La propaganda independentista de la Generalitat, eje de su estrategia desde hace dos años, desbordó la paciencia de la vicepresidenta. Un supuesto encuentro secreto entre Rajoy y Mas en Moncloa había recalentado los mecanismos de amortiguación del Gobierno. El bulo abrió la web de La Vanguardia durante unos minutos. "Ya están otra vez", comentaba un miembro del staff monclovita. Horas después, Francesc Homs, el ideólogo de Artur Mas en este tramo de la carrera hacia el plebiscito, desgarraba todas las costuras de la paciencia. Homs, talibán del soberanismo, propuso una novedad. Sugirió, que tras celebrarse el referéndum en Cataluña, los españoles deberían pronunciarse también sobre este asunto ya que implica cambios en el ordenamiento jurídico. "Farfolla mediática para mantener presencia en los informativos", apostilló un conocedor de la estrategia soberanista.
"Se nos va de las manos"
La vicepresidenta estalló. Ante los periodistas se mordió la lengua, se contuvo, razonó que no se pueden estar ofreciendo novedades cada dos días, que los vaivenes no son buenos, que las improvisaciones, menos aún y que hay fórmulas establecidas para reformar la Constitución. En suma, la prudente Sáenz de Santamaría no disimuló su enfado tras ser preguntada en dos ocasiones sobre esta ocurrencia de Homs. Precisamente el portavoz de la Generalitat había comentado en privado días atrás que "esto se nos escapa de las manos".
Esta misma semana, Duran Lleida, líder de Unió, había almorzado con la vicepresidenta. Luego entonó la vieja cantinela conciliadora de que "hay que acordar la fórmula para que Cataluña se encuentre "a gusto". Una letanía vieja y casi oxidada. Mientras que el propio Mas confirmaba que "el futuro de Cataluña lo han de decidir los catalanes". Poco que ver con lo dicho por su fiel escudero Homs.
¿A qué juega CiU?
Entonces, ¿a qué juegan?, se preguntan en Moncloa. La Generalitat lleva meses dedicada plenamente a una campaña de propaganda en pro de la independencia, mediante un plebiscito legal que ha de ser aceptado por España, Europa y el mundo. En este empeño invierten sus mayores esfuerzos ya que la gestión de gobierno la han delegado en Mas-Colell, consejero de Economía y encargado de las provisiones.
La paciencia de Sáenz de Santamaría saltó por los aires dos minutos después de escuchar las nuevas ocurrencias plebiscitarias del emisario Homs. La presidencia del Gobierno desarrolla en desde hace meses una delicada labor cerca de empresarios catalanes para que colaboren en evitar el escenario más temido. También Pérez Rubalcaba se afana en estos menesteres y en la misma dirección. Mariano Rajoy, desde su firmeza en defensa de los principios constitucionales, insiste en mantener los puentes de diálogo abiertos. El objetivo del Goierno es separar a Artur Mas de ERC, aunque sea a martillazos. Lenta labor, que reclama paciencia, discreción y prudencia. Soraya dirige los pasos y cuenta con dos magníficos peones, Moragas y Senillosa. Por libre camina García-Margallo, el ministro de Exteriores, incontrolable pero eficaz en el ámbito europeo.
Esta maquinaria de precisión ajustada a veces se descompone. Esta semana ocurrió. Las desconcertantes declaraciones de Homs dieron lugar al supino cabreo de la vicepresidenta, tanto en la intimidad de su despacho como ante algunos periodistas. Se le ha hecho llegar a Mas este sentimiento de indignación por parte del Gobierno. "Ni esto es serio ni es de recibo", se transmitió a la Generalitat. Nadie apuesta un céntimo por el referéndum. Pero la paciencia tiene un límite y Francesc Homs pisó el resorte que lo hizo saltar por los aires.