Laura Nicoleta buscaba a sus víctimas en las calles de Badajoz. Esta joven rumana, de 23 años, se acercaba a pedir caridad a personas mayores. Así conoció a Isidoro y a Fernando. Dos ancianos que accedieron a ayudarla y a los que consiguió estafar unos 41.000 euros, según las investigaciones de la Policía Nacional. Teléfonos móviles, joyas, dinero o incluso herencias fueron algunos de los artículos que consiguió enamorando a estos hombres. Una de las víctimas sigue estando tan 'enganchado' a esta chica que llegó a avisarla de que la estaban buscando para detenerla.
Esta mujer rumana era especialista en "estafas románticas" a hombres de avanzada edad, según informó la Policía Nacional en Badajoz."Queremos que no pasé más y que allá donde vaya la conozcan y que la justicia actúe en consecuencia. Esto no es un caso aislado. Es una historia que se repite a diario", explica Victoria, la hija de la una de las víctimas en conversación con Vozpópuli.
La historia de Isidoro y Fernando, las dos víctimas, con Laura Nicole difieren. El primero de ellos, un hombre de 92 años, sigue perdidamente enamorado de la joven rumana. Este anciano llegó a confesar que había comprado seis móviles, joyas y le había dado los números de su cuenta corriente a la chica. Llegaron a mantener relaciones sexuales, según su versión.
El papel de Laura Nicole
Uno de los principales activos era su herencia. Cambió los papeles para que figurara en la misma Laura Nicole. Isidoro aún no ha cambiado su testamento por lo que esta joven rumana podría ser la destinataria de sus bienes si fallece. El anciano se puso en contacto con la chica para comunicarle que la Policía Nacional seguía sus pasos.
Laura Nicole huyó pero fue detenida en Gerona, gracias a la colaboración de los Mossos d'Esquadra. Los agentes de la Policía Nacional de Badajoz acusan a esta chica de varios delitos de estafa y apropiación indebida. Las cuentas de este nonagenario se quedaron "literalmente" a cero después de que la rumana pasara por su vida, según el programa de 'Mañaneros'.
Después de ser arrestada quedó en libertad. Ella niega todos los delitos y dice que "no ha hecho nada malo", según un audio que ha enviado la investigada al programa de 'TarderAr'. Mientras las investigaciones policiales se siguen practicando, el padre de Victoria se encuentra ingresado en un hospital por una intervención clínica.
Para su padre, Laura Nicole en realidad se llamaba María y era portuguesa. No estaba casada y los hijos era de su novio. Una historia ficticia con la que buscaba enamorar a su víctima. En un principio, le iba a ayudar a subir la compra o en la limpieza de la casa. Nunca llegó a realizar estos cometidos.
La investigación de la Policía Nacional aún no ha terminado y los agentes no descartan nuevas detenciones. El foco de las diligencias está en dos personas: un abogado y la tía de la rumana. El primero porque permitió que uno de los ancianos cambiara su herencia. La segunda porque presuntamente vendía el material que le compraba su amante a Laura Nicole.
Las historias de Isidoro y Fernando
Por todo ello, la denominada 'Operación Nicole' sigue en marcha. Los familiares de las dos víctimas solo quieren que los implicados no vuelvan a practicar este tipo de estafas. Para ellas buscan a los ancianos más vulnerables. Les enganchan y se aseguran de que se enamoren. Después ya tienen todo el trabajo realizado por la confianza.
Estas pesquisas comenzaron porque Fernando denunció que Laura Nicole le había sustraído su cartilla bancaria para extraer dinero sin su permiso. Los agentes consiguieron su número de teléfono y acudieron al domicilio donde figuraba el contrato en Badajoz.
La vivienda era la casa de Isidoro, de 92 años, que confesó ser la pareja sentimental de la joven de 23 años. La investigada efectuó más de 50 extracciones bancarias, compras en establecimientos (casi siempre joyerías), robos de enseres valiosos y dinero del interior de las viviendas, ascendiendo a un total de más de 41.000 euros.
NormaDin
Qué perra es la vida. Lo diremos asín. Codicia, tontería, letargo existencial. Aquí, quien no corre vuela y todos, o al menos algunos, hemos toreado en las peores plazas. Pero todo tiene un límite. Y, si no lo tiene, habría que dibujarlo.