Mediados de octubre de 2017. Las imágenes de Galicia hielan las consciencias en toda la península. Las llamas arrasan con 49.000 hectáreas de campo como si fuese un soplido sobre la arena. Decenas de guardas forestales y de bomberos luchan noche y día para impedir que las lenguas de fuego avancen a toda prisa. Los telediarios y los periódicos abren sus páginas e informativos con espectaculares fotografías del monte ardiendo. Las radios recogen los testimonios sonoros.
Cuatro vidas se perdieron entonces: dos mujeres en Chandebrito, un hombre en Vigo y otro en Carballeda de Avia. Según la Consejería de Medio Rural, por provincias, Ourense fue la más afectada, con, 22.600 hectáreas, seguida por las 20.000 de Pontevedra y, ya a mucha distancia, las 5.700 de Lugo y algo más de 700 en A Coruña.
La Xunta de Galicia decidió aprobar 30 medidas para atajar el problema de los incendios en sus montes pero, ¿puede volver a ocurrir este año? “Lo que pasó el año pasado fue algo extraordinario. La realidad es que se puede repetir algo parecido, pero no sabemos cuándo”, dice Alejandro Rodríguez, guarda forestal en la comunidad gallega.
La Consejería de Medio Rural ha explicado a este periódico que, antes de la ola de incendios de octubre, desde la Xunta ya se estaba trabajando para "reforzar la protección y prevención de los incendios". El Gobierno presidido por Núñez Feijóo aprobó 30 medidas.
Uno de los cambios adoptados fue la de aumentar la distancia entre las carreteras y los árboles pirófitas (de fácil combustión) de los 30 a los 50 metros, algo que Rodríguez califica de "imposible" debido a la gran cantidad de pequeños propietarios. "El minifundismo es uno de los grandes problemas en la lucha contra el fuego", apunta el guarda forestal.
Galicia queda dividida en 19 distritos a la hora de luchar contra los incendios. En total hay 549 plazas de guardias forestales, "pero no están todas ocupadas", subraya Rodríguez. Y además se dividen entre dos consejerías, lo que dificulta la coordinación de las operaciones: dos tercios pertenecen a Medio Rural y el resto a Medioambiente.
Desde Comisiones Obreras denuncian que la plantilla del cuerpo al que pertenece Alejandro Rodríguez a penas se ha modificado desde que se traspasasen las competencias, allá por la década de los 80. "Difícilmente se puede plantear que podamos realizar el trabajo encomendado", apunta el guarda.
Los guardias critican que no se sigan pautas de peligrosidad a la hora de repartir a los trabajadores por los distintos distritos. "No sabemos cuáles son los criterios. Nos encontramos que sitios donde siempre hay incendios tienen a pocos guardas destinados y viceversa", dice Rodríguez, quien resume el tema: "Lo del año pasado es difícil que se vuelva a dar, pero quién es el valiente que dice que no vaya a ocurrir. En los incendios hablar con rigurosidad suele convertirse en arma que se te vuelve contra ti mismo".