La España vaciada continúa perdiendo identidad y recursos a pasos agigantados. Tanto es así que servicios y tiendas tan básicas como pescaderías y panaderías empiezan a tambalearse. No hace falta vivir de facto en un pueblo para poder rescatar de la memoria episodios que nos hicieron entrar de lleno en lo más valioso de España como nación: los oficios y su gente.
Quién no ha oído en las vacaciones de verano la melodía del afilador, la bocina de las pescaderías y panaderías ambulantes llegando a las calles o visto maquinaria agrícola aparcada en todos los rincones. Hoy en día, todos esos recuerdos son cenizas para muchos, pero, para una minoría silenciosa y trabajadora, es un drama sin solución en un país que ha dado la espalda por completo a sus orígenes rurales y campestres.
Cuando se analiza los motivos que han llevado al declive del mundo rural, siempre salen a la palestra la falta de relevo generacional y la sostenibilidad/rentabilidad de estos empleos. La industrialización y la tecnología han cercenado el porvenir de millones de personas en todo el país en las últimas décadas. La llegada a las grandes ciudades de las generaciones venideras estableció los núcleos familiares fuera del hogar, consiguiendo el soñado porvenir lejos de los empleos y oficios que los abuelos habían practicado con tanto sacrificio.
Aunque no deja de ser el curso natural de la vida, lo que no es aceptable es ver cómo se ponen trabas y zancadillas constantes a la España vaciada. Una situación que ha empujado al campo a reclamar sus derechos con diferentes manifestaciones y actos. La última reivindicación tuvo lugar el pasado 14 de mayo en Madrid.
Entre las principales protestas, las diferentes plataformas que acudieron clamaron contra la Ley de Bienestar Animal, por ser "dogmática", o la "falta" de una "política hidrológica", mientras se "está acabando con la sostenibilidad de los regadíos". Un grito de socorro "ante el abocamiento a la ruina" a la que "llevan al campo, al mundo agrario y al entorno rural" con estas "políticas alocadas que van en contra de la lógica".
Son unas leyes, afirman los portavoces, que dificultan la producción agrícola y ganadera nacional, "poniendo en peligro su supervivencia". La unión es imprescindible en momentos tan delicados para el campo como el actual. Mientras miles ocupan las calles con sus manifiestos y tractores, otros cientos de miles se quedan sin acceso al mejor pescado fresco de su comarca o los mejores panes por falta de trabajadores. Un drama real de la España a la que nadie quiere mirar a los ojos.
Sin pescaderías y panaderías
En las aldeas y pueblos más apartados de la geografía patria, el hecho de contar con pescaderías y panaderías ambulantes era un alivio enorme de cara a llenar la nevera con dos productos de alimentación tan básicos. Un claxon perfectamente sincronizado con las agujas del reloj. La llegada del mesías alimenticio, un tipo que conoce a sus clientes. Estos oficios están enfocados en abastecer a personas de la tercera edad que no tienen facilidad para viajar a poblaciones aledañas a comprarlo.
Sin embargo, todos estos negocios han dejado de ser rentables. El precio de las materias primas, la infraestructura que requiere y el combustible han reducido considerablemente el margen de beneficios. Pero, sin lugar a dudas, la brecha insalvable se encuentra en la reducida lista de clientes con las que cuentan hoy en día estos oficios. Las personas mayores, fruto del proceso natural de la vida, van desapareciendo, y los pueblos acaban vaciándose porque los jóvenes ya no viven allí.
Esto afecta de forma bidireccional. Por un lado, los profesionales jubilados no encuentran sustitutos que quieran realizar esos trabajos debido a su laboriosidad y escasa rentabilidad económica. Además, no hay a quién vender las hogazas y las caballas que con tanto cariño traen en las furgonetas. Donde antes había varios profesionales, ahora pasa uno o ninguno.
Por eso las pescaderías y panaderías ambulantes están cerrando. No sale rentable recorrer 100 o 200 kilómetros diarios si no vas a vender ni la mitad del género que llevas encima. Pierden menos dinero viendo la televisión en sus casas, aunque suene contradictorio. Entre las zonas más afectadas por esta pérdida de empleos, se encuentran las regiones más recónditas de Galicia y Castilla y León.
Rutas de reparto que descansan angustiadas sin el ruido de los motores circulando a su alrededor. Ancianos que ya no podrán preparar sus platos favoritos por falta de medios. Y una sensación de derrota, de ver cómo la tristeza le ha ganado la partida a la belleza en la España rural. La España de todos. La España que nos dio un techo y un cuscurro de pan cuando las ciudades eran solo una ensoñación. El fin de una era.
forocochero
Sí... recuerdo uno de estos que iba por el pueblo donde yo veraneaba, en la zona asturiana de Colunga... llevaba de todo, primero con una DKW y después con una Ebro... y cuando se le caducaban los yogures le ponía una pegatina encima con la nueva fecha de caducidad a boli xD
Leonidas
Votar a socialismo y comunismo es lo que trae: ruina