España

Entrevista al exministro Margallo: "Están abriendo en canal a España"

El eurodiputado y exministro de Exteriores, José Manuel García Margallo, muestra su pesimismo sobre la guerra de Ucrania y critica las decisiones del PSOE para contentar a sus socios

El eurodiputado del Partido Popular y exministro de Exteriores, José Manuel García Margallo, vive de cerca una guerra que se gestó bajo sus ojos y que ha generado unas dificultades que toda Europa se esfuerza en combatir. El veterano parlamentario muestra sus dudas sobre la resolución del conflicto y critica los bandazos del Gobierno en política exterior, especialmente con Argelia y Marruecos en un contexto de crisis energética. Pero, sobre todo, carga contra la falta de voluntad de consenso por parte de Pedro Sánchez. Atiende a Vozpópuli en la sede del Parlamento Europeo de Bruselas, una institución en la que, tanto en su etapa anterior como en la presente, siempre ha estado ubicado dentro de la coalición en torno al centro que rige desde hace varias legislaturas pero que podría alterarse el año que viene.

¿Se ha llegado a imaginar cómo habría lidiado con la guerra de Ucrania si le hubiera tocado cuando era ministro de Exteriores de España?

Yo estuve en el origen del conflicto porque era ministro en 2013 cuando el presidente ucraniano, Víktor Yanukóvich vino a Vilnius a firmar el Acuerdo de Asociación con la Unión Europea. Provocó la irritación de Putin, que amenazó a Ucrania con tratarle como país tercero, especialmente en lo que se refiere a suministro y precios de energía, Yanukóvich se echó para atrás y, a partir de ahí, se produce la reacción del Maidán. El 21 de febrero de 2014 tuvo lugar una reunión en la que estuvieron presentes los ministros de Exteriores de Alemania, Francia y Polonia con el Gobierno y la oposición ucraniana y se acordó que Yanukóvich formara un gobierno de concentración nacional y convocara elecciones en diciembre del 2014. La 'Rada' destituyó a los dos días a Yanukóvich y eso provocó la reacción de Rusia con la invasión de Crimea y el aliento a los secesionistas del Dombás. Por tanto, el conflicto ya estaba absolutamente en vigor. Luego se produjeron los acuerdos de Minsk, que es lo que yo creo que pasará ahora con un alto al fuego y retirada de tropas a una distancia prudencial.

Soy relativamente pesimista en cuanto a la solución de fondo. Que se deje de pegar tiros, es probable, pero lo otro es mucho más difícil de gestionar

Entonces, ¿ya vislumbra una solución?

Yo creo que esto tiene mala solución. Putin no puede volver a Moscú con una derrota que le costaría su cabeza, Zelenski no puede aceptar una negociación que suponga renunciar a los territorios que Rusia ha ocupado y Estados Unidos no debería aceptar la rendición de Ucrania y la cesión de estos territorios. Aceptarlo sería tanto como aceptar que la fuerza es fuente del derecho internacional. Digamos, por lo tanto, que estamos en una situación de empate técnico. Yo creo que lo que se va a producir es una especie de 'Minsk 3' con separación de tropas, pero eso no es suficiente. La pregunta es si seguimos o no con las sanciones y con el conflicto económico, porque aquí el gran problema es el gas. Los europeos podemos decidir no comprar a Rusia para castigar su economía, que es muy modesta, pero también Rusia puede optar por no vendernos gas y entonces nos encontraríamos en un problema en el que habría que ver la resistencia que tenemos los europeos. Yo soy relativamente pesimista en cuanto a la solución de fondo. Que se deje de pegar tiros, es probable, pero lo otro es mucho más difícil de gestionar.

El conflicto ha puesto de manifiesto la dependencia europea del gas ruso, al igual que hemos notado también la dependencia de China con la crisis de los chips. ¿La UE tiene muchos defectos que corregir en ese sentido?

Es evidente que vamos a un mundo bipolar, entre Estados Unidos y China. Aquí está donde caiga Rusia, pero ese es el conflicto. Y Europa está en una situación bastante complicada. Este conflicto a quien está dando dinero es a los Estados Unidos, que exporta gas y petróleo, y quien está sufriendo es la Unión Europea y Rusia y Ucrania, por supuesto. Yo aquí sí tengo que lamentar porque en 2014, estando nosotros en el Gobierno, hicimos un informe en que la tesis era: "oiga, si usted quiere tener margen de maniobra con Rusia, tiene usted que reducir la dependencia energética. Eso quiere decir que tiene usted que buscar fuentes alternativas de suministro". Y ahí estaba España como el gran 'hub', porque teníamos dos gasoductos con Argelia y teníamos siete estaciones de regasificación. Podíamos suplir el 40% que venía de Rusia, siempre y cuando se hubiese hecho lo que se acordó en Madrid con Jean-Claude Juncker, Arias Cañete, Hollande, Passos Coelho y Rajoy, que era el MidCat que ahora este Gobierno ha abandonado por una solución 'ad calendas graecas', sabe Dios cuando va a terminar eso.

Lo ha abandonado, al menos por ahora, porque Macron se cerró en banda...

Y hemos perdido una oportunidad de oro. Pero es que en política exterior, yo siento tener que ser muy crítico en este tema, pero es que no tenemos. No tenemos política exterior. Hemos logrado en el Magreb algo que no había logrado ningún secretario de Exterior desde Felipe V, que es enfadar al mismo tiempo a Marruecos, Argelia y al Polisario. En América Latina hemos dado unos bandazos terribles, al reconocer a Juan Guaidó, dejar de reconocer a Juan Guaidó, o estar ausentes de una reunión en París, convocada por Macron, a la que asistieron los presidentes de Argentina, de Chile y de Colombia para hablar de Venezuela. Y eso que España, como usted sabe, ha sido siempre el primer país al que se le preguntaban por estos temas. Hemos logrado, además, algo que yo no había visto, que es que, por primera vez desde 1979, el Congreso no haya aprobado un tratado internacional, entre España y Azerbaiyán, para comunicación de informaciones. No se le ocurre a nadie plantear eso cuando Azerbaiyán acaba de invadir Armenia por el tema de Nagorno-Karabaj. Yo creo que tenemos una política exterior muy deficiente que no es más que la respuesta a la doble alma que hay en el Gobierno. Es muy difícil hacer política exterior cuando, si se habla de la cumbre de la OTAN que se celebra en Madrid, unos quieren admitir a Suecia o a Finlandia, admitir el gasto militar para alcanzar el 2% que nos corresponde, y los otros no. Al final, eso es imposible de cuadrar.

Se me adelanta usted porque quería preguntarle, precisamente, si cree realmente que en política internacional, con Podemos en el Gobierno, el ministro Albares y Pedro Sánchez, tienen las manos atadas en situaciones tan complejas como las actuales.

Argelia ya mandó un recadito cuando, de los dos gasoductos que tenía en noviembre, no quiso renovar uno. Y cuando se hizo lo de la famosa carta, que yo estoy convencido que no se escribió en España, entre otras cosas porque el título que daba al Ministerio Exterior no era el que le correspondía. Somos el único país de la Unión Europea que ha aumentado la dependencia del gas ruso, ha aumentado las importaciones de Rusia, el único, lo cual es un éxito que acredita la inteligencia del Estado Mayor.

En Argelia se nos ha desplazado de la postura que teníamos. A mí me gustaría que el ministro de Exteriores, por lo menos, hablase por teléfono con su colega, o que se presentase allí a intentar enmendar el entuerto

Pedro Sánchez presume de su estrategia energética...

(Interrumpe) ¿Ah sí?

...sí, con ese tope al gas hecho a medias con Portugal, presume de tener ahora una energía mucho más barata que en otros países europeos o de tener una inflación que también está muy por debajo de la media europea. Entonces, ¿tan mal lo está haciendo?

Cuando tienes que pedir que se haga una excepción contigo, que es la excepción ibérica, por estar en peores condiciones que los demás y por no haber hecho los deberes... Si tuviésemos la conexión con Argelia funcionando a todo trapo, probablemente no hubiese sido necesario esto. La medida es absolutamente temporal y exige además compensar a las gasísticas, porque alguien tiene que pagar. Yo creo que eso no lo está haciendo bien y lamenté enormemente que no hiciese caso al documento que se le mandó sobre seguridad y defensa desde el Partido Popular para que se hubiese hablado de la frontera sur en la cumbre de la OTAN. La frontera este es muy importante, pero hay una frontera sur, y África va a pasar de 1.250 millones de habitantes a 1.750 en 10 años. Son problemas de seguridad, problemas de terrorismo, problemas de inmigración y oportunidades de desarrollo económico que estamos perdiendo. En Argelia se nos ha desplazado de la postura que teníamos y el primero en ir fue Draghi, antes de dejar el puesto, y Macron se presentó allí con 17 ministros. A mí me gustaría que el ministro de Exteriores, por lo menos, hablase por teléfono con su colega, o que se presentase allí a intentar enmendar el entuerto y no perder más terreno del que hayamos perdido, porque Argelia es una potencia energética, lo va a ser más y porque habrá una canalización de energía de Argelia. Y España, que estaba en una posición ideal en Argelia y en Marruecos, la ha perdido.

Cuando dice, como en el título de su libro, que España está en un laberinto, ¿se refiere también, por ejemplo, a este tipo de política con regates cortoplacistas para sortear crisis como la energética?

La tesis del libro es que, cuando en una crisis los españoles nos hemos entendido, ha habido dos grandes partidos situados en la centralidad política que han asumido lo que Cánovas llamaba las verdades madre, los principios fundamentales que no se tocan, y se alternaban en el Gobierno sin que a nadie se le enredase un pelo del bigote, la cosa ha ido bien. Y cuando nos hemos empeñado en no entendernos, la cosa ha ido mal. La restauración de Cánovas y Sagasta viene a remediar los desastres del final de Isabel II, de Amadeo de Saboya y de la I República. Y la transición española viene a arreglar el desastre que supuso la República, la Guerra Civil y la dictadura. Y cuando no ha habido entendimiento, han salido mal las cosas. Y ese entendimiento básico en los temas esenciales, ese espíritu de diálogo y de reconciliación se rompió cuando en 2003 Zapatero firmó el pacto de Tinell en el que socialistas y separatistas catalanes decidieron no hablar, no dialogar y no negociar con el Partido Popular, ni en Cataluña ni en el resto de España en ninguna materia. Y ahora están abriendo en canal a España poniendo todos los temas que separan, no los que unen. En estos meses vamos a ver cómo se pone encima de la mesa todo lo que divide, porque Zapatero, como Sánchez, han llegado a la conclusión que la única forma de mantenerse en el poder es radicalizar y polarizar. Ortega decía que España está preparada para cualquier reforma, por ambiciosa que sea. Lo que no está preparada es para el radicalismo, es decir, para que un partido político imponga su programa sin concesiones y sin diálogo con los demás. Y estamos en la radicalización absoluta.

Un político no es un comentarista, es alguien que tiene que actuar para atender las necesidades. El populismo es lo más grave que nos puede pasar

Usted vive el día a día de la política europea. Con esta nueva crisis, ¿los populismos van a más en Europa?

Lo que pasó entre la Primera Guerra Mundial y la Segunda Guerra Mundial fue exactamente el auge de los populismos, de los nacionalismos y de los proteccionismos, y eso acabó en la Segunda Guerra Mundial. Y ahora está ocurriendo en toda Europa. En Italia con Fratelli, que en las elecciones anteriores tuvo un 4% del voto y ahora ha pasado al 26% y a encabezar el gobierno. En Francia, quitando a Macron, el primer partido es Le Pen y el segundo partido es Mélenchon. Pero es que, en América Latina, solo hay tres países en este momento que están dentro de lo que llamaríamos democracias liberales, que son Ecuador, Uruguay y Paraguay. Nadie negará que Maduro o Nicaragua o el peronismo son movimientos populistas que no van a ningún sitio, porque son soluciones sencillas a problemas muy complejos, apelando mucho más a la emoción que a la razón. Que hemos perdido poder adquisitivo, eso lo sabe hasta la señora de la limpieza de este parlamento. El problema es cómo se arregla eso. Que tenemos un coste energético muy alto, lo sabe cualquier familia. El problema es qué va a hacer usted para solucionar eso, porque un político no es un comentarista, es alguien que tiene que actuar para atender las necesidades. El populismo es lo más grave que nos puede pasar. Lo más grave.

Siguiendo un poco en esa línea, en esta casa, tradicionalmente, populares, socialdemócratas y liberales han gobernado juntos. ¿Cree que ese equilibrio en torno al centro se puede romper tras las elecciones europeas de 2024?

Lo que dice la historia es que aquí las cosas han salido bien cuando nos hemos puesto de acuerdo los populares, que es el primer partido, y los socialdemócratas. A veces pidiendo ayuda, o necesitando ayuda, de los liberales. Todo eso ha funcionado, pero como ha funcionado en Alemania otra coalición. ¿Por qué hay una coalición de socialdemócratas, verdes y liberales allí? Porque los tres son atlantistas, son europeístas y creen en la economía de mercado y no en el socialismo del siglo XXI. Aquí, los movimientos euroescépticos populistas de extrema derecha y extrema izquierda están subiendo y eso es extraordinariamente peligroso en un momento tan complejo en que Europa tiene que definirse si no quiere perecer o desaparecer en un mundo en que cada vez es más evidente que va a haber dos hegemones, China y Estados Unidos. Yo he visto, y usted también, porque ha estado aquí diez años, que en Siria, la Unión Europea desapareció y el porvenir de Siria lo decidían los rusos, los turcos y los iraníes. En Afganistán salimos para volver al punto de partida, la casilla de salida que es que los talibanes dominan el tema. En Libia seguimos sin arreglar los temas. ¿Por qué? Porque Europa no tiene una política de seguridad y defensa y no tiene una política de seguridad y defensa por lo mismo que le decía en España, porque no tenemos una política europea interna fuerte. Cuando eres fuerte dentro, eres fuerte fuera. Lo que es imposible es ser fuerte fuera cuando eres débil dentro.

Esto ya lo dice el Evangelio con las vírgenes necias y las vírgenes prudentes. Cuando les dicen, "enciendan el candil que viene el Señor", las que no tienen aceite, no tienen candil que encender. Y eso es lo que nos está pasando

Llevamos tiempo hablando de las dificultades económicas y energéticas y tenemos por delante unos meses en los que va a ser esencial una buena canalización de los fondos europeos. ¿Cómo cree usted que va a ser este 2023 a nivel económico?

A nivel económico, solo hay que ver las proyecciones que ha hecho el Fondo Monetario Internacional o el Banco Central Europeo. Es decir, va a ser un año bastante peor. Vamos a crecer un 1,4% en el mejor de los casos y las proyecciones de los presupuestos del Gobierno no están calculadas sobre esa cifra, lo que significa que no sirven para nada. La inflación estará por encima del 5%, que es mucho, y la subyacente, que es cuando usted quita alimentos y energía, que son elementos volátiles, no va a bajar de 3,5%. Nosotros hemos entrado en esa situación de crisis mundial con un tejido productivo muy débil porque tenemos tres pecados difíciles de perdonar: el paro, la productividad y el desequilibrio de las cuentas públicas. Europa te dice la palabra, que es déficit estructural, que es "elimine usted de gastos e ingresos los que son extraordinarios". Con una familia, si te ha tocado la lotería, eso lo quitas porque no te va a tocar todos los años. O si te ha casado una hija, a no ser que tengas muchas, tampoco te cuesta todos los años. Eso es déficit estructural. Europa te dice 0,5% del PIB, y estamos en el 6%. Y eso explica muchas de las posturas que tiene el presidente Sánchez en Europa. Cuando ha puesto pie en pared porque Alemania destinaba 200.000 millones de euros para aliviar la suerte de empresas y familias que más sufren con el coste de la energía, dice que eso rompe el mercado interior, lo cual es difícil de mantener cuando ha sostenido la excepción ibérica. Los alemanes lo hacen porque tienen la hucha llena y la usan para estos casos. Y nosotros, como tenemos la hucha vacía, pues no hemos funcionado. Esto ya lo dice el Evangelio con las vírgenes necias y las vírgenes prudentes. Cuando les dicen, "enciendan el candil que viene el Señor", las que no tienen aceite, no tienen candil que encender, y eso es lo que nos está pasando. Por eso España es la que más ha sufrido con la crisis, la que menos ha podido ayudar a familias y empresas con fondos propios, porque no los tiene, y la que más va a tardar en salir de la crisis. Y no hace falta ser Keynes para hacer esta consideración. Es sentido común.

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