España

El público del Camp Nou confirma que va al campo a ver fútbol no a hacer política

 

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El Camp Nou tenía muchas más ganas de fútbol que de política. Si Artur Mas y su entorno se habían empeñado en convertir el Barça-Real Madrid en un acontecimiento que marcara un hito en el devenir separatista, la cosa no pasó a mayores. El pitido de inicio del partido estuvo precedido por un espectacular y precioso mosaico con los colores de la senyera aunque paradójicamente también recordaban a la bandera española, dependiendo de qué grada enfocara la televisión.

No hubo canto del Segadors, sino el himno del Barça, cantado a capella de manera espontánea. Tampoco se vieron muchas más banderas independentistas que otras veces. Algunas más, tal vez sí, pero tampoco fue un exceso. De la misma manera, el grito de "¡Independencia!" planteado para el minuto 17:14 de la primera parte no fue ni mucho menos atronador, incluso podría decirse que fue algo lánguido. Otras veces ha habido en el Camp Nou decibelios más altos, como en el retorno de Figo, por ejemplo. La gente estaba por el fútbol y no por las consignas políticas y más en unos momentos en los que su equipo no carburaba y el Madrid se venía arriba.  

Es cierto que en ese minuto 17 parte del público coreó la consigna, tal como recogió el propio locutor de Canal Plus, Carlos Martínez, aunque durante menos de 30 segundos. De hecho, en el minuto 16 Michael Robinson destacaba que el campo estaba extrañamente silencioso, lo que corroboraba el control del Madrid. Instantes después del grito coreando la independencia, el silencio se ‘escuchaba’ de nuevo, ante una mano de Adriano que simplemente fue corner, pero que heló la sangre a los seguidores culés.

¡Messi, Messi...!

Posteriormente, en el primer gol barcelonista, de magistral falta directa, lo que sí coreó el respetable de manera unánime fue “¡Messi, Messi…!”, dejando de lado cualquier tipo de consigna política.

En la segunda parte se repitieron los cánticos independentistas tal vez con algo más de ardor, coincidiendo con el 2-1 un minuto antes de Messi. Sin embargo, en muchos otros partidos del pasado han tenido lugar más gritos antiespañoles, siempre relacionado con el resultado del partido más que con planteamientos políticos.

Por hablar de gritos, hubo los habituales “¡Asesino, asesino…!” a Pepe, pitos a Cristiano Ronaldo, furor desmedido con los goles y se cantó el himno del Barça en varias ocasiones… fútbol, en definitiva.

Conviene resaltar que lo que realmente dominaba en el campo eran los colores rojo y amarillo para formar el mosaico. Las esteladas y las senyeras se repartían, como ha sido habitual en los últimos lustros. Se desplegó una estelada al inicio del partido que no recogieron las cámaras y también hubo un cartel de "Independencia", pero nada que no se haya visto en otras ocasiones. 

Comentarios de palco

En algunos de los palcos de empresa, donde acude lo más granado de la burguesía y el mundo empresarial catalán, se podía escuchar un comentario común: las consignas políticas lo único que logran es despistar al público, que lo que tiene que hacer es animar al equipo. Y, desde luego, no fue este el partido donde el Real Madrid se ha sentido más presionado por la hinchada. 

En el palco presidencial se pudo ver desde el inicio a Artur Mas con cara de circunstancias, algo que sorprendía, ya que ni él ni el alcalde de Barcelona, Xavier Trias, traslucían ningún tipo de euforia, después de haber hecho tanto ruido en semanas previas. Por el lado madridista, acompañaban a Florentino Pérez el vicepresidente del Real Madrid, Fernando Fernández Tapias o Emilio Butragueño. También se pudo ver al secretario general de la Otan, Javier Solana o al mismísmo Magic Johnson.

La conclusión de la convocatoria independentista es clara: aunque es innegable que hubo intentos por que fuera secundada, ha habido más quorum en otras ocasiones con motivos futbolísticos, como pudo ser el regreso de Figo al campo blaugrana. 

El match acabó 2-2, con buen fútbol, goles de las estrellas, balones al poste, penaltis no pitados y total deportividad al final. Ni un expulsado. Este clásico no pasará a la historia por sus cuestiones políticas. 

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