Desde que el presidente gallego anunció que las elecciones autonómicas tendrán lugar el 18 de febrero de 2024, en plena resaca del carnaval, un sinfín de analistas políticos se han preguntado si se trata o no de una fecha adecuada para acudir a las urnas con el buche lleno a rebosar de filloas, la cabeza atronada aún por las coplillas de las chirigotas autóctonas y la verticalidad quizá no recuperada del todo por parte de los más 'caralleiros'.
Unos temen, seguramente con cierta razón, que muy poca gente hará caso a las propuestas lanzadas por los candidatos durante una campaña que se desarrollará, al menos la segunda semana, en plenas celebraciones festivas, y otros consideran que tal circunstancia en absoluto será decisiva a la hora de influir en la participación o en el sentido del voto de los electores.
Estos últimos se encuadran de una forma clara con la tesis desarrollada hace ya casi dos siglos por el genial cronista Mariano José de Larra, que había proclamado aquello de que "Todo el año es carnaval" muy poco antes de agarrar una pistola y levantarse la tapa de los sesos, como correspondía a los románticos de la época, ante un espejo de su domicilio madrileño. Fue también un día de febrero, pero de 1837, y en el país corrían tiempos muy convulsos debido a la gran polarización social entre los tradicionalistas y los ‘afrancesados’. O sea, las dos Españas que ahora, por enésima vez, vuelven a resurgir con fuerza. ¿Les suena la copla?
Efectivamente, todo el año parece ser carnaval en un ruedo político, el español, que cada vez semeja más a una descomunal mascarada en la que abundan los disfraces interesados, los engaños, el despiste, las caretas que ocultan la realidad, los discursos que suenan a chanza o los debates a menudo hilarantes entre representantes públicos que parecen estar siempre metidos en una especie de teatrillo absurdo y, para colmo, sin pizca de gracia.
Rueda, sin maquillaje
En ese ambiente de carnaval por partida doble, el que celebre el ‘vulgo’ y el que escenifiquen los políticos por su cuenta, se desarrollará una campaña electoral que de facto ya ha empezado sin que los principales aspirantes a ocupar el ‘trono’ de la Xunta sepan aún muy bien qué disfraz elegir. Así, Alfonso Rueda posiblemente decida presentarse sin maquillaje alguno o camuflado sólo por máscaras muy livianas, pero a la par a buen seguro intuye que ir disfrazado de Núñez Feijóo le vendría muy bien, al menos en diversas ocasiones, para transmitir con acierto la imagen de moderación y de buen gestor que su antecesor logró hacer calar en un amplio porcentaje del electorado, lo que le permitió ganar cuatro elecciones consecutivas por mayoría absoluta.
En todo caso, el perfil que intentará vender el candidato ‘primerizo’, con más o menos maquillaje, será la de un político sensato que detesta los extremismos y que tiene sobrada capacidad para administrar con acierto los recursos públicos. Pronto sabremos si logra su objetivo.
Besteiro, el desconocido
Al candidato socialista, Gómez Besteiro, le asaltan posiblemente dudas muy similares sobre si lanzarse al ruedo tal cual es, con el peligro de pasar casi desapercibido ante muchos votantes que todavía conocen poco su trayectoria, o cambiar progresivamente su ‘look’ hacia uno más parecido al de Pedro Sánchez, pese al riesgo que supone embutirse en los peculiares trajes que tanto gustan al presidente del Gobierno, de un color azul indescriptible que en todo caso pocas veces concuerda con la tonalidad habitual del cielo gallego, mucho más plúmbeo. "Miña terra galega, donde el cielo es siempre gris", cantaban hace ya muchos años los chicos de Siniestro Total al evocar con nostalgia los parajes en los que “se quejan los pinos y se escuchan alalás”, y lo cierto es que el panorama no ha cambiado gran cosa desde entonces pese al cacareado cambio climático.
Otro peligro añadido es disfrazarse de Sánchez cuando muchos dirigentes del PSdeG albergan serias dudas de que su figura levante pasiones en Galicia, especialmente desde el controvertido rumbo que decidió fijar a partir del 23-J. De hecho, lo que temen precisamente es sufrir una bajada sustancial de votantes socialistas a los que no les gusta nada que el líder sumo del partido se haya convertido en un mago de la mascarada oportunista con tal de conservar el poder.
Pontón y las caretas
En cuanto a Ana Pontón, a la que muchos rivales acusan de llevar puesta de forma permanente una careta sonriente y de aspecto afable que en nada concordaría con su imagen real si alcanzase el poder, todo indica que la líder del Bloque Nacionalista Galego no experimentará con nuevos atuendos durante la campaña electoral. ¿Para qué cambiar si hasta ahora la estrategia le ha funcionado bien?
Pese a todo, tendrá que escuchar las críticas tanto de quienes aseguran que tras su rostro camuflado se esconde una dirigente inflexible que defiende posiciones nacionalistas radicales como la de los propios ‘camaradas’ que, disconformes con ese disfraz, desearían que sacase a relucir un perfil más abrupto y rupturista.
Más al estilo, en suma, que el que cultivó Xosé Manuel Beiras en sus mejores tiempos, como cuando se sacaba los zapatos para aporrear la mesa de su escaño en el Parlamento gallego. Aquellas sí eran puestas en escena carnavaleras, y lo demás, tonterías.
Díaz, de vuelta con el 'Nunca Mais'
Mientras Rueda y sus principales rivales ensayan sus estrategias, Yolanda Díaz también está dispuesta a disfrazarse de lo que sea con tal de meter a uno o varios de sus ‘fieles’ en el Parlamento gallego pese a que algunos detractores opinan que la abogada ferrolana ‘sumará’ menos en su tierra natal que un parvulito con dos palotes. En todo caso, la vicepresidenta segunda del Gobierno sí parece tener intención de ponerse de nuevo, dos décadas después, la careta de ‘Nunca Máis’, aquel movimiento ciudadano que acabó siendo fagocitado por las fuerzas de izquierda para, aprovechando la repulsa general que provocó el hundimiento del buque ‘Prestige’ y la llegada a las costas gallegas de una enorme marea negra, atacar con saña al Gobierno de Manuel Fraga por no haber sabido evitar la catástrofe.
Lo que nunca aclararon los principales líderes de aquellas protestas, que pese a ser legos en la materia no dudaron en disfrazarse de almirantes de todos los mares o de doctores cum laude en la prevención de vertidos marítimos, es qué hubiesen hecho ellos con el maldito barco en vez de alejarlo lo más posible del litoral.
En todo caso, el guardarropa de Yolanda tiene toda la pinta de ser lo suficientemente amplio como para surtir de disfraces a todo el que se le ponga por delante, así que por ese aspecto no debería estar preocupada Marta Lois, la candidata de Sumar a la presidencia de la Xunta, en el caso de que desee adoptar distintas personalidades durante la campaña electoral.
En esta relación de candidatos no podemos olvidar al representante de Democracia Ourensana, Armando Ojea, que también batallará para conseguir un hueco en el Parlamento gallego, y a quien resulte elegido por Vox, partido que de momento no ha dado a conocer a su principal aspirante a la presidencia de la Xunta, bien porque no encuentran a uno idóneo o quizá porque se ha disfrazado de una forma tan minuciosa que no logran reconocerlo.
¿Todo el año es carnaval? Si es así, y muchos lo tienen claro, ¿qué importa que la campaña coincida con las fiestas más ‘caralleiras’? Pues eso, menos discursos y más chirigotas.
joluisma
Mi pregunta es, SUMAR y PODEMOS, votarían la exclusión del GALLEGO, como lengua obligatoria en la enseñanza?, porque la hay, a pesar que otro insigne gallego y mentiroso, FEIJOO, diga queno. Es más quier conquistar el OCCIDENTE ASTURIANO. Bastardo
joluisma
Mi pregunta es, SUMAR y PODEMOS, votarían la exclusión del GALLEGO, como lengua obligatoria en la enseñanza?, porque la hay, a pesar que otro insigne gallego y mentiroso, FEIJOO, diga queno.