El terremoto del envío de armas a Ucrania sigue sacudiendo a la izquierda española. La decisión del Gobierno de empaquetar material bélico con destino Kiev no solo ha separado a la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, de Podemos. El ministro de Consumo, Alberto Garzón, también ha roto con su partido. El líder de Izquierda Unida respalda el auxilio militar para alinearse con la propia Díaz pese a que su formación es la más antimilitarista y antiOTAN de cuantas orbitan la estrella morada.
Garzón se sabe conocido entre los españoles. Él mismo se jactó de ser «el tercer ministro más conocido» del Gobierno en una entrevista en Buenismo bien (Cadena Ser). Es indudable que las numerosas polémicas que ha suscitado en poco más de dos años de legislatura han contribuido a que goce de popularidad. Y esa es la última baza que está jugando en la vida interna de la izquierda a la izquierda del PSOE, totalmente alineado a Yolanda Díaz.
Las fuentes consultadas en Unidas Podemos apuntan que Garzón está "ansioso" por lograr el beneplácito de la titular de Trabajo en plena mutación del espacio del cambio en una plataforma electoral en la que el dirigente de Izquierda Unida quiere un hueco. El problema es que ese acercamiento de Garzón a la "candidata", como él mismo la llama, y que comenzó tras los malos resultados del partido en Castilla y León, está tensionando a su formación. Es más, la federación madrileña de Izquierda Unida mantiene un pulso con él, según ha sabido Vozpópuli. No obstante, desde la dirección regional del partido lo niegan.
Los roces con los suyos
Y todo porque el partido secundó una manifestación contra la OTAN y contra el mandatario ruso, Vladimir Putin, al poco de comenzar la guerra. Además, Juventud Comunista, los cachorros del PCE integrado en IU, se niegan a culpabilizar a Rusia y a su presidente de los ataques que está sufriendo la población ucraniana. Eso sí, carga contra la Unión Europea y la Alianza Atlántica, dos organizaciones que los jóvenes comunistas tachan de “criminales”. Y claro, en ese aprieto, al ministro de Consumo no le quedó más remedio que dejar de seguir en Twitter a la organización juvenil de los comunistas españoles.
Más difícil lo tiene con los diputados de Izquierda Unida en el Parlamento Europeo que se abstuvieron en la votación de la resolución contra la agresión rusa a Ucrania porque la resolución de marras «propone una transferencia masiva de armamento y resucita a la OTAN, otorgándole un papel activo en el conflicto». Lo cierto es que tanto Podemos como Izquierda Unida son contrarios al envío de armas. No importa que se haga a través de la UE o de manera bilateral. Además, Izquierda Unida mantiene una posición antiOTAN mucho más beligerante que la de Podemos, que no se puede permitir tanto ruido contra la Alianza.
La portavoz federal de Izquierda Unida y eurodiputada, Sira Rego, dejó claro que el partido apuesta “por la desescalada y por la paz", no por el envío de armamento que respalda su jefe, Alberto Garzón. En verdad, la izquierda no se encuentra en esta crisis, como reconoció el propio líder de Izquierda Unida en una revista que dirige: "Pese a compartir un mensaje de paz, la izquierda europea se encuentra profundamente dividida sobre las respuestas que se le pueden dar a esta crisis. Este debate pone de relieve su indefinición sobre su modelo de política de seguridad. En otros espacios como los verdes o la socialdemocracia más progresista, el apoyo a las posiciones más belicistas y atlantistas es unánime, seguramente ante la falta de una alternativa sólida por nuestra parte".
Pegado a Díaz
Garzón defendió a Yolanda Díaz hasta el punto de advertir en esa revista de que si continúa la "asfixia" a la que se la está sometiendo desde fuerzas del espacio de Unidas Podemos —en referencia velada a los de Ione Belarra— la lideresa de Unidas Podemos puede dar un paso atrás y dejar la política. Lo más curioso es que altas fuentes de Podemos le acusan, precisamente, de contribuir a esa supuesta asfixia que denuncia por no controlar la pulsión antibelicista de su partido.
El problema es que como adelantó este diario, Podemos está acorralando a Díaz por no cederle el control de su proyecto. El ataque a la titular de Trabajo responde a una doble derivada. Por un lado, presionarla para arrancarle una cuota de poder que garantice la supervivencia de sus activos políticos y, por otro, diferenciarse de ella de cara al electorado más de izquierdas.
Y es que pese a que Díaz es la preferida para encabezar la reconversión de Unidas Podemos, las bases del partido no están alineadas con sus resultados. Ni les llenó de alegría la reforma laboral ni el apoyo al envío de armas. Con esa presión, los morados pretenden dejarle claro a su lideresa que lo votantes de Podemos deben ser atendidos si pretende contar con ellos. Y, entre medias, está Garzón, un hombre "amortizado", según Podemos.