ETA arranca el año 2019 con 232 presos en cárceles españolas. La gran mayoría de ellos, un total 196, se encuentra en régimen cerrado, pero en ese grupo hay uno considerado especialmente peligroso por las instituciones penitenciarias. Según los datos a los que ha tenido acceso ‘Vozpópuli’, se trata de Jon Bienzobas Arretxe, alias ‘Karaka’, condenado entre otros por el asesinato en 1996 del presidente del Tribunal Constitucional Francisco Tomás y Valiente.
Bienzobas, de 49 años de edad, cumple condena en la cárcel de Puerto III (Cádiz), a más de 1.000 kilómetros de distancia del País Vasco. Eso ya indica, de entrada, el perfil que el Ministerio del Interior le otorga a este recluso ex miembro del ‘comando de Madrid’. Históricamente, el Gobierno ha reservado en su política de dispersión las cárceles del sur de España para los etarras más irredentos del colectivo.
Hay dos tipos de cumplimiento de condena en primer grado penitenciario, uno más atenuado, reservado a aquellos que muestren “una manifiesta inadaptación a los regímenes comunes” y otro más rígido, en virtud el artículo 91.3 del Reglamento Penitenciario. Bienzobas es el único que se mantiene en esta última categoría en función de los análisis que de su evolución se hacen en la prisión y que se revisan cada tres meses. La mayoría de presos de ETA pasan en primer grado penitenciario toda su condena.
La vida en primer grado
Su vida en prisión se encuentra limitada. En concreto, el citado artículo 91.3 afecta a "aquellos penados clasificados en primer grado que hayan sido protagonistas o inductores de alteraciones regimentales muy graves, que hayan puesto en peligro la vida o integridad de los funcionarios, autoridades, otros internos o personas ajenas a la institución, tanto dentro como fuera de los establecimientos y en las que se evidencie una peligrosidad extrema”. Por ello, en su caso, Bienzobas cumple condena en un "departamento especial" en lugar de un "módulo cerrado".
Tiene derecho sólo a tres horas diarias de salida al patio (una menos que el resto de presos en primer grado). En su caso, además, diariamente deberá practicarse un registro de su celda y debe ser cacheado. Cuando existan fundadas sospechas de que posee objetos prohibidos y razones de urgencia exijan una actuación inmediata, también podrá recurrirse al desnudo integral. En cuanto a las salidas al patio, no podrá permanecer, en ningún caso, junto a más de un interno. Este número podrá aumentarse hasta un máximo de cinco para la ejecución de actividades programadas.
El colectivo en 2019
Según los mismos datos consultados por este periódico, en el colectivo hay 22 penados en segundo grado, el régimen normal a los que hay que sumar seis que salen a diario de prisión gracias al artículo 100.2 del reglamento. Se trata de Caride Simón, Carrasco Aseguinolaza, Foruria Zubialdea, Kepa Pikabea, Miguel Ángel Gil Cervera e Ibon Iparraguirre. Este último, gravemente enfermo, ha sido trasladado el mes pasado a una casa de acogida con una pulsera telemática tal y como informó ‘Vozpópuli’.
El resto de los 232 se completan con cinco en prisión preventiva y tres en tercer grado, es decir, régimen abierto: Olga Sanz Martín, Javier Moreno Ramajo y Aitor Bores. Hay que remontarse muchos años en el tiempo para encontrar una cifra tan baja de presos de ETA. Hoy son más los internos en España por terrorismo yihadista. Además, no todos los que integran esta lista se encuentran en nómina del oficial EPPK (siglas en euskera del Colectivo de Presos Vascos) de la autodisuelta ETA.
La organización expulsó de su seno a todos aquellos que rompieron con la disciplina, ya fuese para abrazar posturas más radicales como Amnistía Ta Askatasuna (ATA) -corriente crítica con la izquierda abertzale oficial representada en Sortu y Bildu- o para sumarse a la 'Vía Nanclares', cada vez más testimonial. No es el caso de Jon Bienzobas, que sigue en las listas del colectivo.
Largo historial delictivo
Las autoridades francesas -que lo arrestaron en 1999- entregaron hace ahora un año a España al histórico dirigente de ETA Bienzobas para que terminase de cumplir las condenas que acumula, entre ellas la de 30 años de prisión por el asesinato del juez Francisco Tomás y Valiente. Suma además otra condena de la Audiencia Nacional de 2007 por el asesinato del trabajador de Iberduero Rafael San Sebastián Flechoso en Getxo diecisiete años antes.
También en 2007 -durante una entrega temporal a España- fue condenado a 20 años de prisión junto con otros miembros del 'comando Madrid' de ETA por los delitos de tenencia de explosivos y depósito de armas de guerra que cometieron al ocultar este material en un piso franco en la calle Fleming de la capital.
Sin embargo la mayor condena de prisión que recibió el miembro de la banda terrorista fue de 186 años de cárcel también ese año por su participación en el atentado con coche-bomba perpetrado el 15 de enero de 1994 en la capital al paso de un furgoneta oficial del Ejército del Aire, en la que viajaban once personas, en la intersección del Paseo de la Ermita del Santo y la Avenida de Manzanares de Madrid. La bomba falló su objetivo pero produjo numerosos heridos e importantes daños materiales.