Mientras los ojos del mundo se clavan en Ucrania, España mira de reojo -y con grave preocupación- el devenir de los acontecimientos de Mali. No en vano, en las esferas de seguridad se conoce al Sahel africano como la “frontera avanzada” de nuestro país, toda vez que es el escenario donde un sinfín de inestabilidades, empezando por el terrorismo yihadista, amenazan con expandirse hasta ser incontrolables. La retirada del grueso de las tropas francesas en Mali deja un vacío difícil de gestionar. Las más altas esferas militares españolas consideran que un repliegue total de la Unión Europea daría vía libre a Rusia y a China para convertirse en referencias hegemónicas en la región.
“No podemos seguir comprometidos militarmente junto a unas autoridades de facto con las que no compartimos la estrategia. La lucha contra el terrorismo no puede justificarlo todo”. Con este anuncio, Emmanuel Macron, presidente francés, anunciaba una retirada de sus tropas que, no por previsible, es menos incierta. Francia representaba el músculo en Mali: sostenían la operación Barkhane y lideraban la misión internacional Takuba, encargadas de asumir algunas de las misiones más destacadas en la lucha contra el terrorismo yihadista.
Sus intervenciones eran de enfrentamiento directo y con relativa frecuencia se sucedían las noticias de tragedias militares francesas en una u otra actuación, con el desgaste moral colectivo que eso supone para un país. Ahora se reconducirán estos esfuerzos a otros países de la región.
Macron considera que Francia ha pagado un precio demasiado alto en su lucha contra el terrorismo en Mali. Además, los últimos acontecimientos han minado las relaciones entre París y las autoridades del país africano -especialmente tras el último golpe de Estado y la postergación de las anunciadas elecciones democráticas-. El golpe de gracia en el frágil diálogo bilateral se rubricó el pasado mes de diciembre, cuando Francia y sus aliados firmaron una carta en la que acusaban al Gobierno de Bamako de haber contratado los servicios de los mercenarios rusos de la compañía Wagner.
¿Y qué opina España sobre esa supuesta presencia de contratistas rusos? El nombre de España figuraba entre la lista de firmantes del documento, pero fuentes del Ministerio de Defensa afirman que ellos no habían rubricado ninguna carta: “La iniciativa fue francesa y no de la Unión Europea”, justificaban.
Sobrevuela el fantasma de Afganistán y el temor a que los esfuerzos en recursos y efectivos no hayan obtenido los resultados deseados
Rotos esos puentes entre París y Bamako, España teme que la retirada de la Unión Europea sobre Mali sea total y definitiva. Sobrevuela el fantasma de Afganistán y el temor a que los esfuerzos en recursos y efectivos no hayan obtenido los resultados deseados. Las autoridades militares españolas consideran a Mali como una barrera de contención en la lucha contra las organizaciones criminales, los flujos migratorios incontrolados y, principalmente, contra el terrorismo yihadista. Al Qaeda del Magreb Islámico -y sus sucursales- se hacen fuerte en la región norte del país, donde las estructuras de Estado apenas tienen presencia.
Sin las misiones Takuba y Barkane, queda la de EUTM-Mali, orquestada desde Bruselas y compuesta por 1.100 efectivos; la mitad de ellos, españoles. No es una misión de combate directo, sino que pretende dotar a las tropas locales de las capacidades necesarias en su lucha contra el terrorismo. Desde el año 2016, España aporta medio millar de efectivos de forma constante a este despliegue. Y, lejos de contemplar una posible retirada, en junio de 2021 envió una unidad de helicópteros del Ejército de Tierra para reforzar sus capacidades.
"Espacio libre a Rusia y China"
Pero la incertidumbre se cierne sobre EUTM-Mali tras la retirada militar de Francia. ¿Tiene sentido mantener una misión de adiestramiento si no va acompañada de una fuerza de combate directo contra los terroristas? ¿Los resultados obtenidos hasta la fecha justifican un despliegue de tales dimensiones? ¿El Gobierno maliense está dispuesto a seguir abrazado a la Unión Europea o comienza a virar hacia Rusia? Todas esas preguntas resuenan en el Viejo Continente y, por el momento, no hay una respuesta clara.
Francia tiene su decisión tomada. Se marchará de Mali y pretende que el resto de sus socios hagan lo propio. Por el contrario, España aboga por la continuidad de la misión militar, al considerar el Sahel africano como una de sus principales regiones de interés estratégico por su proximidad geográfica y por la creciente amenaza del terrorismo. “La Unión Europea es consciente de que cualquier retirada en el Sahel es dejar espacio libre a Rusia y China”, insisten las mismas fuentes militares españolas. Y ceder esa ascendencia sobre un área de interés prioritario se considera un fracaso tras tantos años de intervención militar.
José Manuel Albares, ministro de Asuntos Exteriores: "El Mediterráneo, el Magreb, el Sahel y el África subsahariana son vitales para la OTAN y para Europa […]. El yihadismo sigue ahí, así como todo tipo de tráfico ilícito: armas, humanos, drogas"
Aún queda cierto margen de maniobra. El ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, trasladó en una entrevista a Financial Times una petición a la OTAN de virar su foco de atención del este de Europa al Sahel africano: “El Mediterráneo, el Magreb, el Sahel y el África subsahariana son vitales para la OTAN y para Europa […]. El yihadismo sigue ahí, así como todo tipo de tráfico ilícito: armas, humanos, drogas”, aseveraba, al mismo tiempo que urgía a la Alianza Atlántica a “pensar cuál es su papel”.
La petición de Albares no cae en un momento casual. La OTAN está inmersa en pleno proceso de redacción de sus futuras líneas maestras, que espera culminar en la cumbre que se celebrará en Madrid en junio de este año. Un encuentro en el que España alzará la voz para manifestar que la amenaza de un avance militar de Rusia no sólo es posible en Ucrania, también en el Sahel en general y en Mali en particular. Y que el futuro de la seguridad mundial se dirime, en buena medida, en el tablero africano.