"No me votéis por ser catalán, pero no me dejéis de votar por ser catalán". En pleno desafío independentista, Roberto Fernández (Hospitalet de Llobregat, 1954), rector de la Universidad de Lleida, eligió estas palabras para dirigirse a los integrantes de la asamblea de la Conferencia de Rectores de Universidades Españolas (CRUE) en la que fue elegido nuevo presidente. Catalán, historiador y contrario al nacionalismo, la máxima autoridad de los rectores y rectoras de España ha sido de los pocos, si no el único, que ha defendido entre sus pares que la universidad, como institución, permanezca "neutral" ante lo que considera "polémicas partidarias" sobre cómo hay que gobernar el país. "Otra cosa es lo que las comunidades universitarias libres puedan querer hacer", matiza en una entrevista concedida a 'Vozpópuli'.
Fernández se muestra optimista ante el sistema universitario español, del que destaca su capacidad para mantener el tono pese al daño causado por los recortes
Recién aterrizado en su despacho de la sede de la CRUE, situada en la madrileña Plaza de las Cortes, Fernández se muestra optimista ante el sistema universitario español, del que destaca su capacidad para mantener el tono pese al daño causado por los recortes derivados de la crisis económica: "Si la cuestión económica está yendo mejor, ahora esa rebaja ya hay que revertirla". Habla pausadamente, con las tablas de haber impartido muchas clases y la seguridad que le dan años de experiencia como historiador científico, catedrático en Historia Moderna y rector, además de contar con el respaldo que supone haber recibido el Premio Nacional de Historia por su obra 'Cataluña y el absolutismo borbónico'.
Dice estar un poco "fuera de la moda" porque asegura tener una gran confianza en los políticos y en que puedan llegar a alcanzar un Pacto por la Educación a nivel nacional, aunque, reconoce, no conoce "con detalle" la vida en la educación Primaria y Secundaria, la misma falta de hechos que le llevaría a no poder opinar como científico sobre si existe adoctrinamiento político en las aulas de colegios e institutos, una manipulación que sí niega rotundamente cuando se atribuye al ámbito universitario en el que se mueve y en el que, como rector de la UdL, rechazó adherirse al Pacto Nacional por el Referéndum.
Esta semana ha reanudado su actividad la Subcomisión del Congreso para el Pacto Social y Político por la Educación con el fin de negociar un documento de mínimos de cara a una nueva ley educativa, ¿cuáles serían esos mínimos según su criterio como nuevo presidente de la CRUE?
Me dedico a la vida universitaria y no conozco con detalle la vida en la educación Primaria y Secundaria, por tanto no podría decir exactamente qué debería contener el pacto. Pero lo que sí que creo que el país necesita ese pacto. Cuando se hacen pactos de Estado, el país progresa, caminamos todos juntos, la concordia se impone y se impone también algo muy importante: que las leyes tengan durabilidad, permanencia porque eso da estabilidad a la sociedad y a las instituciones.
Por lo tanto, el hecho de que se pueda llegar a formar un pacto de Estado por la educación en España es un deseo histórico y yo creo que es algo maravilloso de conseguir, ya que va a dar una estabilidad fundamental a algo que es un motor del desarrollo del país para que pueda hacerse una educación que se ponga al servicio del crecimiento económico y de los proyectos vitales de las personas.
¿Tiene confianza en que se pueda alcanzar ese acuerdo pese a las discrepancias entre las distintas formaciones políticas que lo abordan?
Estoy un poco fuera de la moda porque tengo una gran confianza en los políticos. Ser político es muy difícil, asumir la responsabilidad de hacer las leyes que dirigen a un país es un oficio extraordinariamente complicado. En general, los políticos son bastante responsables, sé que voy contra lo que es ahora una opinión mayoritaria, pero eso no quiere decir que no se les puedan hacer críticas. Tengo mucha confianza en que la responsabilidad histórica se imponga y que los grupos parlamentarios lleguen a un acuerdo, sería una noticia fantástica para el país.
Ser político es muy difícil, asumir la responsabilidad de hacer las leyes que dirigen a un país es un oficio extraordinariamente complicado"
¿Qué consecuencias de la crisis económica persisten hoy en el sector universitario?
Creo que tenemos el mejor sistema universitario que hemos tenido en toda la historia de España, que me perdonen Salamanca y Alcalá porque quizá en su fundación fueron grandes universidades, pero yo creo que se entiende lo que quiero decir… Nunca en la historia de España hemos tenido un sistema universitario como el que tenemos ahora, que ha constituido que España sea la décima potencia mundial en investigación. Pero es cierto que la crisis ha tocado mucho a la universidad y la ha tocado porque hoy hay casi 10.000 trabajadores menos; porque se ha bajado mucho la financiación de la investigación y porque, en definitiva, han sido las familias con su esfuerzo económico y las comunidades universitarias con su sobreesfuerzo los que han hecho que, con menos dinero, se ha mantenido el tono de la universidad española, es decir, un milagro.
Pero eso no se puede sostener, esa rebaja de financiación, tanto para la universidad como para investigación que se hizo en el 2010-2011 ahora ya hay que revertirla. Si, como sabemos todos, la cuestión económica está yendo mejor, no hay ninguna cuestión que justifique que se mantengan presupuestos a la baja en la universidad, por tanto la crisis económica ha tenido como efecto menos dinero para la universidad (entendida como docencia e investigación) y, ahora, el presidente de la CRUE reclama que se vuelva a invertir en la universidad lo que el país necesita para ir hacia delante.
Son muchas las voces del ámbito educativo que piden aumento en la financiación, pero ¿se podría mejorar el sistema educativo con los recursos que hay actualmente?
Más dinero no asegura necesariamente de una forma mecánica que todo mejore, pero sin dinero te puedo asegurar que casi nada mejora. Por lo tanto, hay que invertir más en la universidad, al hilo de lo que hacen los grandes países de Europa. Estos han visto en la inversión universitaria eso: una inversión universitaria y no un gasto social. Ahora bien, junto a esa mayor inversión, que creo que la sociedad española debe hacer a través de sus parlamentarios y a través del gobierno, hay que decir que las comunidades universitarias tienen también que mejorar en los aspectos de docencia de investigación y de gestión.
Pero es muy difícil mejorar con muchos menos recursos y eso no se va a poder sostener porque otros países de Europa están aumentando sus recursos mientras nosotros los estamos disminuyendo. El décalage que va haber con otros países europeos va a ser cada vez más alto y eso va a repercutir en la capacidad de innovación y en la capacidad de crecimiento económico y de revitalización del país.
Otros países de Europa aumentan sus recursos en educación mientras nosotros los disminuimos. El décalage va a ser cada vez más alto"
¿En qué ejes va a trabajar como presidente de la CRUE?
Hay tres ejes de trabajo fundamentales. El primero es crear una agenda de política universitaria situando los grandes problemas que tiene la universidad española a medio y corto plazo y presentarla a la asamblea d rectores y rectoras para que la apruebe y, después, llevarla al Gobierno y a todos los grupos parlamentarios. Creo que la universidad española merece que en los próximos tres o cuatro años pongamos encima de la mesa de la clase política aquellos problemas que son necesarios abordar para mejorar a corto y medio plazo la vida universitaria sin hipotecar el futuro, a eso le llamo yo una agenda política universitaria. Se la presentaremos al ministro en un plazo breve, quizá en mes y medio...
En segundo lugar, es muy importante que la CRUE siga vertebrando el sistema universitario español. De hecho, tenemos 17 sistemas universitarios y yo creo que la CRUE debe ser la gran institución que ayude a hacer políticas comunes, que sea la voz más autorizada para hablar con los gobiernos y para hablar con la instituciones sociales y económicas. En tercer lugar, me gustaría que la CRUE ayudase también a los rectores y rectoras en sus funciones en las universidades y que estuviera más cerca de ellos porque son los verdaderos sufridores de la gestión, como lo son también los decanos y los jefes de departamento. En ese sentido, dentro de esa función, es muy importante que la CRUE sea capaz de transmitir una imagen correcta a toda la sociedad sobre la bondad del sistema universitario español.
Usted menciona diecisiete sistemas universitarios, ¿qué se podría hacer desde la CRUE para que, en concreto, los rectores de las universidades catalanas se sintiesen integrados en ese conjunto?
Si me lo permite, niego la pregunta. Los rectores catalanes siempre han estado en la CRUE, ya hubo presidentes catalanes en la CRUE. Ninguno de ellos tiene la más mínima intención de salir de la CRUE porque sienten que también protege sus intereses como universidades individuales y como sistema universitario catalán. De hecho, todos los rectores catalanes me dieron el apoyo para presentarme a la candidatura de la CRUE. No existe ese problema, desde el primer minuto ellos han estado aquí.
¿Y se entiende desde la CRUE que un rector se deba posicionar políticamente a favor o en contra del Govern ante el conflicto con el Estado?
Una máxima de la CRUE y, por tanto, del presidente, es el respeto a la autonomía universitaria. Aquello que pone la Constitución española es aquello que la CRUE tiene que defender y practicar, así que cada universidad catalana, a través de sus órganos de gobierno, es absolutamente libre de decidir cómo quiere que su universidad institucionalmente trate los temas de Cataluña o los temas de Cataluña con el resto de España. En eso el presidente de la CRUE no tiene nada que decir porque cada universidad catalana sabrá como tiene que hacerlo en su leal saber y entender.
Como rector de la Universidad de Lleida, entiendo que los últimos meses han sido más complicados... ¿cuál es su balance?
Es un balance razonable. Me gusta decir que estamos haciendo las cosas de forma aceptable, sensata, creo que la universidad de Lleida cada vez tiene mayor densidad institucional mayor presencia en el resto de España, además de unas relaciones internacionales buenas en China y en Iberoamérica. Creo que estamos haciendo una gestión amable.
Y estos últimos tiempos, ¿qué? Pues lo que yo siempre he pensado de la vida universitaria cuando he sido profesor, catedrático o ahora que soy rector... Soy muy institucionalista. Yo creo que la discusión partidaria sobre el futuro de un país debe sustanciarse tanto política como ideológicamente en los órganos que tienen la soberanía popular, que son los parlamentos, tanto los autonómicos como el español. Creo que las universidades no deben entrar en aquello que es la atribución de los políticos parlamentarios.
En ese sentido, me gusta pensar que la universidad es neutral, cosa distinta es que cada una de las comunidades universitarias tenga las inquietudes que quiera tener y que se organice y se manifieste tanto en un sentido como en otro, a favor de una u otra postura, siempre que sean cauces naturalmente pacíficos... Por tanto, distingo entre lo que debe hacer al institución universitaria, que yo creo que no le toca definirse políticamente sobre polémicas partidarias de cómo hay que dirigir el país, y lo que las comunidades universitarias libres puedan querer hacer. Sí creo que la universidad debe ocuparse siempre de los derechos fundamentales del hombre y de la mujer, eso sí lo creo, y ahí sí que la universidad tiene que ser institucionalmente combativa.
Creo que la discusión partidaria sobre el futuro de un país debe sustanciarse tanto política como ideológicamente en los órganos que tienen la soberanía popular"
Precisamente en Lleida, un tribunal ha llamado este martes ha declarar a ocho maestros por supuesto delito de odio al tratar lo ocurrido el 1-O. ¿Cree usted que hay adoctrinamiento en las aulas catalanas?
No conozco el sistema primario y secundario, no trabajo en él y no tengo una opinión que pueda amparar en hechos. Un científico nunca da una opinión si no puede ampararla en hechos. Yo conozco la vida universitaria y soy historiador, así que conozco particularmente lo que hacen los historiadores compañeros míos en la universidad catalana y tengo que decir con absoluta rotundidad que no hay adoctrinamiento en la universidad, entendido por una práctica sistemática mancomunada por mucha gente y dirigida con un objetivo.
La universidad catalana respeta la libertad de cátedra, cada cual explica aquello que la ciencia le da y, en el caso de los científicos sociales, la inmensa mayor parte son verdaderos profesionales que obedecen al método científico, no veo adoctrinamiento por ninguna parte. Puede pasar que en alguna clase un profesor o profesora deslice algún juicio de valor, naturalmente, somos humanos. Pero en la universidad catalana no hay adoctrinamiento.
¿Por qué es importante conocer la historia y qué riesgos tiene que una ideología se apodere de la Historia?
Todas las ideologías, desde Mesopotamia hasta hoy, que han luchado por imponer legítimamente su modelo de sociedad y conquistar el poder han tenido la tentación de tener tras de sí una narrativa del pasado que les fuera útil y que legitimara sus posiciones de presente y de futuro, por tanto, hay un peligro que los historiadores tenemos que evitar de una forma militante: que la ideología en el trato del pasado se coma a la ciencia historiográfica.
La ideología debe sacar sus manos de la historiografía, que es la ciencia que intenta explicar el funcionamiento y cambio de las sociedades. ¿Eso pasa y ha pasado en Cataluña? Sí. ¿En Suecia? Sí. ¿En Uruguay? Sí. Y en España también. Estamos ante un mal endémico que se ha producido en todas las sociedades y en todos los territorios y el historiador científico debe luchar por la objetividad, ecuanimidad y la independencia.
La ideología debe sacar sus manos de la historiografía, que es la ciencia que intenta explicar el funcionamiento y cambio de las sociedades"
¿Cuáles son las principales diferencias que existen entre la historia real de Cataluña con la que difunden los secesionistas?
Bien entendido, no creo que haya una historiografía del independentismo dedicada a manipular sistemáticamente la historia de Cataluña. Lo que sí hay es entre los historiadores profesionales son algunas interpretaciones distintas sobre algunos de los grandes momentos de la historia como lo ha habido siempre. Dentro de la ciencia, en el terreno de la interpretación, también hay diferencias, igual que ocurre entre los físicos y los químicos, pasa con los historiadores. En Cataluña hay un debate sobre algunos hechos en los que opinamos distinto porque unos creemos que la interpretación que tenemos en nuestras manos es mejor que la de otros compañeros y viceversa, pero creo que no se puede hablar de una historiografía independentista. Yo no la veo.
En 2015, el año en que los independentistas intensificaron su desafío, el Ministerio de Cultura le concedió el Premio Nacional de Historia por su libro 'Cataluña y el absolutismo borbónico', una crítica que comenzó a escribir muchos años atrás. ¿Con qué intención la escribió y para qué puede ser útil en la actualidad?
Tenemos siempre que explicar históricamente el presente para entender los procesos de ese presente y poder proponer proyectos de futuro con cierta calidad. El conocimiento objetivo del pasado nos permite entender mejor nuestro presente y adivinar mejor los caminos que tenemos que transitar para un futuro. A mí me pagan muy bien por ser académico, historiador, por ser universitario y cuando entro en mis clases, o bien, cuando escribo artículos o libros, tengo la obligación deontológica de ofrecer el mejor conocimiento posible del pasado. Por eso lucharé siempre contra cualquier tipo de adoctrinamiento, del tipo que sea.
Esa obligación de entrar en una clase y pensar que los estudiantes que están allí tienen derecho a que yo les ofrezca el mejor conocimiento científico que se pueda del pasado era una inquietud mía personal y me llevó a ir reflexionando sobre cómo la ideología a veces manipula el pasado. Me centré en el siglo XVIII y en Cataluña porque es lo que mejor conozco. Estamos ante un gran reto que es que los alumnos de Primaria, Secundaria o universitarios que estudien historia reciban el conocimiento que la ciencia historiográfica pueda producir. Tienen derecho.