Albert Rivera fue el asistente más requerido de entre todos los políticos y personalidades que llenaron a rebosar los salones del Palacio de Real en la tradicional recepción con motivo de la Fiesta Nacional. Primero se echaron cuentas sobre las ausencias. Ninguna novedad. Los tres presidentes autonómicos nacionalistas brillaron por su ausencia. Uxúe Barkos, la jefa del Ejecutivo de Navarra, se había sumado con anterioridad al desplante. Navarra ya es abertzale, quiso significar Barkos con su descortés gesto. El resto de los titulares autonómicos acudió a la cita, en respuesta al empeño puesto desde Moncloa para arropar a la Corona y a los representantes del Estado en esta señalada fecha. También el Consejo de Ministros en pleno, salvo De Guindos y García Margallo, ausentes por citas de gran calado en Europa. Pablo Iglesias se quiso hacer notar ya desde la víspera de la celebración al dar platón a los reyes en la tradicional recepción.
Tras el desfile militar en el Paseo de Recoletos, con enorme presencia de público en las calles, la comitiva se desplazó hasta Palacio donde una enorme marea de representantes del mundo de la política, las finanzas, la cultura y organizaciones cívicas, abarrotó los salones del histórico recinto. César Alierta, por ejemplo, comentó algo a la reina, en un susurro, durante el besamanos. Cariñosos los monarcas con algunos de los nuevos en la sala, como la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, mejor peinada que habitualmente, quien puso distancia con la gente de Podemos, tanto con el mentado Iglesias como con su homóloga de Barcelona, Ada Colau, que había arremetido contra su visión particular del Descubrimiento de América.
El presidente de C`s y el líder de los socialistas posaron juntos ante los medios de comunicación, con la promesa de reunirse en breve
Fue el presidente de Ciudadanos quien se erigió sin duda en el rey de los corrillos, dominados por asuntos referidos a las elecciones generales y, por supuesto, a la complicada situación que se vive en Cataluña. Rivera apenas podía moverse en la sala, tal era el gentío que se acercaba para saludarle. Las encuestas lo encaraman ya a la condición de pieza fundamental en la organización del futuro gobierno nacional. Presionado por los periodistas, el líder de Ciudadanos se acercó a Pedro Sánchez, secretario general del PSOE, y posaron brevemente para unas instantáneas.
Saludos correctos y poco más. Quedaron en verse más adelante. Rivera se mostró muy optimista con relación al resultado que pueda conseguir su partido en la cita de diciembre, censuró la actitud del soberanismo en Cataluña y, muy particularmente, la de Artur Mas, de quien dijo que se verá forzado a convocar nuevas elecciones más pronto que tarde. Le reprochó a Pablo Iglesias su ausencia en esta jornada, ya que consideró que quien aspira a ser presidente del Gobierno debe respetar algo tan esencial como es la Fiesta Nacional.
Rivera concluyó que su partido sale a ganar, que el liderazgo de Rajoy no es que sea 'innegociable', sino que es 'inexistente', añadió al frase del día al asegurar que 'no hemos montado todo ésto para que Rajoy sea presidente', una obviedad que tuvo mucho éxito, y anunció un vuelco político en España tras la cita con las urnas. Pedro Sánchez, crecido tras la encuesta de este domingo en El País, que ofrecía un empate técnico con el PP, se mostró también seguro de su victoria. Mariano Rajoy fue el más prudente, quitó importancia a los sondeos, aseguró que la realidad del escrutinio será bien distinta y partió raudo de la sala rumbo a Nueva York, donde mañana participa en un acto en Naciones Unidas.
La brillantez de la jornada
Los reyes, como es habitual, se paseaban lentamente por los salones, atendiendo preguntas, saludos y parabienes. Don Felipe hablaba con prudencia sobre Cataluña, agradeció la enorme respuesta institucional al acontecimiento, celebró la brillantez de la parada militar y evitó pronunciarse sobre cuestiones más concretas del ámbito político. Dona Letizia hablaba de la princesa de Asturias, que posiblemente no asistirá a la entrega de los premios que llevan su nombre, y se interesó por el trabajo de algunas de las periodistas asistentes a la sesión. Los monarcas elogiaron la espectacular velada de luz y sonido que tuvo lugar en la noche del domingo en la Plaza de Oriente, en la que una descomunal bandera de España abrazó la fachada del Palacio Real, en una iniciativa que fue seguida por un amplio número de ciudadanos.
Los ministros hablaban de sus cosas. Fernández Díaz contestaba a preguntas sobre Siria y el terrorismo islamista mientras que Ana Pastor mostraba enorme preocupación por el origen del sabotaje sufrido días atrás en el AVE en Cataluña. Se está a la espera de datos sobre la investigación pero dejó caer que eso pinta muy mal. Un precedente que debe hacer reaccionar a la Consejería de Interior catalana, mencionaba la titular de Fomento.
Alfonso Alonso no se deshacía en elogios hacia su compañera de partido, Arantza Quiroga, de quien subrayaba la inoportunidad de la mención presentada días atrás en el Parlamento vasco con relación al terrorismo etarra. Habrá cambios, pero después de las generales, vino a decir. Pedro Morenés atendía a la cúpula castrense y a diplomáticos extranjeros. De los presidentes autonómicos, el más requerido por la prensa era Alberto Núñez Feijóo, quien insistía en que no pretende ir en las listas a las generales, no quiere dejar Galicia, piensa presentarse de nuevo a la Xunta y nada de real tiene la posibilidad de que suceda a Rajoy. Todo ello, dicho por un gallego que ejerce una 'galleguidad' sin contemplaciones. La presidenta andaluza, Susana Díaz, eligió un abrigo corto para la sesión, recibió más felicitaciones por su reciente maternidad que por su gestión política y posó en cuantas fotografías le demandan los presentes. Fue la sonrisa de la reunión.
Los reyes eméritos no hicieron acto de presencia en la sala. Pocos comentan una ausencia que ya empieza a ser tradición. Quizás el año próximo puedan ya permitirse un breve paseo por los salones de Palacio.