Si por algo es famoso el alcalde de Madrid es por su ambición desmedida, al margen de por la deuda desbocada que deja como herencia envenenada en el Ayuntamiento a doña Ana Botella, después de los grandes fastos y los periódicos dispendios de sobra conocidos por los madrileños. Pero si es coherente con lo que el personaje va dejando caer por los restaurantes de postín, hasta puede llevarse una sorpresa y quedarse reposando en su escaño porque lo que cuenta, en realidad, es que no se conformaría con que Mariano Rajoy le ofreciera un Ministerio de poca monta. “Yo no cambio la principal Alcaldía de España por un Ministerio de poco peso…”, advierte.

¿Y qué entiende Gallardón por un departamento de poca valía? Pues, ni más ni menos, por ejemplo, que la cartera de Justicia, condenada a manejar un presupuesto muy menguado por la crisis y, además, porque el grueso de las competencias las tiene traspasadas a las comunidades autónomas. Preferir, lo que se dice preferir, sus apetencias se orientan hacia la cartera de Fomento, la que más se presta a la ingeniería contable para la construcción de grandes infraestructuras, aun en tiempo de penalidades.

Uno de los comensales se atrevió a recordarle al alcalde que la Vicepresidencia primera parece que ya tiene nombre fijo en la persona de Soraya Sáenz de Santamaría…Pero Gallardón respondió que con Rajoy, de carácter gallego, no hay nada seguro hasta la última curva. Las quinielas más generosas colocan ahora al corregidor en la portavocía del Gobierno e, incluso, en el Ministerio de Defensa. Se desconoce si la música militar levanta…los ánimos del interesado.