personajes políticos que habían estado vetados por sus creencias ideológicas.
Cuenta la periodista de TVE, Pilar López, en su ensayo “Mitjans de comunicació i memòria histórica”, que para poder pasar la censura a veces los títulos de los reportajes se maquillaban y recuerda el caso del primer Onze de Setembre tolerado, el de Sant Boi en 1976, bajo el título “Influencias urbanísticas en Barcelona a la entrada de las tropas de Felip V”. Giravolt ofreció también el primer reportaje sobre Josep Tarradellas, que residía entonces en su exilio en Saint-Martin-le-Beau (Francia).
El espíritu crítico con la realidad de la época que definía a Giravolt dejó huella en Forcadell, que luego iría derivando sus ideales a una posición más escorada. Profesora después de Lengua y Literatura catalanas en diversos centros docentes, contribuyó al germen de lo que más tarde vendría a llamarse proceso de “normalización o inmersión lingüística”, primando el catalán y desplazando el castellano a un uso residual. Funcionaria de la Consejería de Educación de la Generalitat se especializó en esta materia y presta asesoramiento al Ejecutivo catalán desde 1991 hasta la actualidad.
Colaboradora en medios de comunicación como El nou, Diari de Sabadell, El Periòdico de Catalunya, Avui, El Punt, Més Sabadell, Ràdio Catalunya o El Triangle, también ha hecho carrera en la política. Ha sido integrante de la Ejecutiva Nacional de Esquerra Republicana (ERC) entre 2001 y 2004 y concejala de esta formación en el Ayuntamiento de Sabadell desde 2003 a 2007. Una representación política que ha alternado con un constante activismo en la sociedad civil separatista, siendo vocal desde 1996 de Òmnium Cultural, entidad que organizó el año pasado la manifestación por la Diada en Barcelona; fundadora de la Coordinadora para la consulta por la independencia y vicepresidenta de la Plataforma por el derecho a decidir.
