Los dos primeros años han sido los de la economía, la prima de riesgo, el rescate finalmente esquivado y la reforma laboral. Ahora toca cambiar el foco, centrar la atención en otros objetivos. Ya lo advirtió el propio presidente: la segunda mitad de su mandato tendrá un carácter más político. Al cabo, 2014 es un año electoral y toca centrarse en el partido, elaborar las listas, los candidatos a las europeas, la renovación de dirigentes y, por supuesto, la Convención, siempre aplazada.
El "síndrome de la Moncloa", esa obsesión por encerrarse en Presidencia y alejarse de la calle que afecta a todos los presidentes, no ha hecho aún mella en Mariano Rajoy. Pero estos veinticuatro meses de Gobierno no le han permitido moverse mucho, patear las sedes del partido, charlar con la gente. La agenda oficial de Presidencia es demasiado nutrida como para participar también en el partido.
Escándalos y tensiones
Ahora toca volver la vista a Génova, donde el partido ha pasado y está pasando las de Caín. Turbulencias por doquier, escándalos sin fin y ruido de navajas en el subsuelo. Dolores Cospedal ha guardado muy bien la finca, ha conducido con mano de hierro el 'affaire Bárcenas', tan espinoso, tan endiablado, pero ya ha llegado la hora de que el presidente del PP preste algo más de atención a su partido.
Todo el mundo sabe que es el propio Rajoy quien, en última instancia, decide las listas, al menos en la cúspide, así como los nombres para los cargos de mayor relevancia. Entre las materias urgentes, por el momento, se encuentra la de seleccionar el perfil del candidato a las elecciones europeas, que se celebran a finales de mayo. También hay que ponerle nombre y apellidos. De momento, Mayor Oreja y Arias Cañete son los favoritos de las quinielas internas pero puede haber alguna sorpresa. Tanto se ha manoseado informativamente el tema que nadie sabe a qué atenerse a ciencia cierta. Saldremos de dudas muy pronto.
Escuchar opiniones
Estos días de reposo navideño son ideales para reflexionaer en estos aunto, lejos del bullicio de Madrid, de las presiones políticas, de los rumores, de los comentarios. Es el clásico estilo Mariano. "Hasta ahora no le he dedicado ni un minuto al tema", señaló Rajoy, con relación a las europeas, en su comperacencia ante la prensa tras el último Consejo de Ministros. Cierto. Todo el mundo sabe que la incógnita la despejará personalmente del presidente una vez escuchada la opinión de Dolores Cospedal y quizás tras haber sondeado a algún personaje de su entorno. Quizás a su inevitable gurú demoscópico, Pedro Arriola, cuyo criterio se tiene siempre en consideración.
Según quien sea finalmente el elegido, puede haber minicrisis de Gobierno. No es plato que le agrade al presidente, que ya mostró públicamente su deseo de acabar la legislatura sin mover piezas en el Gabinete. Pero puede resultar inexcusable. Si el elegido resulta ser el ministro de Agricultura, inevitablemente habrá remodelación.
Rumbo a Bruselas
En el partido hay más materias pendientes, aunque no tan urgentes, como designar algunos líderes regionales, especialmente en Andalucía y Murcia. En la comunidad andaluza, la aparición de Susana Díaz ha puesto nerviosos a cuadros y militantes del PP. Hasta el punto de que el propio Rajoy tuvo que frenarlos en seco. Y frenar también el tironeo protagonizado por Cospedal y Arenas para la selección del líder. En Murcia, el histórico Ramón Luis Valcárcel se va en marzo a las listas europeas. Se marcha sin designar abiertamente sucesor. Viejo conocedor de la maquinaria del partido, Valcárcel ha actuado con prudencia y no ha osado señalar claramente a ningún delgfín. Es obvio que es tarea que, en última instancia, hará el propio Rajoy.
También hay que poner fecha y lugar a la postergada Convención del partido, que tenía que haberse celebrado tras el verano. Arreciaba por entonces el vendaval Bárcenas y se decidió esperar a tiempos mejores. Pero ya no es posible más aplazamientos. Será posiblemente en febrero ya que el PP catalán celebra convención propia a finales de enero y por allí se espera a Rajoy, para que frene a Artur Mas y, de paso, para que fortalezca la nada sólida figura de Alicia Sánchez Camacho, la 'lideresa' regional, sacudida permanentemente en las encuestas por los embates de Albert Rivera y sus Ciutadans.